Una Novia Para Mi Papá

Maratón de 3 capítulos . Capítulo 9: «Decidí dame una oportunidad »

Al concluir la reunión con los inversionistas en el club, Ricardo salió del lugar con su escolta personal.
Ricardo entró primero al automóvil y luego lo hizo el escolta; se dirigieron al resort para descansar un poco antes de la reunión planificada.
En el trayecto, Ricardo optó por invitar a su asistente Sara a beber algo y a revelarle sus emociones. Al estar junto a ella, no podía resistir el deseo de besarla o de tenerla. A pesar de los límites establecidos, era consciente de que la relación estaba prohibida. No lograba dominar sus emociones.
Al llegar al resort, el coche se aparcó en la entrada. Ricardo descendió, entró, ascendió por las escaleras y cruzó la habitación de Sara.
Tocó la puerta de su cuarto.
Sin embargo, Sara se había quedado dormida por el cansancio. Al escuchar el sonido de la puerta, se levantó.
Se abrió.
—Buenas noches—dijo Sara, que acababa de despertar, vestida con su pijama y con el botón sin abrochar.
Ricardo, inhaló profundamente, intentó dominarse porque al verla en su pijama tan atractivo con su bella figura sintió su intimidad endurecerse.
—Buenas noches, secretaria Sara, lamento molestarte a esta hora, deseaba hacerte una invitación antes de la reunión—manifestó Ricardo, con nerviosismo, sintiéndose acalorado.
Sara, guardó silencio por un momento al darse cuenta de que estaba en pijama y se sonrojó levemente.
Se abrochó el botón de la camisa
—Jefe, disculpa, me dormí, el trayecto fue muy cansado. —¿De qué clase de invitación se trata?—se disculpó.
—La propuesta es para disfrutar de una bebida y bailar un rato, así aprovechamos este hermoso sitio—respondió Ricardo, sintiéndose más caliente.
—Jefe, con todo el respeto, yo no bebo. Podemos ir a bailar, pero a beber no—dijo Sara, hablándole con seriedad.
—Está bien, iremos a bailar, nos vemos en un momento—se despidió Ricardo. Se dirigió a su habitación.
Sara, cerró la puerta del cuarto y se preparó para la salida que tendría con su jefe .
***
Al entrar Ricardo en su cuarto, cerró la puerta.
Después, tomó una ducha caliente para calmar el calor que había sentido.
Después de la ducha, Ricardo se vistió con ropa relajada y se colocó el reloj en su muñeca.
Se peinó el cabello, recordó.
¿Qué diablos me está pasando con esa mujer? No puedo frenar mis deseos de estar a su lado, esto es un absoluto caos.
Trató de estructurar sus pensamientos, pero los recuerdos de su encantadora asistente en pijama inundaban su mente, y percibía cómo su deseo comenzaba a avivarse de nuevo.
Ricardo inhaló profundamente, tomó un sorbo de agua para calmar sus deseos.
Finalmente abandonó la habitación y se dirigió hacia las escaleras.
Para esa ocasión, Sara buscó en el clóset un hermoso vestido para ponerse. Elegió un vestido ajustado con un ligero escote, se alisó el cabello, se maquilló los ojos y los labios, se calzó las zapatillas negras, tomó las llaves de cuatro y su bolso, y salió de la habitación.
Al descender, Ricardo quedó asombrado al observar a su secretaria tan preciosa con ese atuendo.
Inhalo profundamente y expreso.
—¡Qué bella luces!—le dijo Ricardo, elogiándola.
—Gracias, jefe, usted también luce muy bien—respondió Sara, sonrojada.
Ricardo salió con Sara hacia la discoteca.
Que se encontraba en el mismo resort, al ingresar el lugar estaba bien iluminado y tenía una bonita atmósfera gracias a la música.
Sara estaba inquieta, no estaba segura de sí lo estaba haciendo correctamente. Nunca había estado en una discoteca; al llegar, el mesero lo recibió y lo condujo a una hermosa mesa roja, donde ambos se sentaron.
El camarero se aproximó.
—Buenas noches, ¿quieren algo de beber? —preguntó con amabilidad, sosteniendo el bloc de notas.
—Buenas noches, si deseamos hacer un pedido. Deseo un vaso de whisky y para la dama, un cóctel de frutas, por favor —contestó Ricardo.
—Genial, ya vuelvo con sus pedidos—se despidió el camarero.
Pusieron una balada, y todos los que estaban en sus mesas, se dirigieron a la pista para bailar.
—Señorita, ¿me permite esta pieza para bailar?—preguntó Ricardo mientras le tomaba la mano.
Sara con rubor en el rostro.
—Está bien, lo acepto—respondió.
Sara se levantó de la silla de la mesa y fue hacia la pista de baile con Ricardo.
