Capítulo 6
Gia
Luego de un almuerzo ruidoso, ponen algo de música en volumen bajo y todos se dispersan por el jardín, hablando en grupos ruidosos. Marcelo se va al lavabo y me quedo sola por unos segundos antes de que Nina venga a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja.
La chiquilla es muy hermosa, incluso cuando mete en problemas a todos con las cosas que dice. Pero supongo que se lo dejan pasar porque es demasiado linda para reclamarle algo. El único capaz de reñirla es su padre. Su tía lo hace solo cuando es un caso extremo.
—Hola —saluda alegremente, sentándose a mi lado—. ¿La estás pasando bien?
¿Ven lo que digo? Es difícil estar enojado con ella cuando es tan linda.
—Sí, la estoy pasando bien. ¿Y tú?
Se encoge de hombros, frunciendo los labios.
—No me quejo.
No puedo evitar soltar una carcajada. También puede ser bastante dramática, por lo visto.
—Supongo que no estás del todo bien debido a la cantidad de verduras que tenía la comida y por las que peleaste durante todo el almuerzo.
Tuerce el gesto mientras sus ojos bailan, buscando a alguien. Una vez encuentra a su padre, vuelve a mirarme.
—Eso y que no quieres salir con mi padre por el primo Marcelo. —Pone los ojos en blanco, provocando otra ronda de risas de mi parte—. No es un chiste, es algo malo. No te puede gustar más el primo Marcelo que mi padre.
A ver, lo que dice tiene sentido. Su padre está mejor a la vista que Marcelo. Sin embargo, las cosas no funcionan así. No puedo salir con su padre solo porque sí.
Además, a su padre no creo gustarle en ese sentido.
—Las cosas no funcionan así, Nina —le explico con toda la calma del mundo—, no puedo simplemente decirle a Marcelo que no voy a seguir saliendo con él solo porque tu padre es más guapo.
Ella se lo piensa, pardeando, y vuelve a encogerse de hombros.
—Sí que puedes, esas cosas pasan. —Alza la barbilla con altivez—. La amiga de mi madre, Sandra, dejó a su antiguo novio porque conoció a su nuevo novio y le gustó más.
¡Santos cielos! A esta chica no se le escapa nada.
—Pero a mí no me gusta tu padre.
Frunce el ceño, verdaderamente confundida.
—¿Por qué no te gusta? —increpa—. Él es muy guapo, es amable, es bueno conmigo y con todas las mujeres de la familia, y es policía.
Las cosas explicadas desde el punto de vista de un niño son más fáciles que el enredo que nos hacemos los adultos en la cabeza.
—Y estoy segura de que esas cualidades enamorarían a cualquiera, pero yo estoy con Marcelo. —Pone mala cara y puedo ver que está a punto de mandarme a freír espárragos solo porque su padre no me gusta—. ¿Por qué quieres que tu padre encuentre una novia? Él parece feliz estando solo.
Deja ir su enojo hacia mí, siendo reemplazado por animosidad de explicar sus razones para buscarle una novia a su padre.
—Mi madre se casó ayer y ella está feliz con su novio esposo. Yo también soy feliz con él porque es un buen hombre. —Me mira, esperando una confirmación de que la estoy escuchando. Asiento y ella continúa—. Pero mi padre siempre está trabajando o pasando el rato solo en casa, y no me gusta. Yo paso unos días de la semana con él, pero ¿qué pasa cuando no estoy? Él se queda en casa haciendo sus cosas en silencio. —Pone cara de pena—. ¿No es feo el silencio? Yo lo odio, y papá también, solo que no lo quiere admitir.
Está bien, sus motivos son altruistas, ella no quiere que su padre esté solo. Pero no sigue siendo razón suficiente. Nina no lo va a entender a esta edad, pero estar solo a veces es bueno, y lo digo desde la experiencia.
—¿No has pensado que a él le gusta estar solo? —pregunto y Nina inclina la cabeza a un lado, confundida—. A los adultos a veces nos gusta pasar el rato solos, tenemos más tiempo para dedicarnos a nosotros mismos y la pasamos genial.
Mira al frente, arrugando la frente.
—Eso suena triste —murmura.
—Pero no lo es, al contrario, es bueno. Cuando vives solo, o en el caso de tu padre, cuando está solo los días en que tú no estás, aprendes a existir contigo mismo.
Ella parpadea, alzando las cejas. Pero arruga la nariz un segundo después.
—No lo entiendo. —Se queda en silencio por un par de segundos antes de alzar un hombro—. Pero tú dices que está bien, entonces te creo.
Sonrío, negando con la cabeza.
—Son cosas que vas a entender cuando crezcas un poco más. Ahora ves el mundo de otro modo, uno más bonito.
Me mira y sonríe.
—La verdad es que sí, yo sonrío más que ustedes los adultos. —Río, asintiendo. Entonces ella vuelve a fruncir el ceño—. ¿Y qué hay del amor? Todos lo necesitamos.
Ahí sí que no puedo decir nada al respecto, yo estoy buscando precisamente eso.
—Tal vez tu padre no quiera ese tipo de amor ahora.
Nina bufa, descartando mis palabras.