Me llamo Loraine Stafford, tengo 22 años, vivía en un orfanato, pero me Salí, ya que no se hace cargo después de los 18. A Gilbert Pierce, lo conocí a los 16 años, para ese entonces él tenía 18 años, al principio nos mirábamos a escondidas de las monjas, pues yo sería mandada a otra sede y no lo volvería a ver.
Nos mirábamos en un parque a 10 minutos del orfanato, y hablábamos de todo, de su vida, de la mía, en una ocasión no hablamos nada, solo estábamos abrazados los dos. Yo lo amaba de verdad y se lo demostraba en cada acto, palabra o gesto que hiciera, él al contrario no lo expresaba muy seguido ni con palabras, no sabía cómo expresarse, pero con los regalos me demostraba el amor que sentía por mí.
Al cumplir los 18, le entregué mi ¨ más grande prueba de amor, esa noche me entregué completamente a él, y desde entonces el cada día era más indiferente conmigo, yo le hacía saber que su nueva actitud no me gustaba y él solo se disculpaba, pero no servía de nada. Al cumplir los 20, me cansé, llevábamos meses sin vernos, pero a él no parecía preocuparle mucho, en una noche de primavera, estaba caminando en el parque que solíamos recorrer juntos, y lo vi, a el sentado en la misma banca de siempre, pero no estaba solo, pude ver que había una chica a su lado, era hermosa, su belleza me sorprendió, mi cabeza hizo clic en las recientes actitudes de él, me quería ir y a la vez enfrentarlos, no hice ninguna de las 2, ni me asuste cuando un hombre se acercó a ellos enojado, resultaba ser el novio de la chica, en un ataque de celos, saco un arma y les disparo, yo me alegre, alguien más hizo lo que no pude hacer yo. Él me vio y se acercó, -el trabajo está hecho señora, como ha visto ambos están muertos- él se alejó y yo me acerqué al cuerpo, -esto es su culpa- y me fui.