Una novia por 15,000 dólares

Capítulo 23

      Luego de terminar con las compras Joanna se empeñó en que fuéramos al salón de belleza. Quería que me hiciera las uñas y el cabello. Decía que yo debía ser la mejor vestida en toda la fiesta y hablando de vestir, quería saber en dónde iba a meter todas esas bolsas de ropa.

      Cuando volvimos al hotel, tenía las uñas pintadas de rojo, el cabello envuelto camino a ondularse y una discusión eterna con Joanna que quería que yo usara un vestido rojo una talla más pequeña.

      Entonces se me ocurrió algo.

      -¿Joanna? ¿Sabes que atuendo usará Jonathan esta noche?

      -Ay por Dios no.

      -¿Sabes lo grave que es esto?- Le dije tomándole las manos- Se supone que Jonathan y yo debemos combinar nuestros atuendos. ¡Debes ver qué usará!

      Ella estuvo de acuerdo y salió en seguida para ver que ropa usaría su hermano. Era una chica adorable, pero a veces podía actuar de manera tan superficial como el resto de los ricos.

       Terminé de apilar las bolsas cerca de la cama y luego me tiré a ella boca abajo. Mi mano se encontró con algo duro. Empecé a palparlo y luego levanté la cara para ver de qué se trataba. Parecía una caja de una joyería. La tapa ponía l’aime. Cuando la abrí me quedé sin habla. Había un collar realmente divino, no podía hablar. Miré la tapa y había una pequeña nota escrita a mano. Decía:

“Sea lo que sea que vayas a vestir hoy, espero que uses esto amiga”

-J

      -Todo resuelto- Joanna había entrado a la habitación, estrujé la nota y la escondí debajo de mi pierna- Jonathan usará un traje negro con una corbata roja. Te dije que debes usar el vestido rojo. ¡Ay por Dios! ¡Ese collar está divino!

      -Tu hermano lo dejó y creo que si me pongo el vestido rojo la piedra no lucirá. ¿Qué te parece si yo uso el negro y tú el rojo? Así ambas combinaremos con él.

       -Me parece bien… Amelia, tienes los ojos brillosos, ¿qué pasó? ¿Por qué lloras?

      -No estoy llorando.

      Ella se quedó mirándome como si estuviera mintiendo.

      -Bueno, los ojos me arden, pero no quiero que se me hinchen. ¡Solo queda una hora para arreglarnos!

      -¿Pero por qué estás así? ¿No te gustó el regalo? A mí me parece muy bonito pero tal vez pueda decirle a Jonathan que lo cambie y…

      -No, me encanta, de verdad, es solo que…

      -Jonathan jamás te había regalado algo antes, ¿verdad? es su primer regalo, por eso estás tan emotiva.

      Asentí y ella me dio un abrazo. No iba a llorar, aún debía maquillarme y hacerlo con los ojos hinchados no era divertido. Pero a parte de mis padres, Hernesto y Sophie, jamás había tenido a alguien que quisiera ser mi amigo, y me regalara cosas.

      Cuando Joanna me soltó fui a darme una ducha, no había tiempo para tomar un largo baño. Cuando salí ella entró. Saqué tres vestidos negros para elegir cual usaría.

      Había un vestido escote corazón, sin mangas y llegaba hasta los tobillos, estilo sirena. El otro era cuello tortuga y mangas largas, ceñido, llegaba hasta medio muslo. Básicamente trataba de decidirme entre esos dos porque el otro era… el otro era un vestido que dejaba los hombros descubiertos, con mangas largas, era ajustado en la cintura y la falda tenía vuelo, llegaba hasta medio muslo, hasta ahí sonaba bien, pero la espalda… la abertura iba desde los omóplatos hasta media espalda, demasiado revelador para mi gusto. Aunque la falda le daba un toque adorable, por así decirlo. El vestido terminaba por ser una mezcla entre lo sensual y lo adorable.

      Cuando Joanna salió, ¿adivinan cuál escogió? Exacto, ese de la espalda al aire. Un poco de sombra en los ojos, el cabello recogido a un lado cayendo en ondas para que se pudiera ver el escote, el vestido, unos tacones que empezaba a dudar si realmente debía usarlos, creí que me podía caer, pero claro, me los puse. Por último el collar. Sinceramente al verme al espejo no me sentía como yo, parecía otra persona… parecía esa persona que siempre había tratado de ocultar.

      Al final Joanna y yo estábamos discutiendo qué lápiz labial iba a usar. Yo quería un coral ensueño y Joanna un rojo pasión. Jonathan ya nos había llamado para que nos reuniéramos en el lobby y Joanna y yo no nos podíamos poner de acuerdo.

      -Bien, que Jonathan decida.

      Le hice esa propuesta y ella la aceptó. Decidí tomar el ascensor y bajar hasta el lobby solo para no seguir discutiendo con Joanna. En seguida vi a Jonathan, estaba con la cabeza gacha mirando su celular y… ese traje le quedaba realmente bien, pero no era momento de pensar en eso. Me acerqué con paso firme.

      -Oye Jonathan, estoy en la discusión más intensa de mi vida y te necesitamos como árbitro.

      Cuando me miró… no sé qué decirles, he visto a muchos chicos a los cuales se les salía la baba cuando me veían con la ropa ajustada, pero su mirada era diferente, no era de alguien que quisiera encerrarse conmigo en una habitación, era algo más.

      -¿Qué estás mirando?- pregunté un poco incómoda.

 

 

 

      ¿Será que viene beso? Ay perdón, no dije nada.




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