Una novia por 15,000 dólares

Capítulo 18

      Tras llegar a casa luego de la reunión con Amelia (no me atrevo a llamarlo cita) no había nada interesante que hacer. Luego recordé que al día siguiente nos iríamos a París y decidí arreglar las maletas.

      Recibí una llamada y sonreí al ver el nombre en la pantalla, era Joanna.

      -Habla Jonathan.

      -¡Quiero matarte! ¿Por qué no me habías dicho que tienes novia?

      -Porque es algo muy reciente y no quería que empezaras a hostigarla aún de lejos.

      -Todavía no puedo creer que Stella y tú terminaran, yo juraba que para este tiempo ya habrían vuelto. Y ¡ahora tienes novia!

      -Ella también tiene novio Joanna. Y lo tuvo primero que yo.

      Joanna es mi hermana menor solo por once meses, al parecer mis padres estaban muy ansiosos por otro bebé. Gracias a Dios terminaron ahí. Joanna adoraba a Stella, es como si fuera su debilidad. La apoyaba en todo, me atrevo a decir que la quería más que a mí.

      -Porque está dolida, termina con esa chiquilla y reconcíliate con Stella.

      -No voy a hacer tal cosa.

      -Pues prepárate, porque sé que vendrán a Paris y yo misma le plantaré la cara. Tengo los pantalones que te faltan hermanito.

      -No voy a terminar con ella porque tú aún no superes a Stella, puedes encontrarnos en París y ya verás que ella te encantará.

      -Ya veremos, espero que duermas, porque te espera un largo día mañana.

      Mi hermana a veces podía actuar como una loca obsesiva, pero yo sabía que a final de cuentas solo quería protegerme. Decidí llamar a Amelia para advertirle del inminente peligro en el que se encontraba.

      Me respondió al cuarto tono después de que la llamara por tercera vez.

      -¿Hola?- contestó.

      -¿Ocurre algo?- le pregunté.

      -No, nada, solo tenía el celular debajo de unos papeles y no lo encontraba, ¿puedo ayudarte en algo?

      -Bueno, no sé si te mencioné que tengo una hermana, resulta que ella es una fiel seguidora de Stella, no piensa abandonarla. Joanna vive en París y al enterarse de que iremos dice que te vayas preparando, porque hará que yo termine contigo para así volver con Stella.

      -¡Vaya! Parece que estoy en problemas entonces.

      -El único as bajo la manga que podría tener Stella es a Joanna, si conseguimos que esté de tu lado entonces ya habremos ganado definitivamente.

      -¿Algo que necesite saber de antemano?

      -Solo una cosa, por favor no vistas horrible. No sé cómo planeas ir a la conferencia pero por favor, que no sea extra grande.

      -Haré lo mejor que pueda.

      -Tal vez deberías ir con tu ropa de hacer ejercicio- dije mientras la recordaba corriendo en la cinta eléctrica.

      -Adiós Jonathan.

      Me colgó. Bueno, cumplí con advertirle. Hora de dormir.

 

      Al día siguiente fui al instituto y Hernesto me dio un mensaje de Amelia, ese día no iría, tenía asuntos que resolver, pero todo lo demás seguía igual.

      El día hoy se me pasó más lento que de costumbre, viajaba mucho y muy seguido, pero nunca me había ido al terminar un día de clases, eso era nuevo.

      Tras horas interminables y aburridas pude llegar a casa. Mi madre terminaba de hablar con el servicio que se quedaría solo en la casa. Estuvimos listos a la hora convenida y emprendimos camino a casa de Amelia.

      Llegamos en una hora y mis padres se quedaron pasmados al ver la casa. Yo tuve esa misma expresión al principio así que no los culpaba.

      Ya que Amelia se había ofrecido a prácticamente pagar nuestros boletos, mi madre quiso impresionarla alquilando una limosina, casi siempre era así de exagerada. Apenas la limosina se hubo estacionado Amelia y sus padres salieron.

      Cuando llegaron a nosotros, el chofer bajó para meter la maleta de Amelia junto a las demás y los padres de ella decían que lamentaban no poder acompañarnos y que confiaban en que Amelia nos trataría bien. Mis padres le expresaron que ellos la cuidarían. Luego los padres de Amelia se acercaron a decirle algo al chofer y así salimos. 

      Amelia y mi madre estuvieron hablando todo el camino al aeropuerto. Pero cuando me puse a ver por la ventanilla de la limosina me di cuenta de que ya habíamos pasado el aeropuerto y le pregunté a mis padres que a dónde íbamos, ellos parecieron tan desconcertados como yo y entonces Amelia habló.

      -Les dije que los llevaría, nunca dije en qué, pero estamos a solo cinco minutos de llegar.

      Ese tiempo lo pasamos en un silencio casi sepulcral. Cuando llegamos, reconocí el lugar. Mis padres tenían amigos con Jets y a veces paseábamos con ellos… un momento, el estar ahí significaba que Amelia… ay madre santa.

      Cuando bajamos un hombre de algunos 40-50 de acercó a Amelia y le hizo más una reverencia que un saludo.

      -Señorita Ricks, su transporte está listo.

      -Damián, ya te he dicho que dejes de llamarme así, por favor.

      -Lo lamento señorita Amelia. ¿Quiénes la acompañan hoy?

      -Damián. Él es Jonathan- pareció pensar un poco y luego agregó- mi novio, y ellos son sus padres, John y Callie Hills.

      -Un placer conocerlos familia Hills, ahora por favor síganme, estamos listos para partir.

      No terminaba de salir de mi asombro y al parecer mis padres tampoco. Aunque habíamos subido al Jet y Amelia dijera que era de la familia yo no terminaba de creérmelo.

      Amelia nos pidió que descansáramos, después de todo mañana sería un día largo pero esperaba que productivo. Las azafatas nos atendieron con todo lo que necesitábamos y tardamos una hora después del despegue para quedar dormidos.

      Sabía que mi mente estaba por las nubes… bueno mi cuerpo también, pero no me refiero a eso. Todo esto me parecía irreal. Pero al parecer era la mera realidad, la muy rica realidad. Si con la casa no me había quedado claro, al parecer con esto ya no me quedaban dudas. La familia de Amelia era rica, muy rica. ¡Ni siquiera yo tenía un Jet!




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