Después de salir de casa de Amelia decidí ir a la mía para el almuerzo. A la una de la tarde salí hacia la casa de Stella. Ella misma me abrió la puerta y fui tomando nota mental de todos los cambios que veía.
-Jonathan- Stella pronunció mi nombre con mucha ilusión. Parecía… feliz de verme- por favor pasa.
-¿Qué le pasó a la mucama?- Mencioné con aire distraído mientras observaba todo. Parecía estar tal y como lo recordaba.
-No te preocupes por ella. No nos molestará. Por cierto, ¿por qué has venido?
“Bien Jonathan, es tu momento”, me dije mientras la tomaba de las manos.
-Stella, cometí un error. No debí haber terminado contigo. Estar con Amelia me ha hecho darme cuenta de que tu y yo jamás debimos habernos separados y no sé…
No pude continuar. Stella literalmente se abalanzó sobre mí abrazándome y empezó a darme un montón de besos por toda la cara.
-¡Oh Jonathan! Yo sabía que eso era solo un juego. Es obvio que alguien tan increíble como tú no podía estar con alguien como ella. Hasta que al fin recapacitas.
-Bueno, aún no he terminado con ella. Así que tal vez quieras esperar…
-No importa, volviste a mí. Al fin te diste cuenta que soy tu verdadero amor.
-¿Te parece si vamos a la sala?
Ambos nos fuimos a la sala y nos sentamos en el sofá. Stella parloteaba sin parar. Siempre había sido así. Su pierna estaba casi debajo de la mesilla de centro, donde quedaba un florero con flores de plástico. ¡Qué barato Joseph!
Mientras Stella hablaba mirando hacia otro lado acerqué la mano y coloqué el micrófono que me había dado Amelia antes de salir entre de las flores.
-¿Qué haces?- preguntó Stella.
-Es que… lo siento, no me pude resistir- le dije mientras lentamente subía mi mano por la pierna que tenía cerca de la mesilla.
-Ya me estaba preguntando cuando te animarías- se quitó la blusa y se lanzó a besarme. Al primer contacto la agarré por los hombros y la alejé de mí.
-¿No te preocupa que tu padre aparezca?
Era una vana excusa pero era lo que tenía.
-Dijo que vendría tarde. Una reunión de negocios o algo así, ahora cállate.
Volvió a besarme.
Tres horas después…
Regresé a casa de Amelia. Todos parecían ansiosos por escuchar las noticias que traía.
-Todo listo- dije al entrar mientras tomaba asiento.
-Entonces, ¿qué te dijo?- preguntó Amelia.
-¿Antes o después de acostarme con ella?
Hernesto, Sophie y Amelia se quedaron en silencio unos segundos.
-¿Te acostaste con ella?- preguntó Hernesto.
-¿Qué fue lo que descubriste?- inquirió Amelia.
-¿A cuál le respondo?- me sentía importante.
-A ella- concedió Hernesto.
-Bien- empecé- la economía de los Rhymes es igual o mejor que antes, lo sé porque hay muchas cosas nuevas en esa casa. Stella admitió que usaba mi tarjeta de crédito solo para llamar mi atención. Comentó que su padre estaba en una reunión de negocios y… no lo sé, creo que es todo, después de ese punto no pude concentrarme.
-Eso significa que Roger me mintió, pero se supone que Joseph está trabajando para alguien y si Stella habló de destruir un imperio y ya me están robando el dinero eso significa…-Amelia se puso las manos sobre la cabeza- ¡Maldición! Tengo que revisar mejor los expedientes de mis empleados.
-Ahora, Hernesto, en cuanto a tu pregunta- Amelia salió del salón en ese momento y cuando la puerta se cerró continué hablando- no nos acostamos.
Hernesto se pasó las manos por la cara con gesto frustrado.
-Si no quieres que Amelia te deteste, más te vale decirle la verdad.
-Tranquilo amigo, solo quería ponerla celosa.
-Ella no está celosa- Sophie se paró en frente mío para gritarme- está decepcionada. Siente que no puede confiar en ti. Te pide un maldito favor después de haberte ayudado por semanas sin intereses, ¡y tú vienes y le dices que no te concentraste porque te estabas revolcando con la jodida persona de la que querías alejarte! ¡Parece que todo esto fue en vano!
Después de ese sermón salió muy enojada. Supongo que a buscar a Amelia.
-Las mujeres están locas- le dije a Hernesto.
-No hermano, tú estás demente, hiciste una estupidez. Sigues siendo mi mejor amigo pero esta vez lo jodiste en serio. No hay forma de arreglar este desastre. Iré con las chicas.
Me quedé solo en el lugar y pronuncié en voz baja las palabras que tenía atoradas en la garganta desde hace un rato.
“Quiero que Amelia me odie. Así cuando esto termine todo será más fácil si me detesta”.
Nota de autora
Casi estamos llegando al final... ¡NO SE LO PIERDAN!