Benjamín estaba realmente preocupado, el día anterior, Eli no llegó a su encuentro. No lo comprendía, y la única razón lógica que encontraba, es que le hubiera sucedido algo. Eso le daba razones para querer averiguar qué había ocurrido, porque esperar hasta el próximo encuentro parecía una eternidad, y no estaba completamente seguro de que ella acudiera a verlo. Así que, con esa idea clara, Ben procedió a ir al hogar de su querida Eliza.
Al llegar, esperaba encontrarse con ella inmediatamente, pero la puerta fue abierta por la mujer que suponía, era su abuela. La mujer al verlo posó en su rostro una expresión de desagrado. Benjamín no entendía la razón, así que prefirió ignorarlo. Cuando preguntó por Eli, su abuela declaró que se encontraba indispuesta y no quería recibir a nadie, no obstante, la chica apareció y le pidió a su abuela que los dejara a solas.
El joven príncipe estaba muy feliz por verla, mirarla, y saber que se encontraba bien. Aunque ella no parecía muy contenta de verlo. Además, cargaba unas enormes ojeras, acompañadas de unos ojos rojizos que parecían provocadas por el llanto. Físicamente se encontraba estable, pero emocionalmente, no podía definir qué le pasaba.
—Hola —le dijo Eliza en un tono apenas audible.
Benjamín estaba tan preocupado, que fue inmediatamente al punto —¿Qué te sucede? Y no trates de evadir el tema porque es evidente que algo ocurre.
Eliza suspiró y lo invitó a sentarse en el sofá.
—No puedo seguir —Benjamín la miró extrañado —Me refiero a que no podemos estar juntos, no soy la chica que buscas. Siento hacerte creer algo que no podía ser.
Ben no entendía por qué le decía aquello, hace unos días todo era perfecto.
—¿Por qué? ¿Qué cambió?
—Yo he cambiado —bajó la cabeza—. Me di cuenta de que debo ser realista, nunca podría ser la novia que tu pueblo espera. No aceptarlo sería infligir y causarte daño a ti.
—Eso es absurdo —la tomó de la barbilla y le alzó el rostro—. Podemos probarlo, sólo tienes que asistir a la ceremonia.
—No lo entiendes. ¿Qué sucedería si al final no fuera yo? Al final tendrías que renunciar a mí. Sólo te ahorro un dolor innecesario —la chica sacudió el rostro y él apartó su mano.
Ben se negaba a aceptar las ideas de Eliza. No sabía que había provocado sus dudas, pero estaba seguro de que estaba equivocada, y él se lo probaría.
—Está bien, acepto lo que me pides. Solamente te pido una cosa: asiste a la ceremonia, hazme feliz con eso.
—No funcionará, entiende que…
—Hazlo, por favor —la interrumpió antes de que enunciara más negativas.
—Lo intentaré —dijo resignada.
—Gracias —le sonrió.
El príncipe se fue contento. Sabía que era ella y ninguna duda que Eliza albergara le haría pensar lo contrario.
Eli sabía que era una terrible idea, pero lo había prometido y aunque le rompiera el corazón, por segunda vez, lo haría, iría a observar a la próxima princesa de Navidad.