Un nuevo año, nuevas oportunidades, nuevas amistades, esas son cosas que tenía planeadas para este años, solo si no hubiera ido a esa maldita fiesta, si no hubiera ido nada de esto estaría pasando, ¿pero, como iba a saber que me volvería la maldita obsesión de ese psicópata?
—ya te he dicho que no soy tuya, yo voy a hablar con quien se me pegue la gana, tú no tienes por qué meterte en mi vida— vi en sus ojos una chispa de furia, yo sabía que con lo que le dije se iba a enfadar mucho, —¿Cuántas veces tengo que decirte? Que ERES MÍA, TIENES QUE ENTENDER ESO— decía mientras apretaba mis brazos fuertes, no podía hacer nada, ni sabía donde estaba, no quiero atentar con mi suerte.
Yo no lo obedecí, seguí mi vida igual, le tenía miedo, pero tampoco iba a dejar que me controlará. Poco a poco varias personas, varios chicos desaparecían casi todos los días, yo ya sabía que esto era de su parte, pero nadie más lo sabía.
Con una gran valentía y determinación, lo invité a la azotea, le hice creer que sería suya, él se confió, lo que me dio la oportunidad de poder terminar con esto. Él me empezó a besar y poco a poco lo fui llevando a su final, un segundo en el que nos separamos, solo eso, basto para que yo lo pudiera empujar y al estar muy cerca de la barandilla cayó instantáneamente y viendo como “su amada” lo más taba, sellando su destino, su vida terminó, pero una nueva investigación abrió, los oficiales sospecharon de ella, pero al haber tantos testigos sobre el acoso que sufría quedó descartada, su asesino nunca se describió, pero al ver que con su muerte, dejaron de morir más estudiantes, llegaron a la conclusión de que era él, el responsable de sus muertes y por fin dieron la confirmación con el testimonio de ella.
Los años pasaron y ella siguió con su vida, por fin podía estar en paz, y ella jamás se arrepiento de haberlo asesinado, al contrario, estaba feliz por haberlo hecho.