Una Novia Para Mi Papá

Capítulo 7: Viajé de negocio a las Bahamas.

Luciana, comenzó a despertar gradualmente tras los sedantes y abrió los ojos. Al ver a su papá, se rió.
—Papá—mencionó Luciana con su voz angelical y dulce.
Ricardo, al oír a su hija, le dio besos por todas partes.
—Mi precioso tesoro, ¿cómo te encuentras?—preguntó con preocupación.
—Estoy bien, papá, ya no me molesta tanto, quiero irme—dijo Luciana, haciendo puchero.
—No podemos marcharnos hasta que te recuperes—respondió Ricardo con ternura.
—Papá, ¿dónde se encuentra mamá Sara?—preguntó Luciana, sintiendo su ausencia.
—Sara está fuera, ha estado muy preocupada por ti. Deseo hacerte una consulta: ¿quién te llevó el dulce que provocó esa reacción alérgica, fue Sara o Chantal?—preguntó Ricardo, intentando reunir las pruebas.
Luciana sintió algo de nervios por la pregunta, pero respondió con total sinceridad.
—Papá, Sara no fue, porque me trajo el almuerzo que le pediste, ya que tenía bastante hambre. Fue Chantal, ya que ella me trajo el postre de durazno —reveló Luciana.
—Agradezco tu sinceridad, pequeña. Sabes cuánto te quiero, no deseo que nada te ocurra —dijo Ricardo, con los ojos llenos de lágrimas.
—Yo también te quiero un montón, pero echo de menos a mi mamá —respondió Luciana, con pena en su corazón.
Ricardo, al oír las palabras de su hija, sintió una carga que lo estaba inquietando. No estaba seguro si era por la pena o porque también echaba de menos a su esposa, Diana. Inhaló profundamente y comenzó a hablar.
—Tu mamá está de viaje, mi amor. Ella también te ama, mucho —falsificó Ricardo, con el corazón destrozado.
—Voy a contactar a tu tía Beatriz; probablemente esté inquieta,porque no hemos ido a la casa —le comentó Ricardo sonriendo.
Ricardo, sacó su teléfono de su bolsillo y contactó a su hermana.
—Hola, buen día, hermana. ¿Cómo has estado? —preguntó Ricardo con ternura.
—Ricardo, ¿en qué lugar estuviste? ¿Dónde se encuentra mi sobrina Luciana? —gritó Beatriz alarmada.
—Tranquila, hermana, en un solo día han sucedido muchas cosas. Primero, mi hija Luciana cayó enferma. En segundo lugar, experimentó una alergia debido a un postre. Te pido tu ayuda —le dijo Ricardo con tranquilidad.
—Ay, pobre de mí, mi pequeña Luciana. ¿A qué se debe la reacción alérgica? —preguntó Beatriz, confundida.
—Luciana comió un postre de melocotón, le salieron ronchas por todas partes; la consecuencia es que es alérgica a algunos dulces. Te pido que, por favor, me consigas ropa para Luciana y para mí, ya que debo viajar. Con el fin de que cuides a tu sobrina hasta que llegue, es un viaje de trabajo; es fundamental—pidió Ricardo con preocupación.
—De acuerdo, llevaré la ropa; por favor, cuídate, hermano. Esos inversionistas son riesgosos, son de cuidado—le advirtió Beatriz.
—Gracias, por cuidarme hermana, no te preocupes tomaré precauciones—contestó Ricardo, colgó la llamada.
—Mi tesoro, tu tía Beatriz está en camino; ella se encargará de ti, ya que tengo que viajar. Pronto regresaré —dijo Ricardo, besando en la mejilla a su pequeña.
En ese instante apareció la enfermera para modificar el tratamiento de Luciana. Ricardo abandonó la habitación y se dirigió a la sala de espera donde se encontraba Sara.
***
Beatriz González tenía alrededor de 30 años. Ella poseía una hermosa figura delgada y era la hermana menor de sus dos hermanos, Diego y Ricardo.
Desde su infancia, tuvo que enfocarse en laborar y cuidar de sus hermanos. Su hermano Diego murió en un ataque vinculado al narcotráfico que tuvo lugar en las Bahamas.
Diego, formaba parte de la mafia, pero debido a su ineptitud, invirtió dinero y no realizó el pago a tiempo. Por eso, Beatriz protegía a su hermano Ricardo, porque no deseaba que le ocurriese, lo mismo que pasó a su hermano Diego.
Beatriz , preparó una maleta, metió la vestimenta laboral de su hermano Ricardo y algunas otras cosas. Salió de la habitación, se dirigió al cuarto de su sobrina Luciana, donde buscó una mochila. Colocó la ropa en la mochila, agarró las llaves de la casa y se dirigió al hospital.
Mientras Beatriz, se dirigía al hospital, Ricardo charlaba con su asistente Sara.
—Secretaria Sara, nuestro viaje de trabajo es esta semana—le comunicó Ricardo algo nervioso.
—Jefe, necesito encontrar prendas más cómodas para el viaje y conversar con mi familia—le comentó Sara.
—Está bien, te aguardo en el aeropuerto. Nos van a recoger en un jet privado para llevarnos a las Bahamas—respondió Ricardo.
Luego, Beatriz arribó al hospital, aparcó en la entrada, ingresó al edificio y se encaminó a la recepción.
—Hola, buen día, ¿puedo obtener información sobre una paciente de nombre Luciana González? Soy la tíal—comentó Beatriz con amabilidad.
