Una noche para amar.

CAPÍTULO 4- CHIHUAHUA


 







 

– ¿Quién es el?– cuestionó Oliver hojeando su horario.

– Es el director de mi instituto, ahora mismo deberías agradecerle por haberte dejado entrar a mitad del semestre– dije mientras me inclinaba en la silla ligeramente.

No sé si estoy haciendo lo correcto al hacer que Oliver ingresé a un instituto. Es verdad que el jamás ha pisado en su vida uno, pero creo que lo más conveniente en esta situación es tenerlo vigilado. Si está en casa, no sé cuántas cosas no humanas hará.

Aunque parece estar entendiendo muy bien.

Me sorprende, yo en su lugar estaría mordiéndome la cola una y otra vez, tratando de entender que me ha sucedido. Aún así, si estará en esta "sociedad" por un buen rato, lo mejor será enseñarle algunas cosas.

– Huele al Chihuahua de la vecina de la cuadra 13, no me agrada– comentó Oliver haciendo un puchero y dejando la carpeta en el escritorio.

– Es el esposo de la Vecina de la cuadra 13 Oliver, no puedes quejarte. Deja de lado tus problemas con Jack– dije tomando la carpeta que él había dejado.

Jack es el Chihuahua de la Vecina, Oliver ha tenido algunos problemitas con él.  

Cómo por ejemplo.

Jack se encargó de destruir el rosal que mi madre tenía en el jardín, cabe destacar que era el rosal favorito de Oliver, en cuanto vio tal escena se encargó de dejar al pobre perro en el veterinario al menos cinco días.

Claro que tuvimos que encargarnos de los gastos médicos del Chihuahua. Pero nada compensaría la frustración que sintió Oliver en ese momento.

– No tienes un mal horario Oliver, yo diría que lo adaptaron demasiado bien. Qué envidia te tengo– dije riendo ligeramente.

– ¿Envidia?– preguntó ladeando la cabeza.

Suelo olvidar que aún no entiende todo el vocabulario.

– Envidia es desear algo de alguien más

– Yo tengo envidia de tu teléfono– dijo  mientras miraba fijamente mi teléfono, que se encontraba sobre la mesa.

– ¿Quieres uno?– reí por lo bajo.

– Tengo envidia de él Cattleya, siempre le prestas tanta atención, pasas más tiempo con él que conmigo, ¿Es mejor que yo?– por primera vez Oliver me estaba haciendo reflexionar acerca de algo importante.   Se escuchaba demasiado sincero, demasiado como para ser una broma– Si es más interesante él, puedo mejorar– esta vez se escuchaba afligido.

– Hagamos un trato, te daré mi teléfono, solo lo tomaré para mandar mensajes o llamadas en caso de que sea necesario. El resto del tiempo será dedicado solo a ti, Oliver– dije y pude ver cómo rápidamente una sonrisa aparecía en su rostro, combinado con una mueca de satisfacción.

– Me gusta la idea– dijo mientras todo su cuerpo se empezaba a relajar.

Creo que es momento de darle el tiempo que se merece. Darle el tiempo a lo importante, y dejar de lado todo aquello que no me aporta nada.

– Bien jóvenes– una voz resonó en toda la oficina– Ya arregle todo el papeleo, desde ahora tienes que cumplir con algunas horas extra, pero no creo que te den mucho problema– el director interumpió mi conversación reflexiva con Oliver.

– Le agradezco mucho Director, le aseguro que Oliver se adaptará lo más pronto posible, vivir en Austria por tanto tiempo le ha sido difícil pero ahora que está aquí comenzará un nuevo  rumbo  – dije, y pude notar como Oliver me miraba cómplice de mis mentiras.

Quiero destacar que no le dije ni una pizca de verdad al director. Pero sinceramente, ¿Quien creería algo así? Nos tomaría por estudiantes con problemas mentales.

– ¡Gracias! ¡Hasta luego!– sinceramente no quería estar en tal escena y que mi conciencia me estuviera carcomiendo por la santa mentira que le tiré al director, así que tomé a Oliver del brazo y lo jale en dirección contraria al escritorio.

– ¡Hasta luego! Espero que no vuelvan pronto–  sé que el director no quiere que cause problemas, pero con Oliver aquí, quien sabe que detallitos surjan.

Salimos de la oficina a paso apresurado.

Ya era hora de clase, si Oliver empezaba llegando tarde, iniciaría con el pie izquierdo. Solté su brazo y moderé mi paso.

– Es como tener la correa– escuché que Oliver hablaba detrás de mí– Excepto que no se sentía tal calidez.

Seguí caminando riendo por lo bajo.

– ¿En que se podría parecer Oliver? La correa es la correa, mi mano siempre será mejor, ¿No lo crees?

Me pareció ver qué Oliver asentía levemente.

– Aunque– Oliver apresuró su paso y me alcanzó– Aunque no tuviera correa, yo te seguiría Cattleya. Lo mismo pasaría si soltarás mi mano, yo la tomaría por ti– dijo y enseguida acerco su mano a la mía, tomando mi pulgar.

– ¿Es la ley que establece la sociedad perruna Oliver?– pregunté.

– No es una ley que se te impone Cattleya, en realidad. Es algo que disfrutas, al menos yo lo hago– dijo y una sonrisa tiró de sus labios– No pude haber tenido una mejor vida que está, mi persona resultó ser alguien fantástica– concluyó mientras me sonreía.

– También resultas ser alguien increíble Oliver– le devolví la sonrisa.

Creí que de alguna forma, la naturaleza había atado a estos seres a nosotros. Pero parece que ellos eligieron su lugar.

Talvez, lo hicieron para que jamás exista una persona solitaria en el mundo. Pero en vez de comprender ese punto, elegimos rechazarlos. Y ellos, eligieron seguir con nosotros, a pesar de ello.

Sonreí ante tal idea. Resulta embarazoso que ellos tengan mejor capacidad de amar, que nosotros.

– ¡Cattleya! ¡Cattleya!– una voz conocida interrumpió mis pensamientos– ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la clase?

– No te preocupes, tengo permiso para faltar la primer hora Alexis– dije alzando la voz.

Alexis se acercó rápidamente por el pasillo, su cara se vio envuelta en una de confusión al ver a Oliver a mi lado.
Llegó hasta a nosotros y estrecho la mano de Oliver, quien la recibió con mucho gusto.



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En el texto hay: perros, amor, amistades

Editado: 18.07.2019

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