Una novia por 15,000 dólares

Capítulo 41

      Era jueves, estaba en el instituto a la hora de siempre y antes de entrar al salón de clases una versión demacrada de Jonathan se acercó a mí. Se veía fatal.

      Tenía ojeras muy profundas, la ropa mal arreglada y cuando se acercó a mí olía un poco a alcohol.

      -Sé que no hemos hablado en un tiempo- empezó de pronto- pero… aún eres mi novia, de título, claro. Mis padres harán una cena en la que estarán los padres de Stella y… mi hermana aún sigue aquí y quiere verte, ¿vendrás?

      -Pensé que habías dicho que en cuanto se juntara el dinero lo “nuestro” acabaría. Ya recolectamos el dinero y atrapamos al ladrón.

      -Lo sé. Pero es una última cena. Mis padres te adoran, y si Joanna fuera chico o lesbiana hace tiempo estaría contigo. No creo que estén listos para perderte. Ya sabes, para decirles de nuestro rompimiento.

      -¿Cuándo crees que estén listos?

      -El domingo Joanna vuelve a París. Estoy seguro que ella querrá que la despidas en el aeropuerto. Con ella lejos será más fácil.

      -¿Cuándo es la cena?

      -Este sábado. ¿Podrías llegar a las seis?

      -Haré lo que pueda. Adiós Jonathan.

      Cuando había dado la vuelta para irme una mano me agarró por el brazo derecho y me giró de nuevo a mi lugar inicial.

      -No me digas adiós. Las últimas veces que lo hiciste fuiste a parar a manos de un ladrón casi asesino que te disparó y luego no me hablaste en días, por favor, no me digas adiós.

      Me quedé pasmada. Les prometo que su voz se estaba rompiendo como si estuviera cerca de llorar. Su cabeza estaba gacha y por alguna extraña razón yo no quería aumentar su sufrimiento. Le tomé la cara entre las manos para que me mirara y le dije:

      -Nos vemos el sábado. Hasta luego.

      -Hasta luego Amelia.

      Yo me fui a tomar clases y no sé a dónde él se fue después. Parecía… no lo sé. Jamás había visto a alguien así de mal. Aunque seguro era el alcohol.

      Sábado…

      A las cuatro treinta ya me estaba arreglando para la cena. Hernesto me había dado muy buenas razones para ir a la cena. Así que además de averiguar algunas cosas sobre los Rhymes… cerraría los problemas que quedaban con Stella (o eso esperaba) y todo acabaría ahí.

      A las cinco ya estaba lista. Un vestido rojo bastante ajustado y unos tacones del mismo tono. Un poco de sombra en los ojos con delineador para que destacaran y… nada más. Mis ojos se llevarían el protagónico.

      Decidí ponerme un chal sobre los hombros. Aún tenía los puntos de la herida, no eran muchos pero no eran lindos.

      A las seis de la tarde ya estaba en su casa. Aún no habían llegado ni Stella ni sus padres. Callie me abrió la puerta y me recibió con mucha alegría. Me llevó a la sala del piano en donde Jonathan estaba tocando y me dejó sola en el lugar.

      -Puedes acercarte-dijo Jonathan- no voy a hacer nada que ponga en juego tu seguridad.

      -Es bueno saberlo. ¿A qué hora llegarán Stella y sus padres?

      -A las ocho- siguió tocando.

      -¿Y si viene a las ocho por qué me dijiste que viniera dos horas antes?

      -Porque quería pasar un poco de tiempo contigo. Un poco de tiempo antes de que llegaran los “invitados” y nos pudiéramos sentir incómodos.

      -Pero no tengo nada que hablar contigo.

      -Lo sé. Pero yo necesito decirte que lo lamento. Nunca debí haberte dejado ir a encontrarte con Julián. Lo que pasaste… todo eso es mi culpa.

      Él lucía muy arrepentido. Me senté a su lado tocando una de sus manos y al mirarme dejó de tocar.

      -Pero fuiste por mí. Recibiste una bala por mí. ¿Por qué hiciste eso?

      Él sonrió con tristeza.

      -¿Te gustaría que te enseñe a tocar algo? Después de todo tenemos tiempo. 

      Entendí que quería cambiar de tema. Tal vez no estaba listo para hablar de estos temas, al igual que yo. Decidí seguirle el juego.

      Estuvimos tanto rato conmigo equivocándome en cada tecla y él siendo muy paciente que su madre llegó un poco apenada.

      -Lamento mucho interrumpirlos- dijo Callie- pero los Rhymes ya llegaron.

      ¿Tan rápido pasaron dos horas? Seguimos a Callie al salón y Stella fue la primera en dirigirme una mirada de odio. Parece que no me esperaba.

      Todos nos sentamos en la mesa y estábamos esperando el plato de entrada cuando Joseph me habló.

      -Entonces…

      -Amelia- respondí.

      -Sí, Amelia. Tengo entendido que eres rica.

      -Oh no, mis padres son ricos. ¿Qué me dice de usted? ¿Qué tal sus negocios?

      -Van muy bien. De hecho, Stella me ayudará a vender un yate el próximo mes. Será su primera venta.

      -Usted vende yates- dije impresionada- supongo que es un negocio que a veces puede ponerse difícil, ¿cierto?

      -No es por presumir pero, he estado en el negocio por más de 20 años y aún no he visto la primera temporada en la que me vaya mal.

      O el hombre era un genio en los negocios o estaba mintiendo.

      -Eso es alucinante señor. Creo que es el mejor vendedor que he conocido.

      Dato curioso de Joseph: le encanta que lo adulen. Nos pasamos la cena hablando sobre asuntos sin importancia. Trataba de descubrir un poco más de los Rhymes sin levantar sospechas pero era difícil.




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