Una novia para papá

Capítulo 5: Rocco.

Capítulo 5

Rocco

Esto tenía que ser una broma. No podía creer que la chica de la cafetería estuviera aquí, con mi primo Marcelo.

Y una falda con cerezas.

No voy a ser un idiota como la última vez, admito que estaba un poco predispuesto por la conversación que tuve con Leslie y fui injusto con la chica. Anoche, recordando mis pensamientos y su vestido, admito que estuve fuera de lugar. No se le veía mal, solo era un poco colorido para una mujer mayor de dieciséis años. Pero ahora que lo pienso en frío, se le veía bonito. Y también la falda.

Bien la podría llevar una niña de la edad de Nina sin problemas, pero eso no quita que a la chica le sienta este estilo.

Ahora, que esté saliendo con Marcelo sí que es una inmensa sorpresa. Mi primo no es conocido por querer asentarse o buscar una relación seria, y no puedo imaginar a Gia en una relación sin futuro.

Sí, no la conozco, pero es la impresión que me da. Si, después de conocerla mejor resulta que sí está bien con ello, pues me alegro por ellos.

Pero en este momento el problema no es Gia, es Nina y su gran boca.

—Nina, ya hablamos de esto, no estoy buscando una novia. —Y agrego—: Y deja a Gia en paz.

Mi hija pone mala cara, pero su pesar se desvanece cuando una de sus primas le grita que vaya a jugar con ellos.

—¡Adiós, Gia! —Mira a Marcelo con rencor—. Esto no se ha acabado.

Me froto la cara con la mano antes de mirar a la feliz pareja.

—Perdón, cuando se le mete algo en la cabeza es casi imposible hacerla cambiar de opinión.

—Oh, no te preocupes, ella me gusta —Gia sonríe, mirando hacia el lugar por el que se ha ido Nina.

Marcelo, por otro lado, parece perdido.

—¿Alguien puede explicarme de qué se trató eso?

Gia suelta una risita, posando una mano en su hombro. Definitivamente no hacen buena pareja, discrepan mucho. Marcelo es muy ‒¿cómo decirlo sin sonar como un imbécil?‒ simple, el chico no es conocido por tomar riesgos y salir en busca de aventuras. En cambio, Gia parece el tipo de chica que es un riesgo y una aventura, todo en uno. Nada más hay que ver su guardarropa.

—La nueva afición de Nina es buscarme una novia, y cuando conoció a Gia en la cafetería de Laurie ayer, creyó que sería divertido pedirle una cita en mi nombre.

Las cejas de mi primo se alzan y mira a Gia, conteniendo una sonrisa.

—Vaya, una niña está intentando robarte de mí.

Quiero acotar que ella no es de su propiedad y que Nina tampoco puede “robar” a Gia, pero no mi asunto, así que cierro la boca.

—Es una dulzura, creo que quiero una igual.

Gia está mirando a mi hija de nuevo, por lo que no nota la tensión que desprende Marcelo. Definitivamente él no está mirando el mismo futuro que Gia.

Lo observo con una ceja arqueada y él solo se encoge de hombros. Cuando Gia vuelve a mirarlo, esboza una sonrisa de lo más falsa.

Creo que nunca había querido golpear a alguien tanto como quiero golpear a Marcelo ahora. Si no quiere lo mismo que ella, ¿por qué la ilusiona? Se nota que ella quiere cosas que él no, y no es justo que la engañe de ese modo.

—¿Eso es limonada? —pregunta ella, mirando la mesa con una jarra grande con limonada, una que mi tía pone en cada reunión familiar.

—Sí, mi madre es la reina de la limonada —responde Marcelo—. ¿Quieres un poco?

Gia le muestra una sonrisa de dentadura perfecta y sus ojos se iluminan.

Demonios, la chica cree que él es perfecto. Una razón más para querer golpear a Marcelo.

—Vuelvo en un segundo. —Marcelo, con expresión divertida, me mira—. No intentes llevarte a mi chica mientras no estoy.

—Ese es el trabajo de Nina, no el mío.

Riendo, se aleja.

No me llevo mal con él, es un buen tipo. Sin embargo, me gustaría darle una lección a fuerza de golpes para hacerle entender que jugar con las mujeres no está bien. Ya no estamos en secundaria, debería madurar y ser sincero con ella de una vez por todas.

—No he visto a tu hermana, ¿ella está aquí?

—Ella siempre llega tarde a estas reuniones, aunque no debe faltar mucho para que nos haga dichosos con su presencia.

Gia suelta una risita y me permito sonreír de vuelta. Es muy fácil hacerla reír, y una risa real. No todo el mundo es capaz de reír con sinceridad en este tiempo.

O puede que solo me esté juntando con la gente equivocada.

—Ella es genial.

Se me enternece el corazón al escucharla. Parece que mi hermana le cae bien, y a mi hermana debe caerle bien ella o no estaría tan cómoda a su lado. No vi mucho de eso el domingo, pero no hace falta ser un gran observador cuando conozco a mi hermana muy bien.

—Sí, lo es —admito—. Pero no digas que dije eso.

—Mis labios están sellados.




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