Mi día empezaba igual que cada mañana, me levanto al amanecer y Rosa, mi empleada, ya tenía listo mi desayuno, como siempre vestía elegante, era uno de los jefes y tenía que estar impecable.
—Buenos días, señor Jonás —me recibe Rosa con mi desayuno, ya listo.
—Buen día, gracias, puedes retirarte.
—Hay un problema señor —me dice y la miré confundido.
—¿Cuál? —le consulto mientras unto una tostada con queso.
—La señorita que está en la habitación de huéspedes.
—¿Que señorita? —enseguida me levanté y fui a ver de qué se trataba.
—Ve que no le miento —me dice en voz baja Rosa, quien estaba detrás de mí.
—Ven —le dije y fuimos a la cocina, bebí un sorbo de mi café, luego tomé mi saco, maletín, llaves y móvil.
—¿A dónde va, señor? ¿No va a desayunar?
—Por culpa de esa bruja, tendré que desayunar en la oficina, haz que se vaya, al volver esta noche no la quiero aquí —dije solo aquello y me fui.
—Buenos días, Jonás —me saluda la secretaria de recepción, quien cada mañana me recibe toda alegre.
—Buen día, linda, me haces un favor —sabía que ella no se iba a negar, tenía que usar mis encantos a mi favor.
—¡Sí, dime! —me responde muy coqueta.
—No desayune cariño y no quiero que me baje el azúcar, me compras un café doble.
—Claro que sí, enseguida te lo llevo —salió corriendo y subí a mi piso.
—¿Hola? Saludo a la señorita que estaba en mi oficina.
—¡Hola! Me llamo Mariana, la nueva Babysitter de Dulce.
—No veo a mi sobrina aquí, ¿Qué hace aquí?
—Jonás, hola —aparece Bethany.
—¿Qué está pasando aquí Beth?
—Disculpa, le pedí a Mariana que me espere en tu oficina, es que las Baldi están aquí.
—¿Los Baldi están aquí?
—Es lo que te acabo de decir, justo yo llame a Mariana a la entrevista, espero no te moleste que use tu oficina.
—Si a ella no le molesta, a mí menos ¿Puedo ir a la reunión?
—No, y antes que preguntes, Katalia no quiere verte.
—Esa maldita perra —dije sin darme cuenta de la presencia de la babysitter.
—Eh, podrás hacerle la entrevista a Mariana, no es que no quiera hacerme cargo, pero Jeremy me necesita en la junta —me pide Beth y asiento.
—Eh sí, que pase —digo y paso hasta mi sillón.
—Jonás, ella está ahí —me dice como si fuera obvio y sonrió.
—Discúlpame, no estoy aquí, pero ve tranquila —Beth me mira y no si dice nada, enseguida se va.
Enciendo mi computadora y me acomodo en mi sillón, me quedo pensando serio y observo a la postulante a Babysitter, quien tenía cara de pánico.
—Muy bien, ¿Marina? Cuéntame sobre ti, tu experiencia con niños —no sabía que debía preguntar y le consulte eso.
—¡Me llamo Mariana!, y solo cuidé a mis hermanos, por eso me postulé al cargo cuando lo leí en los clasificados.
—Okay, ¿cuántos años tienes?
—24 años.
—¿Estudiante?
—Por ahora no.
—Entonces, ¿no haces nada?
—¿Perdón?
—No me malinterpretes, pero deberías estar estudiando ¿No crees?
—No vine a buscar consejero, solo trabajo.
—Tienes razón, bueno, estás contratada, pasa por Recursos Humanos —me intento deshacer de ella rápido, ya que no estaba de humor para nadie.
—¿Así de fácil? —me cuestiona.
—No querías el empleo.
—¡Sí! Pero y si soy una asesina serial o algo peor —me hace reír con lo que dice, y relamo mis labios jugando con ella.
—A ver Marina, eres una niña con cara de susto, se nota a lo lejos que no matas ni una mosca, ahora ve por tu contrato, antes que cambie de opinión.
—Bueno, gracias, una última consulta.
—Sí, dime.
—¿Usted es el papá de la niña que cuidaré?
—Sí, pero nadie lo sabe, pero tranquila no tratarás conmigo, ya que es un secreto —hago una seña con mi mano sobre mi boca.
—¡Mejor!
—¿Qué?
—Nada, con permiso —se levantó rápido para irse y no la detuve, puesto que no quería pelear con ella.