Hernesto.
Terminé de hablar con el detective privado que Hall había contactado. Descubrimos que no éramos la única empresa a la que habían robado y curiosamente en todas esas empresas alguien había hecho la compra de un yate, yate que no existía y jamás apareció. Lo usaban como un método de entrar a las cuentas de la empresa y hackearlas para de a poco ir drenando dinero.
Tomé mi celular para llamar a Amelia y preguntarle cómo seguían las cosas en el hospital cuando vi que tenía un mensaje de ella que decía:
“Estoy bajando”
Cuando revisé vi que yo le había enviado un mensaje hacía una hora. Pero realmente no lo había hecho.
-Carajo- murmuré.
Llamé enseguida a Amy y a Sophie indicándoles que debíamos ir rápido al Miuts. Treinta minutos después, todos nos encontrábamos allí, inspeccionamos toda el área trasera hasta que encontramos el celular de Amelia sonando en una esquina, tenía la pantalla rota y todos nos asustamos un poco.
-¿Dónde está mi hija?
Amy lloraba sobre el hombro de su esposo. Ninguno entendía lo que pasaba pero suponíamos que Amelia estaba en peligro.
-El GPS- murmuré- Amelia tiene un GPS en su celular de botones y siempre lo lleva a todas partes, oculto en sus zapatos o pantalones.
Busqué el rastreador en mi celular e ingresé el código del GPS de Amelia que me sabía de memoria y, en efecto, una luz roja empezó a parpadear en el mapa a sesenta kilómetros de distancia de donde nos encontrábamos.
-Creo que deberíamos llamar a la policía por posible secuestro. No podemos llegar y ya, debemos tener un plan.
-Yo llamaré- dijo Amy- soy la madre y soy adulta, es más fácil que me tomen en serio.
-Buena idea, mientras hacen eso, yo iré a ver en qué estado se encuentra Jonathan. Nos encontramos de nuevo en cinco minutos a ver cuál será nuestro siguiente paso.
Subí a la habitación de Jonathan y él estaba despierto, con una mano enyesada y Calli tenía los ojos rojos, seguramente por llorar. Cuando me acerqué ella me dio un abrazo.
-Qué bueno que estés aquí Hernesto. ¿Amelia ya llegó?
-¿Amelia?
-Sí, dijo que iría a su casa por unas cosas y volvería.
-Oh, sí, seguro no sabe qué elegir. Sabe mejor que nadie cómo son las mujeres. Pronto llegará, estoy seguro.
-Mamá, papá, ¿pueden dejarnos solos unos minutos?
-Por supuesto. Iremos por un café.
No me gustaba quedarme a solas con Jonathan en estos momentos. No sabía qué preguntas me podía hacer pero hice lo posible por mantenerme calmado y no levantar sospechas.
-Pensé que te tenían entubado amigo.
-Alguna cosa de un hueco, un soplo o un… no le puse atención al médico cuando hablaba pero ya estoy bien. Ahora dime qué le pasó a Amelia.
-¿Qué le pasó?
-No lo sé, pero tú sí. Y sé que le pasó algo porque por alguna extraña razón tengo su pulsera- levantó su brazo para mostrármela- y yo no la puse ahí.
-Jonathan, en el estado en que estás…
-Estoy bien. Ahora dime dónde está.
-Jonathan, yo…
-Sin excusas, quiero la verdad y la quiero cuanto antes.
Le mostré mi celular para que viera la ubicación y lo sentí mover la sábana y tratar de salir de la camilla.
-No hermano, ni lo pienses.
-Está en peligro, necesita ayuda y yo…
-¡Y tú estás mal!-le grité-Tuviste un accidente, tienes una mano rota y lo último que Amelia necesita…
-¡Amelia necesita que la cuiden! Necesita que se preocupen por ella y la sigan hasta el final del mundo si hace falta.
Me quedé estupefacto. Lo que había dicho me parecía una declaración de amor, pero mejor era no presionarlo. Ambos nos quedamos callados unos segundos hasta que yo tomé aire y le dije lo que todo buen amigo diría en esta situación.
-La buscaremos, pero debes quedarte aquí, ¿ok? Amy está llamando a la policía y pronto iremos por ella, la traeremos aquí y podrás decirle… lo que creas que necesita saber, ¿ok?
-De acuerdo.
Le di una pequeña palmada en el hombro y salí de la habitación justo cuando Callie y John volvían a ella. Me despedí y cuando bajé a la recepción me encontré con Sophie y los padres de Amelia.
-La policía ha aceptado ayudarnos. Una vez le contamos los sucesos pasados nos tomaron en serio de inmediato- expresó Amy.
-¿Cuál es el plan?
-Supongo que llegar allí con la policía y… ¿arrestarlos? Tal vez quieran pedir un rescate o una cosa así, de llegar antes de que se les ocurra eso… solo necesitamos suerte. El lugar queda a una hora de aquí.
Una vez todos puestos de acuerdo, emprendimos el camino a la dirección que marcaba el GPS. Sophie y yo fuimos en mi auto y los Richester en el suyo. Esperábamos lo mejor.