Una noche para amar.

CAPÍTULO 5- ROTTWEILER


 


 

– Así que eso paso, vaya– Sebastián parecía sorprendido, quien no lo estaría. Hace unos cuantos segundos terminé contandoles toda la bola de problemas que empezaron hace tan solo unos días.

Sebastián y Emiliano son hermanos. Conocieron a Alexis en los entrenamientos de béisbol en la primaria. Desde entonces, cuando veía Alexis, terminaba topandome con ellos también. De alguna manera terminamos siendo buenos amigos, y mientras Alexis no estuvo, ellos dos se encargaron de levantarme los ánimos por unos cuantos días.

Digo unos cuantos, porque lo lograron.

– Es algo difícil de creer– Alexis colocó su mano en su mentón, parecía pensar en la historia que les había contado, claro. Son amigos, casi mis hermanos, no estaba dispuesta a mentirles a ellos.

– Sin embargo, parece no ser una mentira– Emiliano miró a Oliver atentamente, quien se encontraba jugando con los listones de la mochila– Este chico es una copia exacta de Oliver, solo que en versión humana, creo.

Ahora los tres miraban a Oliver atentamente.

– Cattleya, ellos fueron los que rompieron el jarrón familiar de tu padre– dijo Oliver en cuanto sintió la mirada de todos presionandolo.

– ¡CONFIABAMOS EN TI OLIVER!– los tres dijeron al unisono– Lo hacíamos– dijeron cabizbajos, parecían decepcionados.

– Me echaron la culpa a mí, no comí filete por dos semanas. Fue algo muy cruel por su parte– Oliver se defendió, aún así, su tono de voz permanecía sereno y pacífico.

Mire a los tres chicos que ignoraban la idea de que Oliver los había delatado.

– Fue Sebastián– dijo Alexis

– Fue Alexis– dijo Emiliano

– Fue Emiliano– dijo Sebastián

Repentinamente todos se acusaban en unos pocos segundos.

Mire a todos atentamente, alcé una ceja para que se dieran cuenta de que no estaba jugando. 
Parecieron notarlo, puesto que inmediatamente todos bajaron la cabeza.

– Fue nuestra culpa, lo sentimos– se disculparon.

Negué divertida ante tal situación. Al parecer todos le guardaron secretos a Oliver, secretos que al final fueron revelados.

– De acuerdo, hemos entendido. Ahora, ¿Qué se supone que haras?– preguntó Alexis, esta vez parecía estar concentrado en la situación.

– Tendrás que pensar en algo, ¿Qué dirán tus padres?– emiliano prosiguió con el interrogatorio.

– Tenemos que ayudarla– sugirió Sebastián.

Voltee a ver a Oliver, quien se mostraba alegre. Parece que aún le agradan.

– Mis padres no llegarán en unas semanas, tengo tiempo para pensar en algo. Por el momento, Oliver estará conmigo, y necesito su ayuda. Hay algunas cosas que Oliver debe saber– todos miramos a Oliver, ellos confundidos y yo decidida– Cosas, de hombres.

Una sonrisa gigante empezó a notarse en el rostro de los tres chicos. Mientras que Oliver, solo se mostró asustado.

Oliver
Podría jurar que en este preciso momento estos tipos parecen Rottweilers, unos rottweilers algo peligrosos, pero divertidos.

Son geniales. 

















 

– ¡Oliver sal de ahí!– hablé lo suficientemente fuerte para que me escuchara detrás de las paredes del baño de chicos– Oliver, creeme que después todo tendrá sentido, ellos te están jugando una mala broma– miré a los chicos quienes se encontraban riendo por lo bajo.

– Se tomó muy enserio lo que le dijimos– Sebastián trataba de no reír, pero sus mejillas empezaban a estirarse.

– Que infantiles son, Oliver creerá todo lo que salga de su boca. Deben tener más cuidado con sus bromitas– me queje molesta.

Había dejado a Oliver con ellos, pensé que sería buena idea que le explicarán cosas básicas. Creí que entre hombres se entenderían mejor, pero resulta que en unos pocos minutos lograron que Oliver cayera en una broma muy pesada. Ahora se encuentra encerrado en el baño, y no hay manera de que entre. Me sacarían a patadas de ese lugar.

– Oliver, hablemos al respecto– dije y mi eco resonó por el baño.

Fue mi error haberlo dejado con este trío de bromistas empedernidos.

– ¿Es cierto?– la voz de Oliver se escuchó desde dentro de los sanitarios– ¿Mi cabeza será del tamaño de una nuez cada vez que vaya al baño? ¿Me convertiré en un enano cuando duerma? ¿Qué pasa si no quiero vivir en una aldea de duendes verdes? ¡Quiero estar aquí, contigo!– Oliver se mostraba angustiado, también lo estaría si estuviera en la misma situación que él.

– Fue su idea lo de la aldea con duendes – Alexis señaló a Emiliano acusatoriamente.

– No creí que lo tomaría tan enserio– emiliano se escuchaba de alguna forma arrepentido, en realidad, el trío de bromistas había dejado de reír y empezaba a notar lo serio de la situación.

– Iré a hablar con él–  dijo Alexis acercándose al pomo de la puerta hacia los sanitarios.

– No– interrumpí– Yo hablaré con él.

Me acerqué nuevamente a la puerta para que Oliver pudiera escucharme.

– Oliver– lo llamé– Ven, muéstrame a que le temes, te abrazaré tan fuerte que lo olvidarás, ¿Puedes?– insistí.

Los chicos me miraron con incertidumbre. Oliver siempre será algo difícil de tratar.

Escuché un click. Probablemente el seguro de la puerta de su baño.

Funcionó.

Esperaba ver a Oliver cruzando la puerta, pero solo pude oír unos tacones resonando por el pasillo. Espero que no sea lo que creo que es.

– Hola bebés– su voz se hizo presente en menos de unos cuantos segundos.

– Hola Cattleya– sin previo aviso otra voz conocida se hizo notar. Jorge y Sara, estaban aquí.

Me gire malhumorada, al predecir lo que iba a suceder a continuación.

– ¿Ahora que necesitan?– espetó Alexis con cierta molestia.

– De ti nada– hablo Jorge y me miró detenidamente– Yo quiero hablar contigo.

– Oye Jorge, no seas tan grosero. Estos bombones solo hicieron una pregunta, les daré una respuesta– Sara camino vacilando, me pasó de largo y fue hacia los chicos.



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En el texto hay: perros, amor, amistades

Editado: 18.07.2019

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