Una Novia Para Navidad

Una Novia Para Navidad (Parte 4)

Eliza irradiaba felicidad, el príncipe Benjamín era exactamente lo que ella siempre pensó. Era dulce, amable, caballeroso, respetuoso, amigable, y demás cosas que no le alcanzaría la vida para nombrar. Desde aquel día en el que se conocieron, no dejaron de encontrarse y hablar por horas. Ben le aseguraba que ella era su princesa de Navidad y Eli cada día estaba más segura que así era, sólo tenían que esperar el día de navidad y podrían estar juntos por siempre. El príncipe incluso le había presentado a los reyes; la reina Margaret no podía estar más que contenta con la nueva relación que tenía su hijo, sin embargo, el rey Bruno estaba reticente a creerlo, decía que había que esperar el día y seguir la tradición.

La joven Eliza aún no le había contado a su abuela, no había encontrado la oportunidad, pero justo ahora, que estaba desocupada y despierta, se lo diría.

—Eliza, ¿Dónde has estado? Llevas días desapareciendo al atardecer y no regresas hasta muy tarde —la interrogó su abuela apenas la vio.

Eli sonriendo le contestó:

—Son buenas noticias abuela, no lo me lo vas a creer, pero Ben y yo lo creemos así. Soy la novia de Navidad.

Su abuela contrajo el rostro y mantuvo esa expresión durante unos segundos, no obstante, a los pocos segundos empezó a reír con gran algarabía. Cuando terminó su momento de burla le dijo:

—Eso es lo más ridículo que he escuchado en toda mi larga vida. Tú no eres la novia de Navidad, jamás podrías serlo —aseveró.

Eliza no entendía porque su abuela era tan cruel, sí, quizá había una posibilidad de que ella no fuera la indicada, pero no entendía por qué su abuela parecía tan segura de lo que expresaba.

—¿Por qué estás tan segura? Lo que el Ben y yo sentimos es real, tengo que ser yo, él también lo siente.

—No seas ilusa Eliza, lo que sientes es solo un capricho. Tú no amas a ese jovencito, y él tampoco a ti, no están destinados.

La chica no lo aceptaba, su abuela no podría saberlo, sólo quería separarlo. No lo lograría, su amor podría más.

—No sé por qué crees todo eso, abuela, pero te aseguro que nuestro amor es más fuerte que todas tus necedades. Yo soy la novia de Navidad —aseguró con firmeza.

—No lo eres —dijo la anciana con voz cansina —Nunca podrías serlo, nuestra familia no está destinada a eso, entre más rápido lo entiendas, mejor.

—¿Por qué? —dijo la joven con la voz rota —¿Por qué no quieres que sea feliz?

—Eliza —se acercó y le secó una lágrima que corría por su mejilla —Somos descendientes de la hechicera que le hizo la promesa a ese antiguo rey. ¿Por qué crees que conozco tan bien la historia? Generación tras generación eso ha sido nuestro legado. Somos seres mágicos y un día, cuando decidas aceptar con amor tu magia, tú tomarás mi lugar y no podrás hacerlo si estás ocupando el trono. Por eso la novia de Navidad nunca, pero nunca, provendrá de nuestra familia.

Eliza no quería creerlo, eso que su abuela decía no podía ser real, ella no podía estar vetada para el príncipe. Quería ser su princesa, lo necesitaba. Ella lo amaba desde que era una niña, y ahora que lo conocía realmente no quería soltarlo jamás.

—Eso no puede ser real —negó consecutivamente con su cabeza —mientes.

—No lo hago Eliza, compréndelo y haz que el joven también lo haga.

Eli estaba tan triste que ni siquiera respondió a su abuela, sólo corrió hacia su habitación y se encerró por horas. Llorando desconsoladamente. Aceptando poco a poco, que su amor con su príncipe no podría ser jamás. Y por primera vez en dos semanas, Eliza olvidó que Benjamín la esperaba como todas las tardes. Y él se cansó de esperarla porque ella nunca llegó.

 



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En el texto hay: navidad, amor, realeza

Editado: 11.05.2021

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