Una novia para mi tío

Capítulo 4

Mariana (Nina)

 

Llegue a casa exhausta, el viaje hasta la casa de mi jefa es largo, viajar en tren tantas horas me cansaban.

Para mi sorpresa al llegar ni madre aún seguía en casa, eso me pareció extraño, pero era lo mejor, ya que Maite la extraña mucho, debo decir que yo también, a veces la vida es complicada sin ella aquí.

—Hola mamá, ¿no te fuiste?

—¡No! Mi jefe me dio unos días de descanso, no quiero que trabajes Nina.

—¿Y por eso pediste el descanso?

—No, pero quiero convencerte de que debes estudiar antes que trabajar, quiero que formes un buen futuro y no hagas como yo.

—Mamá, si puedo hacer las dos cosas, además este año está perdido, el que viene entraré en la universidad, te lo prometo.

—Vengo escuchando eso desde hace años, y siempre buscas la manera de desobedecerme.

—Sabes que lo hago para ayudarte, además Maite me necesita en casa.

—Ya te dije que ella no es tu responsabilidad.

—Por más que insistas, seguiré con mis trabajos, de noche en el casino y de día con la familia Romanov.

—Se suponía que solo estarías en el Casino, te lo permito porque dijiste…

—Ya sé lo que dije, pero este empleo de babysitter, me da mucho dinero y no lo voy a dejar, además la niña ya se encariñó conmigo, no hay vuelta atrás mamá, ahora no te preocupes que nuestras deudas se achicaran y Pilar está estudiando sin tener que salir a hacer algo extra, déjame ayudarte.

—Te doy solo por este año, deberás dejar un empleo.

—Está bien, pero aún tengo 365 días, ahora me voy a dar una ducha que tengo que ir al Casino, a mi jefa no le gustan los retrasos —me acerque a mamá y le dejó un beso en la mejilla.

Hacía unos años que trabajaba como mesera en el casino de la ciudad, iba tres veces por semana, allí tenía buenas propinas además del sueldo, pero ni con eso lograba ayudar a mamá a pagar la deuda que nuestro padre dejo al morir, él era un jugador empedernido, por eso cuando supe de la deuda, hable con la dueña, para que mi sueldo sea forma de pago y ella aceptó.

Sabía que al pasar un año no dejaría ningún empleo y mi madre no tendrá más que resignarse a que ya soy adulta y mis decisiones me corresponden solo a mí, mientras ella acepta eso, yo seguiré con lo mío.

Mientras me duchaba a mi mente venía la imagen del engreído bueno para nada de Jonás Romanov, no entendía porque lo pensaba tanto si lo detestaba.

Una vez lista, salí rumbo al casino, me quedaba a una hora de casa caminando, entonces me subía en mis patines, llegaba siempre media hora antes, lo que me daba tiempo de cambiarme.

Mi ropa aquí era muy diferente a la que yo solía usar, falda corta, con top, mi cabello lo usaba suelto y mi rostro supermaquillado.

—Hola Nina, ya empezó tu turno cielo —me dice mi encargada y voy por mi bandeja para empezar a servir a los clientes.

—¿Qué mesa me toco?

—La 24 —me dice, me dispongo a ir, pero me detengo cuando veo una cara conocida.

—¡No puede ser! — exclamé en voz alta y mi encargada lo escucho.

—¿Sucede algo Nina? —me cuestiona, mientras mi vista sigue fija en ese hombre.

—No nada —respiro profundo y tomo valor, si tenía que renunciar al empleo de babysitter porque trabajo aquí, lo haría.

 

Jonás

 

—Dichosos los ojos que te ven Oliver —le digo a mi amigo, quien apareció esta noche en casa.

—Si la Montañana no viene a mí, debo ir a ella, ¿No crees? —me dice en referencia del mensaje que me envió y no respondí.

—Se supone que no voy a salir.

—¿Y desde cuándo te volviste tan ermitaño?

—Trabajo mañana y con Jeremy fuera del país, estoy a cargo del Bufete.

—Pero que te hacen dos horas en el casino, además hace mucho que no vamos, podemos conseguir buena compañía allí.

—Voy, pero una hora, nada más y nada de compañías, no quiero otra bruja aquí metida.

—Como tú quieras, ahora vamos, cámbiate.

Salí junto con Oliver al casino de la ciudad, no tenía muchas ganas, pero unas horas de diversión no venían mal.

—¿Pedimos whisky? —me consulta mientras levanta su mano llamando a la camarera.

—Lo que sea —dije sin ganas.

—¿Por qué se tarda? —expreso fastidiado y volvió a levantar su mano.

—Tal vez te vio cara de pervertido y no quiere venir.

—No seas imbécil, allí viene.

—Buenas noches, bienvenidos al casino de la ciudad ¿Qué les sirvo? —al oír aquella voz la curiosidad llamo mi atención y la miré, tal fue mi sorpresa que no podía creer que era ella.

—Hola Nina… —levanto mi mano para que Oliver se calle.

—No le gusta que la llamen así, ¿Verdad Mariana? —ella blanquea sus ojos ante lo que dije y Oliver tenía cara de confusión.

—¿Ustedes se conocen?

—¡Sí! —exclame.

—¡No! —respondió ella.

—No entiendo, se conocen, ¿sí o no? —cuestiona Oliver y me quedo mirando a la babysitter, quien al parecer los ratones le comieron la lengua.




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