Lunes…
Odio los lunes.
El sol entra a raudales por las ventanas, siempre que intento cambiarlas para que el cuarto permanezca más tiempo a oscuras mi madre se encarga de que el servicio las mantenga tal cual están.
-¡Jonathan! ¡El desayuno está listo baja enseguida!
Y ahí está la sonora voz de mi madre forzándome a levantarme o a irme con el estómago vacío.
Una vez hube tomado una ducha y puesto el aburrido uniforme bajé a desayunar, lo normal, hasta que mi madre empezó…
-Cariño, hace unos días, bueno, semanas en realidad, nos enteramos de que tu y Stella…
-Mamá, déjalo ya.
-Solo digo cariño, que ya es momento de que nos presentes a tu novia y a decir la verdad, esa chica no me agradaba mucho.
-¿A qué te refieres?
-Es obvio que siendo como eres, el chico más atlético, rico y guapo de todo el instituto ya has debido de conseguir a alguien, ¿Cuándo vas a presentárnosla?
-En su momento.-respondí.
Era un día demasiado pesado para empezar a discutir desde la casa, así que solo fingí estar de acuerdo con ella, terminé mi desayuno, salí de casa, subí al auto y emprendí mi camino.
Cuando llegué al instituto todo el mundo me estaba mirando, pero no era admiración, era más bien pena o impresión, eso era extraño.
Llegué a mi casillero y Hernesto, mi mejor amigo, estaba allí esperándome. Ni siquiera me saludó cuando ya empezaba a decir:
-¿Ya te enteraste?
-¿De qué?-inquirí.
-Estoy seguro que ya notaste que eres el centro de atención y no de la manera de siempre.
Abrí el casillero y me quedé viéndolo, le hice señas para que continuara mientras trataba de ordenar los odiosos libros de texto para las clases.
-Trevor y Stella están saliendo, están diciendo que son novios.
Ok, esa no me la esperaba. No me malentiendan, Stella era un dolor de cabeza insoportable y es realmente una gran noticia saber que alguien por fin va a quitármela de encima… el problema es que ese alguien es Trevor, uno de los de mi grupo. Siempre supe que Stella le interesaba, pero nunca pensé que llegaría a ese nivel. Me quedé helado y al parecer Hernesto se fijó, siempre lo hace.
-Que bueno que te lo dije porque ahí vienen amigo. No dejes que te afecten.
Solo me bastó tiempo para cerrar el casillero cuando ya los tenía de frente.
-Trevor, Stella. Ya tengo las buenas nuevas, felicidades.
Les dije eso enganchando mi mochila a mi espalda y luego colocando las manos en los bolsillos mientras Hernesto tenía la espalda apoyada en el casillero y los brazos cruzados sobre el pecho.
-Amigo- dio Trevor dándome la mano- de verdad espero que esto no arruine nuestra amistad.
-Además-agregó Stella- nos gustaría- genial, ahora habla en plural- conocer a tu novia.-Qué demo…- Tu madre me contó que salías con alguien, aunque tristemente no quiso decir su nombre o no lo sabía. En fin, ¿quién es? Podríamos tener una cita doble alguna vez.
-Claro, mi madre, ¿por qué hablaste con ella?- de todo lo que dijo solo eso me interesó.
-Eso no importa, ¿quién es la afortunada?
Abrí la boca para responder pero…
-Amelia.
Hernesto se me adelantó. Los tres nos lo quedamos viendo y como invocación al más allá, Amelia, la loca medioambientalista, apareció.
-Amelia- Hernesto hablaba con total naturalidad- ¿Qué tal está Keishyn?
-De maravilla- respondió.
-Muy bien eso es todo, ya nos vamos.
Hernesto nos tomó a ambos de la mano y nos sacó a paso doble del pasillo en dirección a una de las aulas del segundo piso. Cuando llegamos a la tercera nos empujó dentro y le dijo a Amelia: “Keishyn”. ¿Qué rayos significa eso?