Amelia exageró bastante con eso del cadáver. No era la escena de un asesinato. Se veía bien. Volví a entrar a la casa y Hernesto me estaba esperando con la mirada expectante.
-¿Y bien?- dijo cuando llegué.
-Bueno, básicamente me dijo que ya no deberíamos ser novios.
-No puede hacer eso. Menos ahora que podemos descubrir algo grande sobre Stella y sus padres. Habrá que esperar a resolver ese pendiente y entonces el terreno estará despejado para su rompimiento.
-Tú dile eso.
Empecé a caminar a la cocina. Emilia dijo que habría sopa para todos, para ayudar con la resaca.
-Jonathan, yo no me emborraché y lo recuerdo todo. Anoche solo le hiciste dos chupetones a Amelia pero ahora tiene cinco. ¿De dónde salieron esos tres?
Suspiré profundo mientras me giraba.
-Estaba enojado por todo lo que había descubierto anoche. Enojado y borracho no son una buena combinación. Luego de que todos se fueron a acostar yo entré a la habitación de Amelia y… no lo sé. Estaba enojado y quería que ella sintiera lo mismo. Imaginé que ella se enojaría en cuanto viera su cuello y… le hice tres más.
-Me sorprende que no te haya arrancado la cabeza. No abundaré en la parte de que al parecer estás enfermo. Le echaré la culpa al alcohol. Ahora, ¿cómo rayos van a actuar bien ahora?
-Primero la sopa. Luego los problemas.