Querido lector o lectora, ¿Podrías darme una oportunidad con esta historia y leer hasta el final del capítulo? Lo mejor está al final. ❤️No te arrepentirás de haberlo leído.
- ¡Oliver! ¡Oliver!- llame a mi perro, se encontraba en el jardín del vecino. Si se daba cuenta seguro que tocaría mi puerta y amenazaría nuevamente con llamar a control animal.
Los vecinos suelen ser fastidiosos.
Pero este vecino en especial lograba sacarme canas verdes, demasiados enojos en una mañana que quisiera evitar.
- ¡Oliver! - volví a llamar- Si no vienes acá a la voz de ya, no te dejaré dormir en Martha.
Martha, martha es mi cama.
Lose, suena demasiado estúpido. Pero sucede que cuando Oliver era pequeño le temía a todas las camas que hubiesen en el sitio.
Absurdo.
Así que un día, en una llamada telefónica con mi tía llegué a nombrar el nombre de "Martha" (mamá de mi mamá, mi abuela.)
De un momento a otro Oliver había aparecido en la cama saltando como si jamás hubiese existido ese pavor a ellas.
Desde ese momento, Martha son todas las camas. Sin excepción.
- Oliver- advertí por última vez viendo cómo se acercaba temeroso - Te he dicho miles de veces que no vayas a los demás jardines, tienes uno solo para ti. No deberías desear más. - Oliver es un Husky siberiano, tiene 3 años, y aunque parezca difícil de creer, no lo compramos. En realidad lo encontré. Pero esa es una historia que por el momento no contaré.
- Cattleya, entra a la casa con Oliver. Está haciendo frío allá afuera. - habló mi mamá desde el interior de la casa.
- Ya voy- informé mientras miraba cómplice a Oliver. - Hablaremos de esto más tarde querido.
Me adentre en la casa y lo primero que hice fue ir directamente a mi habitación.
Necesitaba mandarle un mensaje a Ximena, mi mejor amiga. Hacia unos días que habia terminado con su novio, cayó en depresión y desde entonces parece no salir de su casa.
La única manera de contactarla es por teléfono.
Me senté en la cama, tome el teléfono, busque su nombre en el directorio y marqué.
- ¿Aló?- se escuchó desde la otra línea.
- ¿No crees que ya va siendo hora de que salgas de tu cueva Ximena?- sugerí.
- Supongo, ya me estoy empezando a sentir sola aquí. Creo que estoy mejor, ayer me pasé viendo un mataron de princesas disney- suspiró- Me ha animado un poco.
- Me alegra- sonreí en mis adentros- ¿Quieres que mañana pase por ti para ir tomar una malteada?
- Solo si tú pagas.
- Claro, mientras salgas de ahí supongo que está bien- empecé a reír- Pasó por ti a las 10.
- Genial, daré mis últimos lloriqueos por hoy. Por cierto, ¿Hasta cuándo tienes planeado seguir soltera?
- Hasta que la vida me presenté al amor de mi vida.
- Te he visto muy sola últimamente, podría ser la vida y ayudarte a encontrar tu amor perfecto.
- Olvídalo Ximena, estoy bien así. Pasará lo que tenga que pasar.
- Sabes que no tomó un no como respuesta- dijo y colgó antes de que pudiera replicar.
Esta niña tiene problemas.
Pero, no es la única que se ha dado cuenta de ello. Últimamente me he sentido muy solitaria, allá afuera hay miles de tipos que serían una opción para salir y despejarme. Pero de qué sirve si no me siento a gusto con ellos.
Agite mi cabeza y pellizque mis mejillas. No tengo tiempo para pensar en esas cosas.
En un momento ví como Oliver se infiltraba rápidamente en mi habitación.
- ¿Así que has venido a escuchar mis problemas de soltería?- me dirigí a él y lo tomé por la cabeza- Ojalá los chicos fueran tan atentos como tú Oliver.
Oliver dió un pequeño ladrido y empezó a lamer mi rostro.
- ¡Basta Oliver!- empecé a reír, y me tire al piso con él- Si fueras un chico seguramente estaría loca por ti, pero. Solo eres un perrito sumamente tierno y divertido.
Reí sonoramente y me reincorpore.
Tome mi teléfono y vi la hora.
8:25 pm.
Tengo sueño. Creo que iré a dormir. Tengo que aprovechar ahora que es fin de semana. En cuanto empiecen nuevamente las clases madrugare diariamente, estúpidas tareas. Acaban lentamente conmigo y con mi vida.
Deje el teléfono en la mesita de noche y me lancé a la cama.
Cuando estaba dispuesta a dormir, sentí como mi mano era llenada de baba.
- Oliver, ¿Qué haces?- lo mire lentamente- ¿Quieres subir a la cama conmigo?- Oliver ladeo su cabeza y soltó un pequeño ladrido- De acuerdo.
Golpee la cama, en un segundo Oliver ya había invadido más de la mitad de mi espacio. No importa, después de todo esta noche es muy fría, tal vez pueda compartirme algo de su calor.
- Descansa Oliver.- suspiré profundamente para luego caer dormida.
La cama está demasiado calientita.
¿No hacía frío hacia apenas unas horas?
Tal vez subió la temperatura, no me sorprendería. Mamá suele hacerlo en la madrugada por estas épocas. Seguiría durmiendo, pero tengo demasiada sed, creo que tendré que levantarme.
Extendí mi brazo por la cama para encontrar mi teléfono.
Qué diablos.
- ¿Qué es esto?- me sorprendí al sentir una superficie blanda y caliente- Debo estar soñando- me talle los ojos que hasta el momento había tenido cerrados. Las lagañas no ayudan mucho en estas situaciones.
Abrí los ojos lentamente y volví a estirar mi mano, está vez revoloteando las cobijas.
- Cattleya, deja de molestar. La gigantona aún no ha venido a jalar las cobijas- una voz gruesa me hizo saltar de la cama.
¿Qué está pasando aquí?
Me quedé pasmada. Alguien estaba en mi cama.
Respiré profundamente, seguia en el suelo, asustada y anonadada.
No puede estar pasando, seguramente es un asesino serial. De todas formas, ¿Por qué se ha tomado la dicha de dormir en mi cama? Sigue dormido, si lo puedo tomar por sorpresa sería una gran ventaja. No puedo llamar a mi mamá, él se levantaría inmediatamente.