Ricardo, la sostuvo suavemente por la cintura y comenzaron a bailar; al estar tan cerca, no pudo evitar admirar sus hermosos ojos marrones y sus labios carnosos, dejándose llevar por sus deseos y la besó.
Sara, inicialmente no devolvió el beso, pero luego lo continuó con el beso.
Al concluir la canción, Sandra respiró hondo y se distanció de Ricardo.
Los dos regresaron a sus lugares.
—Sara necesito contarte algo que es muy significativo para mí—expresó Ricardo con ternura.
—¿Qué ocurre, Ricardo?—preguntó Sara con la voz temblorosa, mientras su respiración se aceleraba.
En ese instante, apareció el camarero con las bebidas y las puso sobre la mesa antes de alejarse.
Antes de hablar, Ricardo, bebió un trago de su vaso de whisky.
—Desde que comenzaste a trabajar en la empresa, para mí. Has reavivado emociones que había dejado de experimentar. Con el fallecimiento de mi esposa hace unos días—le contó Ricardo sintiendo su corazón acelerado.
—¿De qué hablas, jefe?—respondió Sara, llena de desconcierto.
Ricardo tomó otro trago del vaso de whisky. Se desabrochó un botón de su camisa negra.
—Entiendo que es difícil de comprender, tampoco soy experto con las palabras, me siento como un infante. Desde que empezaste a trabajar conmigo en mi empresa, no puedo verte solo como mi secretaria, sino como una mujer, pues me enamoré de ti . Eres extremadamente bella y cautivadora—expresó Ricardo compartiendo sus emociones.
Sara, no tuvo palabras para contestar a la confesión de su jefe, cogió su cóctel de frutas y se lo bebió.
Transcurridos unos minutos, hablo.
—Agradezco lo que dices, pero no puedo aceptar que suceda algo entre los dos, es preferible mantener la distancia—respondió Sara, rechazándolo.
—Sara, no puedo aceptar tu respuesta; por favor, reflexiona sobre ello. Podemos mantener una relación amorosa oculta para prevenir rumores en la empresa, una vez que se cumpla el primer aniversario del fallecimiento de mi difunta esposa. Podemos establecer una relación formal. No puedo continuar en silencio sobre lo que siento—responde Ricardo, rechazando aceptar la decisión.
—Ricardo, te equivocas mucho, no deseo tener ninguna relación secreta. Menos deseo asumir el rol de tu amada esposa fallecida, lamento profundamente. Deseo irme, solo vine por un viaje de trabajo, no para tratar temas emocionales—frustra a Sara, intentando contener las lágrimas.
—Te pido perdón, lamento mucho lo que pasó—dijo Ricardo con tristeza en su interior.
Luego apareció el mesero.
—Por favor, tráeme la cuenta para poder pagar—pidió Ricardo.
—Ahora vengo, tomó las copas de la mesa—comentó el camarero.
Unos instantes después.
El camarero trajo la cuenta y la dejó sobre la mesa.
Ricardo, tomó el dinero de su bolsillo, pagó, salieron de la discoteca.
Al regresar al resort, subieron las escaleras; Sara se dirigió a su habitación, al igual que Ricardo a la suya.
Dentro de la habitación, Sara se puso el pijama para dormir al cambiarse de ropa.
No puedo contener las lágrimas, resultado de la ira que experimentaba, no podía ocultar que sentía lo mismo que su superior.
Se había encariñado, pero no deseaba una relación secreta; quería una relación oficial que la gente conociera.
Sentía su corazón destruido y descompuesto.
Sara, limpió sus lágrimas con un pañuelo y se tumbó en la cama.
Mientras Sara, intentaba dormir, la propuesta de su jefe le hacía girar los pensamientos, aunque deseaba decirle que sí. Iniciar una relación con él. Temía que no iba a funcionar.
En la habitación de Ricardo, se vistió con su ropa para dormir.
Su corazón se sentía trizas, las lágrimas empezaron a caer de sus ojos.
Deseaba ir corriendo a encontrar a Sara, abrazarla y demostrarle que realmente la quería, pero se esforzó por tranquilizarse y decidió esperar a que todo se calmara.
En su mente solo tenía una idea, hacer justicia por la muerte de su hermano Diego. Eliminarlos.
A pesar de la ira que experimentaba, deseando vengar la muerte de su hermano, su corazón y sus labios le recordaban aquel exquisito beso que compartió con su secretaria.
Ricardo, se instaló en la cama y se tumbó a descansar, porque al siguiente día . Sería un día ocupado.



#2494 en Novela romántica

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Editado: 15.08.2025

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