Una novia por 15,000 dólares

Capítulo 24

      Estaba totalmente enfrascado en mi conversación con Hernesto acerca de los collares que no me daba cuenta de nada de lo que pasaba a mi alrededor, hasta que una voz me interrumpió.

      -Oye Jonathan, estoy en la discusión más intensa de mi vida y te necesitamos como árbitro.

      Cuando levanté la cabeza me quedé en shock. La voz la conocía, pero la imagen que tenía enfrente no concordaba. Se veía… no tenía palabras.

      -¿Qué estás mirando?

      Yo sacudí la cabeza tratando de reaccionar.

      -Tú, y-yo- estaba tartamudeando, tragué saliva- ¿Por qué necesitas mi ayuda?

      -Joanna y yo no podemos ponernos de acuerdo, ella quiere este y yo este.

      Levantó dos labiales que para mí se veían exactamente iguales. Pero no podía verlos, tenía mi mirada fija en Amelia y… no sé que me pasaba. Me acerqué a ella y le rodeé la cintura con los brazos. Pude notar cómo se ponía tensa.

      -Estás realmente preciosa.

      -Eso significa que… ¿no vas a elegir un color?

      -Significa que no sabes aceptar cumplidos y significa que ahora mismo, viéndote de este modo, acaban de darme ganas de besarte y si la única manera de que no lo haga es que te pintes con una de esas cosas entonces hazlo.

      -Por qué…- ella se pasó la lengua por los labios, demonios, esto no iba a acabar bien- No creo que los amigos se besen.

      Recordé por qué estábamos ahí, en ese lugar, en esa situación y la solté.

      -Tienes razón, deberías usar ese.- señalé uno al azar, yo no sabía de esas cosas.

      -Gracias.

      Después de eso se marchó, no pude quitarle los ojos de encima hasta que desapareció por el elevador. Decidí salir un rato a la calle. Necesitaba aire fresco. Necesitaba…

      Había aceptado el trato con Amelia para que Stella me dejara en paz. Cuando consiguiera eso debía buscarme otra chica para quitarme las secuelas de Amelia. A partir de ahora, la mayor distancia posible.

      Pero yo no había intentado besarla, ¿cierto? No, yo no quería… no quiero besarla. Punto.

      Veinte minutos después mis padres estaban a mi lado y Joanna y Amelia se acercaban a nosotros. No me había fijado antes pero Amelia llevaba puesto el collar que le había obsequiado. Le quedaba muy bien.

      -Lindo collar- le dije cuando se acercó a mí.

      -Olvidé darte las gracias hace rato.

      -Sí, creo que ambos estábamos pensando en otras cosas en ese momento.

      -¡Amelia!- exclamó mi madre- querida estás realmente divina. Jonathan, ¿cómo es que no le has hecho ningún cumplido?

      -Realmente se lo agradezco Callie, Jonathan ya me vio hace rato. Él fue quien me ayudó a elegir el lápiz labial.

      -Se ven realmente hermosos juntos- continuó mi madre- mírense, sus atuendos combinan, incluso la corbata de Jonathan combina con el collar de Amelia.

      -El collar fue un regalo de Jonathan.

      -Por lo menos hiciste algo bien mientras estabas aquí, hijo. Por favor, acérquense. Quiero tomarles una foto.

      Amelia se paró a mi lado pero no me tocó. Creo que ambos estábamos un poco incómodos por la escena de hace un rato. Mi madre me hizo una seña para que la abrazara y yo le pasé un brazo por las caderas. Ambos sonreímos a la cámara.

       -Bien, ahora, Jonathan, quiero que la tomes entre tus brazos, como si se reencontraran después de varios días.

       -Mamá, estoy seguro que eso no es necesario, con una foto basta y si seguimos así llegaremos tarde.

      -O tomamos la foto o nos quedamos todos aquí y es una pena que después de haber pasado tanto tiempo arreglándose terminemos luciendo los atuendos a unas paredes blancas.

      Mamá se frustraba con facilidad. Así que abracé a Amelia quedando cara a cara. Ella tenía sus brazos sobre mi pecho, sus manos casi en puños, como si tuviera miedo de tocarme o estuviera lista para empujarme. Me quedé viendo sus ojos tan oscuros que parecían negros y… me perdí.

      No fue hasta que mi madre me tocó el hombro cuando me di cuenta que todos nos miraban, incluso un señor que al parecer acababa de llegar.

      -Jonathan, Amelia. El es Antoine. Es dueño de una línea e perfumes y piensa hacer publicidad para una nueva edición.

      -Un placer conocerlo- le dije.

      -Escuché que ustedes son pareja, ¿cierto?- nos preguntó Joseph.

      -Es correcto- le contesté- ¿podemos ayudarle en algo?

      -Espero que sí. Mi compañía lanzará un nuevo modelo de perfume para él y para ella, pero se complementan “l’amour reste”. Llevo tiempo buscando modelos, pero ustedes… pude percibir su atracción y quiero pedirles que sean la próxima imagen de mi campaña.

      -Es una oportunidad increíble- Amelia empezó a hablar- pero mañana debemos volver a casa.

      -Oh pero eso no es problema. Podemos hacer una sesión mañana temprano y si aceptan, solo tomaremos unas cuantas fotos y elegiremos la correcta para la campaña. He visto que ustedes son muy fotogénicos, será breve.

      -Jonathan, cariño- me decía mi madre- es una gran oportunidad.

      -Amelia-hablaba Joanna- es una oportunidad increíble, ¡no se te ocurra desaprovecharla!

      -Entonces, ¿qué dicen?- insistió Joseph.

      -¿Qué tal si toma las fotos en la fiesta de esta noche?-Amelia, como siempre, pensando en las mejore ideas- después de todo si es algo rápido podemos aprovechar la situación que se presenta y nuestros planes no serán alterados.

      Joseph pareció pensárselo un rato y luego habló:

      -La idea principal era tomar las fotos en ropa interior, pero sus atuendos no lucen tan mal. Quizá podríamos intentarlo.

      ¿Ropa interior? Reí cuando escuché eso. Amelia y yo posando para una cámara, ¡¿en ropa interior?! Eso tenía que verlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.