Una novia por 15,000 dólares

Capítulo 50

      Cuando vi a la policía y a la ambulancia pensé lo peor. Las patrullas ya se estaban yendo cuando vi a Amelia sentada en una ambulancia mientras la vendaban.

      Me bajé del auto nervioso y me acerqué a ella con una mezcla de preocupación y enojo. ¿Por qué estaba enojado? Hernesto se acercó a mí preocupado. Me había dejado en el hospital, despertando de la anestesia y ahora me tenía a su lado. No le hice caso y seguí directamente hasta Amelia.

      -¡¿Estás demente?!

       Lo primero que hice al verla fue gritarle. Me sentía muy alterado y no podía pensar bien. Tal vez las drogas que me dieron en el hospital seguían en mí más fuertes de lo que pensaba.

       -Estoy bien, solo unos moretones en las manos.

       -¡Y una herida de bala en la pierna! Y cómo… ¿cómo saliste viva? Seguro querían matarte, tú…

       -Somos negociantes. Le hice una oferta que no pudo rechazar.

       -¡¿Qué?! En esas condiciones, ¿quién podría pensar en hacer negocios?

       -Stella. Solo debía entender que no estás enamorado de mí.

       -¿Te quieres explicar? ¿Qué tiene que ver Stella en todo esto?

       -Resulta que era ella y no su padre, como antes sospechaba, quien me estaba robando y no solo a mí, sino también a toda la ciudad. Tenía dos horas. Si venías por mí en ese tiempo ella me mataba.

       Las noticias sobre Stella y su padre me dejaron un poco mareado, pero no fue a eso a lo que le puse atención.

       -Entonces crees que me importas tan poco que no vendría por ti.

       -No viniste.

       Su respuesta me frustraba.

       -¿Y dónde estoy? ¿No confías en mí? Después de todo lo que…

       -¡Estabas entubado en el hospital! ¿Qué no confío en ti? ¡Mi vida dependía de que tú no vinieras!

       -¡Y me haces ver como un idiota egoísta que no puede comprometerse a nada!- le grité.

       -¿Yo te hago ver así?- susurró- Al final solo se trata de ti, ¿verdad? y en lo que a mí concierne, no me necesitas para verte así.

        Se dio la vuelta y empezó a caminar de forma irregular por la bala que había recibido. Hernesto se quedó mirándome con gran decepción en los ojos. Sophie ni siquiera quiso mirarme. Entonces entendí… Amelia huye de lo que no entiende…

       Yo había necesitado fingir querer a alguien, un robo, un disparo, una misión y un secuestro para darme cuenta de que… Amelia no me gustaba.

        Corrí detrás de ella que no iba por lejos por culpa de su pierna y cuando la giré… estaba llorando. Le sequé las lágrimas con el pulgar, yo las había causado en primer lugar.

       -Amelia, soy arrogante, engreído, egoísta y a veces no soy muy listo para darme cuenta de algunas cosas pero…- tomé su cara entre las manos. Te quiero, Amelia Ricks, Richester o cómo sea que te llames.

       -No es gracioso.

        Me respondió entre lágrimas y eso me hizo sentir una extraña forma de ternura hacia ella. No me creía. Saqué su pulsera que me había guardado en el bolsillo y me arrodillé frente a ella.

        -Amelia, nuestro trato acabó, tal como había prometido, nuestra relación de novios falsos, terminó. ¿Recuerdas la frase de: “Si amas a alguien déjalo ir”?

         -¿Qué pasa con ella?

        -Yo te dejé ir sin quererte, y resulta que tuve que salir a buscarte porque me di cuenta de que… de que por más que intentara engañarme, no recibiría una bala por nadie más. Y en este momento, después de finalmente aceptar que quiero estar contigo, te pregunto, ¿quieres ser mi novia? Esta vez en serio.

        Me había dejado al descubierto. Había dejado mi corazón expuesto y era como si se lo estuviese ofreciendo en bandeja de plata. No sabía qué esperaba que hiciera Amelia, pero definitivamente, lo que hizo no era lo que yo esperaba.

        -Eres egoísta…

        -Eso ya lo había dicho- la interrumpí, pero se quedó mirándome raro- continúa.

        -¿Sabes querer a alguien más que a ti? ¿Te has esforzado por ser alguien además del título que te otorga tu dinero?

        -Amelia, ¿qué se supone que dices?

        -Digo, que cuando aprendas a querer a alguien más que a ti, tal vez y solo tal vez considere…

        -¡No lo entiendes! ¿Sabes por qué tuve un accidente? Porque cuando iba saliendo de tu casa recibí una llamada anónima. Una voz que me dijo: “Deja a Amelia o pagarás las consecuencias” yo solo pude responderles que jamás te dejaría. Un minuto después, un tipo en una camioneta me estaba sacando del camino. Mi mano en uno de los sacudones quedó atrapada en el volante y fue así como me fracturé. Pero, ¿sabes en qué pensaba durante se tiempo? No era en que no podría jugar, o cualquier cosa relacionada conmigo. Pensaba en ti, en que los que estaban detrás de mí irían a buscarte y enloquecí. Sufrí un ataque de pánico y para cuando los paramédicos llegaron, yo ya me había desmayado.

        -¿Y se supone que debo sentirme conmovida?

         -Tú no eres así.

        -No me conoces, no sa…

       -Te conozco. Sé que amas el medioambiente, que una vez por semana vas a plantar árboles con otros voluntarios, vas a la residencia de ancianos una vez por mes y aunque Keitlhyn salió de la clínica, la visitas de vez en cuando a su casa. Sé que ignoras al mundo cuando comes tu helado favorito. Te gusta el deporte y eres buena recordando cosas de los demás, cosas que habían comentado de paso que les gustaban. Sé que no te gusta que piensen que eres superficial y en el mundo de los negocios no dejas que todos te conozcan porque quieres que te juzguen por tu trabajo y no por tu edad o apariencia. Sé que para ti, la lluvia es como música, creo que lo consideras el sonido más bello de la naturaleza. Te conozco cuando estás revisando un documento importante, aparecen unas arrugas en tu frente por lo mucho que te concentras. Sé que… se que huyes de lo que no entiendes, de lo que no estás segura, que no te gusta dejarte al descubierto y que todos conozcan tus sentimientos y no quiero forzarte a nada, Amelia. Sé que esta tarde te dije que me gustabas pero… te quiero y te pido que me dejes quererte.




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