Una novia por 15,000 dólares

Capítulo 28

      Cuando salí del agua lo primero que me llegó a la cabeza fue Amelia. Fui el primero en salir pero otra ola hizo que me revolcara, salí y me hundí muchas veces, pero cuando supe que ya no había más riesgo lo primero que hice fue llamarla.

      -¡Amelia!

      En cuanto vi que venía nadando hacia a mí, sentí paz, entendía que ya todo estaba bien y yo estaba a salvo. Cuando me abrazó me sentí muy sorprendido, pero agradecido a la vez. Entonces ella envolvió sus piernas en mi cintura mientras me susurraba que necesitaba un favor.

      Todo lo que yo quería hacer era salir de ahí, de pronto sentía que todos nos miraban. Nuestros pechos estaban juntos y se sentía… extraño, muy extraño. Así que empecé a caminar para salir el agua.

      -¡Detente! Perdí mi bikini.

      Lo dijo lo suficientemente bajo como para que solo yo lo escuchara. Con razón esa extraña sensación. No pude evitarlo, soy un hombre, así que en cuanto la escuché miré hacia donde nuestros pechos se juntaban y sí, lo único que la cubría era yo y la vista… la vista era muy buena.

      -¡No mires!

      Me lo dijo mientras con sus manos movía mi cabeza para que la viera a los ojos y… ¡Dios! Estaba hermosa. Considerando que todos habíamos tragado mucha agua y literalmente pasado un susto de muerte, solo podía verla con los ojos y los labios rojos, las mejillas rosadas y su hermoso cabello suelto cayendo rizado en su espalda, yo, no me podía resistir. Tal vez fingir que me gustaba sería un poco más fácil. Colocó su cabeza sobre mi hombro y ya no nos mirábamos.

     -¿Qué hacemos entonces? ¿Quedarnos aquí? Porque ya todos quieren salir y no hay excusas para quedarnos después del susto que pasamos- le dije.

      -Solo espera, confío en que Sophie ya se ha dado cuenta y que la prenda aparecerá. Mientras tanto pensarán que estoy muy asustada y no quiero soltarte.

      -Lindo-respondí- pero lo lógico sería que si estuvieras asustada por lo que pasó saliéramos del agua. No se lo creerán.

      -¡Mierda!- la escuché exclamar- ¿Qué haremos?- me preguntó volviendo a mirarme.

     -Tengo una pequeña idea- le dije, pasando la mano por su mejilla y colocándole el cabello detrás de la oreja. Me le quedé viendo los labios- Con tu permiso.

      Y entonces la besé, ella no opuso resistencia. Empezó a subir las manos acariciándome el cuello hasta enterrar los dedos en mi cabello, eso se sentía bien y la apreté más a mí si es que eso era posible.

      Al principio quería que fuera solo un beso para aparentar, pero, empezó a ser más profundo y me sentía en otro planeta. Fue entonces caundo alguien empezó a tocarme el hombro muy fuerte y a toser para llamar la atención. De mala gana, muy mala gana me alejé de Amelia y vi a Sophie con la parte superior de un bikini en la mano. Miré a Amelia que suspiró, no sé si por el beso o porque su bikini fue encontrado, espero que por lo primero.

      -De verdad no saben lo mucho, en serio mucho, que lamento interrumpir pero ya debemos irnos y Amelia debe ponerse esto- dijo Sophie levantando el bikini, miré a Amelia y lo que me dijo fue:

      -Cierra los ojos.

      Tal vez en otra ocasión la habría cuestionado, pero en ese momento no, me sentía extasiado, no sé cómo expresarlo y le hice caso. Sentí como me soltaba para, supongo, ponerse la prenda. No pasaron ni veinte segundos cuando me pidió que los abriera y empezamos a salir del mar. Todos los demás ya estaban en la playa.

      -No puedo creer que ninguno de ustedes haya querido ver como estoy- dije para romper el silencio.

      -Gracias a Dios Amelia se nos adelantó a todos y Hernesto se aseguró de que no se les acercaran ni los molestaran, hablaremos en el hotel- contó Sophie.

      Cuando llegamos a la orilla todos estaban felices de verme y me daban la mano o abrazaban haciendo bromas sobre mi inminente muerte. Todos excepto Stella que al parecer estaba llorando, eso era raro.

      Me iba a poner la camiseta cuando me di cuenta de que los chicos (a excepción de Hernesto) se estaban comiendo a Amelia con la mirada y algunas chicas la miraban con… ¿envidia tal vez? Mientras ella estaba en la arena con Sophie guardando algo en su pequeña mochila. Yo aún tenía la camiseta en las manos cuando le pedí a Amelia que se pusiera de pie y le coloqué mi camiseta por encima de la cabeza, le llegaba hasta medio muslo porque erra realmente enana y… no pudo parecerme más adorable. Así que en un momento de poca lucidez la atraje hacia a mí y la abracé.

      Mi mejilla reposaba sobre su cabeza y ambos mirábamos hacia el mar. Ya el atardecer había pasado y la oscuridad empezaba a profundizarse. Escuché la voz de Hernesto a mi espalda, no podía verlo, pero por su tono de voz imaginaba que sonreía.

      -Oigan tortolitos, hay que ir por las maletas y el hotel está a dos cuadras.

      Cuando me giré, Hernesto tenía una sonrisa de idiota en la cara y solo puse los ojos en blanco. Vi que las demás chicas se habían dejado el bikini y solo se habían puesto encima unos shorts.

      Fuimos por las maletas donde habíamos alquilado los casilleros para dejarlas y empezamos a caminar.

      Salimos de la playa y nos internamos en la carretera. Amelia y yo íbamos uno junto al otro pero no tan cerca. La verdad no sabía que pensar luego del beso, el increíble beso y ese abrazo y… ¿ya mencioné el beso?

      Sophie se puso en medio de nosotros (así de separados estábamos) nos tomó las manos y las unió mientras decía:

      -Que no se les ocurra arruinarlo ahora. Estar tan separados nos luce a Hernesto y a mí porque tenemos juntos 20 meses y aún así no lo hacemos. Pero ustedes no llevan ni un mes juntos, significa que quieren estar juntos el mayor tiempo posible. Aún viven en una nube donde todo es perfecto.

      Dicho eso se fue con Hernesto para agarrarse de las manos y me di cuenta de que todos estaban así. Miré a Amelia, pero ella tenía los ojos fijos en la calle. Sentía las cosas muy tensas pero no quería que de ahí en adelante las cosas se pusieran raras entre nosotros. Así que le dije:




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