-Amelia-Hernesto seguía tratando de razonar conmigo-, piensa mejor las cosas, estás siendo muy impulsiva.
-Hall llamó. Lo que encontramos en casa de los Hills era un micrófono de la más alta tecnología. Era de Roger, sus huellas estaban en él. Ahora, llamaré a Roger para decirle que descubrí algo y revise conmigo unos documentos, que iré a su casa, llamaré a la policía y llegaremos juntos. Lo apresarán y finalmente esta mierda se acaba.
-Y, ¿qué harás con Joseph?
-Seguramente trabaja para Roger, igual que Julián. Que siga vendiendo yates y a mí no me interesa lo que haga después.
-Sigo creyendo que debes pensártelo un poco más.
-Si Joseph ya llegó de la reunión es cuestión de tiempo para que Stella le hable de la visita de Jonathan, si le es tan leal como lo aparenta, y si Joseph es lo suficientemente inteligente atará cabos y sabrá que los Ricks ya están enterados y se lo avisará a Roger, no voy a perder tiempo. ¿Vienen o se quedan?
-Es obvio que iremos contigo- contestó Sophie.
Decidí omitir el contarle a mis padres lo que planeaba y a cambio les dije que todos iríamos por un helado y tal vez una pizza o viceversa. Jonathan salió con nosotros y se fue a su casa, supongo.
Todos nos fuimos en el auto de Hernesto. Por el camino llamamos a la policía que no se mostraba muy convencida de la historia, pero al relatarle el evento de hace unas noches lo consideraron de nuevo y decidieron enviar por lo menos un oficial.
-Siento que estamos caminando a siegas- comentó Hernesto luego de que yo le colgara a Roger- es decir, entraremos en casa de un estafador y no tenemos ningún plan. ¿Qué pasaría si nos está esperando?
-Llegaremos con la policía Hernesto, no pasará nada- lo calmé.
Hora y media después estaba aparcando en casa de Roger, una segunda llamada al departamento de policía avisaba que dentro de poco llegaría una patrulla. Les pedí a Sophie y a Hernesto que esperaran fuera, no quería levantar sospechas.
Me acerqué a la puerta de entrada y di tres toques en ella. Unos segundos después un sonriente Roger me abría la puerta, cuando la atravesé, escuché un pitido.
-¿Qué es eso?- pregunté.
-Lo siento, es una zona libre de tecnología, tendrás que dejar aquí lo que sea de metal, ¿qué tienes?
-Además de las llaves del auto y mi celular no creo tener nada.
-Entonces déjalos aquí y vuelve a pasar.
¿Lo consideraba sospechoso? Sí, bastante, pero no quería que él sospechara de mí. Dejé mi celular y las llaves de Hernesto en una mesilla contigua a la puerta y volví a cruzar, esta vez no sonó nada.
-Bien, acompáñame, podemos hablar tranquilos en mi oficina.
Llegamos de inmediato, su casa no era extremadamente pequeña pero tampoco muy grande. Lo acompañé hasta lo que parecía ser su oficina, repleta de papeles por todos lados.
-¿Solo te dedicas al trabajo de investigador privado?
-Así es. ¿Por qué?
- Solo me estoy dando cuenta de que al parecer no soy la única para quien trabajas.
-Tu paga es muy buena, pero soy una persona ambiciosa.
-Lo de mi paga díselo a mis empleados que al parecer después de Julián siguen robando dinero- le lancé una carpeta con varias cuentas donde aparecían los déficits a los que me refería-.
-¿Siguen robando dinero?
Roger me miró con preocupación en los ojos y tomó la carpeta para escudriñar las hojas que había dentro.
-Amelia, yo, lo juro, no le hablé de ti… no lo hice. Ahora solo es cuestión de tiempo para que te descubra.
-¿A quién no le hablaste de mí, Roger?
Antes de que él pudiera contestar escuchamos el pitido de la puerta cuando pasa un metal y segundos después llegaron unos oficiales y lo esposaron para llevárselo.
-¡Escapa! ¡Escapa antes de que te encuentre!
Fue lo último que me dijo cuando se lo llevaron y yo salí como envuelta en un trance para encontrarme con Sophie y Hernesto.
-Entonces, todo bien, ¿cierto?- Hernesto sonaba un poco preocupado.
-¿Sabes cuáles días tiene disponibles para visitas en prisión?
-Entonces nada está bien.
Los tres subimos al auto y empezamos el camino a casa. Una vez llegué y los demás se fueron, me comuniqué con mi secretaria personal para que me preparara una visita a prisión. Julián me ayudaría a resolver esto.
Miércoles…
A las 9 de la mañana estaba sentada en una de las sillas del salón de visitas de la cárcel esperando que Julián llegara. Cuando se sentó frente a mí tomé el teléfono y él hizo lo mismo.
-Julián, necesito que seas honesto conmigo.
-Me estaba preguntando cuándo vendrías. Quiere acabar con todo, quiere la empresa, el dinero, y a los dueños si es posible.
-¿Quién?
-No lo sé. Usaron una especie de hipnotismo conmigo y… todo es borroso. Lo que sí sé, es que es un hombre. Se ha estado deshaciendo de varias compañías y le es muy fácil conseguir secuaces. Míranos a Roger y a mí. No estoy orgulloso de lo que hice pero te juro que respeté el acuerdo de confidencialidad, él no sabe nada de ti.
-Te creo. Roger también lo respetó. Lo que no entiendo es… ¿qué busca?
-Va tras todo el dinero de tu familia, Amelia. Drenó pequeñas cantidades con mi ayuda y la de Roger a ver qué tan bien equipada estaba la organización. No ha tenido acceso completo a las cuentas así que no sabe los millones que hay allí dentro, si lo supiera, ninguno estaríamos aquí.
-¿Cómo puedo detenerlo?
-No lo sé, pero tienes el factor sorpresa. Roger y yo le hicimos creer que la compañía pertenece a tus padres, tú eres un cabo suelto por el momento pero unirá puntos y lo descubrirá.