Una de las enfermeras contestó.
—Hola, señorita. Su sobrina está en unidad de hospitalización y su estado es estable. Permanezca en la sala de espera; le avisaré cuando pueda pasar—le informó la enfermera, indicándole el camino.
Beatriz, se dirigió a la sala y vio a su hermano Ricardo, hablando con una chica. La semejanza que ella tenía con su cuñada fallecida le causó asombro.
Interrumpió el diálogo.
—¡Hola, hermano!—exclamó Beatriz con una sonrisa mientras lo abrazaba.
—Hola. Qué bien que has llegado. Perdona la falta de caballerosidad; te presento a mi nueva asistente, Sara—comentó Ricardo, amablemente.
—¡Hola, Sara! Encantada de conocerte; soy Beatriz, la hermana de Ricardo —dijo, asombrada al verla.
—Hola, es un gusto conocerte, Beatriz. Jefe, necesito recoger las cosas para el viaje —dijo Sara al coger su bolso.
—Claro, no demores demasiado; te aguardo en el aeropuerto—contestó Ricardo.
Sara, salió del hospital y tomó un taxi que la llevaría a su casa.
Alistar todo para el viaje de trabajo con su jefe.
Poco después, Sara, arribó a su hogar, pagó al taxi, salió del coche y abrió la puerta de su casa.
Al pasar, su madre Isabel, estaba organizando todo para ir a vender los bollitos de maíz.
Sara, se dirigió a su habitación; luego, buscó la maleta, metió varios vestidos que le serían útiles para el viaje de negocios y sus pertenencias personales. Se duchó con agua caliente, se vistió de nuevo, eligió un vestido más cómodo, se peinó y se maquilló un poco.
Después de salir de la habitación, se dirigió a la cocina donde se encontraba su madre.
—Mamá, tengo que irme de viaje con mi jefe; espero volver pronto. Te quiero mucho—comentó Sara al despedirse con ternura.
Al ver a Sara, su madre no pudo contener las lágrimas y la rodeó con sus brazos. Más tranquila, intentó comunicarse.
—Cuídate bien, mi querida; no dudes en comunicarte conmigo—se despidió Isabel con melancolía.
En la clínica:
La enfermera finalizó de administrarle el tratamiento a Luciana y se dirigió a la sala de espera, donde se encontraba el padre de Luciana.
—Perdón, ya pueden entrar a visitarla—le señaló la enfermera.
—Gracias, enfermera—respondió amablemente Beatriz.
Beatriz pasó la maleta a Ricardo y se dirigió con el bolso de su sobrina Luciana a la habitación donde se encontraba.
Ricardo, cogió su móvil y contactó a uno de los inversionistas de las Bahamas.
—¿Hola? Saludos, buen día. Me dirijo al aeropuerto; no deseo engaños, llevo el dinero—expresó Ricardo organizando todo.
—Hola, usted hace su parte del acuerdo, nosotros haremos la nuestra—aclaró, irritado, Adrián.
Sara entró en la habitación de su hermano Sebastián y le dijo adiós. El hermano de Sara le dio un abrazo. Luego, Sara se fue de la casa. Antes de irse, se puso la medalla que su mamá, Isabel, le había dado para que la protegiera.
Abordó un taxi en la estación. Uno de los taxis arribó; el chofer salió del vehículo, colocó la maleta en el maletero y luego se instaló Sara. Se fueron hacia el aeropuerto.
Ricardo, no solo traería el dinero para los inversionistas, sino que también ejecutaría la venganza, que había ideado en contra de su hermano Diego. Para vengar su fallecimiento, encontraría la manera de proteger a su bella secretaria, Sara. No deseaba que le ocurriera algo.
Ricardo, dejó el hospital y cogió un taxi en la parada. En ese momento, arribó el taxi, el chofer salió del vehículo, colocó la maleta en el maletero y luego subió Ricardo. Se encaminaban hacia el aeropuerto.
Los dos autos arribaron. Sara le dio el dinero al conductor, se salió del coche y el conductor le asistió con la maleta. Ricardo salió del coche, le dio dinero al conductor, que le ayudó a sacar la maleta y la dejó afuera. Se marcharon.
Al ingresar, el elegante avión privado de tonalidad negra estaba preparado. Uno de los guardias con aspecto amenazante recogió las maletas de Ricardo y Sara. Sara se sintió muy alarmada al observar el aspecto del guardia y se acercó a Ricardo.
Al llegar al jet, el guardia cargó las maletas y Ricardo y Sara abordaron. Las puertas del avión se sellaron y empezó a despegar.
Mientras Sara, apreciaba el paisaje, Ricardo se dirigió a una de las habitaciones del jet, se dio un baño caliente y después se vistió con su traje formal y corbata. Armó el arma que tenía oculta por si ocurría algo. Puso las balas, la mantuvo limpia y la guardó detrás de su saco.
Preparo el dinero para que estuviera completo, lo metió al maletín, salió de la habitación, tomó asiento al lado de Sara.



#1617 en Novela romántica

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Editado: 05.08.2025

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