Una Novia Para Navidad

Una Novia Para Navidad (Parte 6 - Final)

Por el fin el día había llegado. El reino de Canterbury estaba dichoso, su príncipe al fin conocería a la próxima reina. Todos andaban de aquí para allá, ansiosos, esperando a que la celebración fuera perfecta, no podía ser de otro modo. A las siete de la noche, toda la población se encontraba reunida junto al gran árbol de navidad. Deseaban que el joven príncipe y sus progenitores aparecieran prontamente para observar el gran espectáculo. No tuvieron que esperar demasiado, a los pocos minutos aparecieron y se posicionaron en su lugar. Ahora sólo quedaba esperar a que la chica elegida apareciera.

— * —

Eliza se inmiscuyó entre las personas hasta que logró estar medianamente cerca, de los asientos de los integrantes de la realeza. La joven observó al príncipe y notó que este mantenía una sonrisa estática en su rostro, parecía que nada podía borrarla. Y ella comprendía por qué, aunque sabía que él estaba equivocado.

Eli ya sentía calambres en sus piernas, las horas pasaban y nada ocurría, las personas ya comenzaban a posar en su rostro una expresión de preocupación. La princesa de Navidad no aparecía. Cuando una llama de esperanza empezó florecer en ella, de la multitud emergió una joven con rizos dorados y una sonrisa resplandeciente que impactó a todos los presentes. A los pocos segundos, las personas comenzaron a vitorear de alegría.

Desde su posición, Benjamín se encontraba estupefacto, ese no era el resultado que él estaba esperando. No podía negar que aquella joven poseía una belleza impresionante, pero Ben sólo anhelaba estar con la joven que en estos momentos se escurría entre la gente, para irse de la celebración.

El príncipe observó a su alrededor, todos estaban aliviados, incluso sus padres, que en ese momento se acercaban a la recién aparecida con gran emoción. Él, por otra parte, no podía moverse de su lugar, deseaba que aquello no fuera real, que el rey y la reina no lo llamaran con gran apuro. Se encontraba en una gran dicotomía: cumplir con la tradición, o correr hacia el amor de su vida. Solo le costó unos segundos tomar su decisión.

Eliza caminó resignada entre el grupo de personas. Aun sabiendo la verdad, deseaba que el resultado hubiera sido distinto.

No alcanzó a dar muchos pasos porque alguien la tomó por el brazo. Ella se giró y se encontró con Benjamín. Su sonrisa no podía indicar otra cosa: la había elegido a ella, en frente de la novia de Navidad, de sus padres los reyes y de todo el reino. ¡Qué locura! Eli sólo pudo ofrecerle su mano y ambos con una gran felicidad empezaron a correr, lejos de todo el bullicio, de todas las complicaciones. Aunque su dicha no duró mucho porque delante suyo apareció un espectro de luz que les impidió avanzar.

—No lo hagas Eliza, ya te advertimos —declaró con firmeza el espectro de una mujer. Eliza enseguida comprendió quién era.

—Solo queremos ser felices —emitió con sufrimiento Eli.

—Jamás lo serán a costa de la infelicidad de otros.

—No sé quién eres —intervino Ben —Pero la decisión está tomada. No hay nada que puedas hacer para cambiar lo que sentimos.

El espectro lucía confundido. No entendía cómo su tradición pudo cambiar, el amor, como ella lo veía, sólo podía planearse, sino, no era fructuoso.

—Eliza, por favor —pronunció con dureza.

—No —exclamó ella con firmeza —quizás es momento de que las tradiciones cambien. Quizá ya no habrá deseos, pero tendrán reyes felices, que gobernarán de la misma forma. Además, soy como tú, buscaré la forma de darles lo que desean, estoy segura.

Benjamín estaba contrariado. Vaya que ocurrían cosas raras en su reino, esto ni siquiera debería sorprenderle, y aún así lo hizo. Miró a Eli y ella con un gesto le indicó que después le explicaría.

—No estoy de acuerdo, para mí así no funciona el amor, pero tú sabrás lo que haces Eliza, después de todo lo que le hemos prometido al pueblo aún está en tus manos.

Con eso último, el espectro, no del todo conforme, se desvaneció en el aire.

Eliza saltó de alegría y abrazo a Benjamín. Ahora si podrían estar juntos por siempre.

—¿Qué significa todo esto? —preguntó confundido el joven príncipe.

Eliza sólo río, y le dijo que pronto se enteraría. 

— * —

Ambos volvieron a la celebración y explicaron a todos los presentes, que ambos se amaban, y que una tradición tan antigua, no destruiría su amor. No todos estuvieron conformes, sobre todo el rey, así que Eliza, tuvo que explicar sus orígenes y hacerles entender que no había mejor candidata que una descendiente de aquella hechicera que los ayudó por generaciones. Además, se comprometió a despertar sus poderes para ofrecerles sus deseos del corazón. La mayoría estuvo conforme con ese hecho, y aceptaron con gran dicha la nueva relación.

Eliza y Benjamín, se casaron un año después, justo, el 25 de diciembre. El lugar favorito de los recién casados era el lago de los cisnes. Justo donde su amor empezó a florecer. Para esa época ya la pareja cisnes habían tenido a sus crías y ambos les gustaba observarlos desde la lejanía, recordando que fue junto a ellos donde pudieron enamorarse y vivir el gran amor que se tienen ahora. Si no se hubieran lanzado ese día, quizá las cosas serían diferentes. Eliza agradecía haber entrado a ese lago y poder estar por siempre con su amado príncipe  

Durante todo ese año, la chica se esforzó tanto que logró adquirir su habilidad para la magia. Hasta ahora, ya había otorgado varios deseos del corazón y faltaban cientos más que anhelaba entregarle a su pueblo. Todo el reino se encontraba feliz, porque manifestaban que no habrían podido encontrar una mejor novia de Navidad.



#38618 en Novela romántica
#25210 en Otros
#7664 en Relatos cortos

En el texto hay: navidad, amor, realeza

Editado: 11.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.