Una noche para amar.

Capítulo 2- Oliver


 




 

– ¿Qué quién soy?– preguntó confundido. Su ceño fruncido me recordaba a alguien muy familiar. Además, sus ojos azules brillantes parecen demasiado suplicantes, me recuerda a...

– ¿Oliver?

– Cattleya.

Sentí como si mis ojos fueran a salirse de sus cuencas. Quería decir algo, en realidad quería. Pero, ¿Qué se hace cuando encuentras un chico completamente desnudo en tu cama? Espera, no digas nada. En realidad, ¿Y si ese chico es tu perro?

– ¿¡QUÉ ME HA PASADO?!– el chico salto de la cama y empezó a correr lleno de pánico por toda la habitación.

– ¡ESPERA! ¡ESPERA!– grité mientras intentaba detenerlo, algo complicado porque, sigue desnudo.

– ¡CATTLEYA AYÚDAME!– dijo para después entrar al baño y cerrar fuertemente la puerta– ¿Qué me pasó?– se escuchó desde el otro lado.

Ahora entiendo.

Está tan confundido como yo. Me acerqué lentamente, me senté apoyándome con la puerta y dejé caer mi cabeza hacia atrás.

– ¿Cattleya?– preguntó

– ¿Si?– respondí, cerré mis ojos y suspiré fuertemente. Se que esto es un sueño, así que entonces solo me queda ser parte de él.

– Sabes quién soy, ¿Cierto?– interrogó, podía escuchar su agitada respiración, estaba asustado.

– Oliver, ¿No crees que la pregunta es algo tonta?– tragué saliva y abrí los ojos– Te reconocería aunque fueras un renacuajo.

– ¿Un renacuajo? Si yo fuera un renacuajo, ¿Aún así me dejarías dormir contigo?

– Si fueras un renacuajo serías mi favorito Oliver– empecé a reír, no entiendo si sucumbí al nerviosismo o a lo cómico de la situación.

Un golpe se escuchó desde el otro lado de la puerta. Parece que Oliver también puso a descansar su cabeza en la puerta.

– Si yo fuera un renacuajo, ¿Aún así me querrías?– está vez sonaba afligido.

– Estás asustado, ¿Verdad?

– Lo estoy, Cattleya. – un suspiró ahogado se escuchó, a lo que solo pude responder con uno de mayor intensidad.

– Si Oliver, si– dije cruzandome de brazos.

Es la típica situación en la que tú le dices a tu perro: "Eres un buen perro" pero el solo se pregunta si en verdad lo es, no para los demás. Si no para ti.

– ¿Sabes que ha pasado?– le pregunté.

– Tengo la sensación de que me han dado una nueva misión Cattleya– respondió.

Vaya, sin duda las misiones más difíciles sé las encomiendan a los seres más inocentes. Fácil de saber, difícil de comprender.

– Aunque, no se de qué se trata. Además, jamás me dijeron que pasaría esto– hizo una pausa– Aún así, quiero que sepas que, aunque esta situación resulte algo sorpresiva para ambos, jamás la abandonaría. Creo que equivale a abandonarte a tí, y eso no sucederá.

– Oliver, solo lo dices para que te de de comer carne– un sonrisa de oreja a oreja tiró de mis labios, enseguida se escuchó una carcajada desde el otro lado de la puerta.

Oliver está riendo.

– Creo que me conoces demasiado– dijo para soltar una carcajada aún más fuerte– Pero, cambiando de tema, no tengo idea de cuánto vaya a durar en esta forma.

– ¿Te gustaría volver a tu antigüo cuerpo?– pregunté divertida.

– No tengo ningún problema con este pero, parece que a ti te incomoda mi desnudez– dijo riendo

– Te recuerdo que antes te cubría una enorme melena cálida, y digamos que aquí en la sociedad humana no está bien visto pasear desnudo Oliver– hablé moviendo mi cabeza en forma de negación.

– A mí no me molestaba cuando tú te paseabas desnuda después de mojarte con el tubo del techo– dijo y rapidamente empecé a recordar todo lo que hacía enfrente de Oliver.

Rayos, espero que no recuerde nada.

– Lo recuerdo como si hubiese sido ayer.

– ¡FUE AYER EN AL MAÑANA OLIVER!– grité molesta– Y además, es la regadera, no es un tubo en el techo– bueno tecnicamente si lo es pero. Ash, da igual.

– Te escuchas molesta– dijo

– No lo estoy, solo estoy algo preocupada por la situación– respondí, es obvio que toda esto me está causando una gran confusión. Demasiado para mi débil cerebro.

– Cattleya– me habló

No deja de decir mi nombre, estoy empezando a creer que era mejor cuando solamente ladraba.

– ¿Qué pasa Oliver?

– ¿Podrías...?– guardo silencio a mitad de la oración– ¿Podrías darme algo de ropa? Sigo desnudo.

Recordé por qué se encontraba en el baño y recibí un tope mental. Hace frío ahí, y está desnudo. Si le da un resfriado en esta forma resultaría complicado.

– Ahora mismo te traigo algo, quedate ahí. Si quieres toma una toalla, cubrirte en lo que regreso con la ropa– sugerí, me levanté y salí de la habitación.

Ahora que lo pienso.

Está demasiado callada la casa ¿Dónde están mis padres? Entre a la cocina y no se encontraba nadie, solo estaba un pequeña nota pegada al refrigerador.

Despegue la nota y leí.

"Cariño, tu padre y yo hemos tenido una llamada de la editorial, tuvimos que ir a Argentina para resolver algunos problemas técnicos, además. Otros jefes de las demás empresas editoriales han solicitado nuestra presencia en Perú, parece que este trabajo se alargará. Deje suficiente dinero en el abrigo, cuídate. Te estaremos llamando.

Te quiere, mamá y papá."

Fantástico.

Ahora me encuentro en esta situación sola. Bueno, creo que por el momento resulta ser lo mejor. Oliver estaría en la comisaría si mis padres lo hubiesen visto.

Despejé mi mente y me dirigí a la habitación de mis padres, seguramente papá debe tener algo que le quedé a Oliver. No creo que resulte un problema la talla de la ropa, parece que Oliver tiene una complexión algo robusta, seguro que esto le quedará a la perfección.

Tome la ropa y fui directamente a mi habitación.

– Oliver, te he traído algo de rop...

– ¿Qué son estos bultos que salen de aquí?– pregunto pasandose la mano por su torso.

– ¡OLIVER DEJATE AHÍ!– grité completamente avergonzada– ¿QUÉ HACES FUERA DEL BAÑO?



#17759 en Fantasía
#7252 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: perros, amor, amistades

Editado: 18.07.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.