La vida es un palpitar entre dos eternidades”
El hermoso transitar de la experiencia de la vida regala maravillosos e inigualables momentos que si se aprecian adecuadamente pueden ayudar a la persona que lo ha vivido a crecer espiritual, psicológica y socialmente de una manera grandiosa.
Cuan dispuesto estas para levantarte de las caídas, limpiarte y volver a empezar; cuan dispuesto estas para tomar las situaciones que te rodean y manejarlas de la mejor manea aunque se te haga muy difícil.
Si la existencia (la vida) fuera fácil, la monotonía reinaría en nuestra sociedad y nuestro corazón y he allí una de las razones por las cuales es tan divertida y no tiene manual, esperando así cada día algo nuevo que nos sorprenda.
De esta forma comienza mi historia, no es la más extraordinaria pero si les puedo decir que no ha sido monótona y aburrida.
Me presento; Es todo un placer, mi nombre es Yoyber (No sé de primera instancia de donde proviene ese nombre), pero me suelen decir Yoy; tengo 21 años, y orgullosamente soy de Venezuela estado Lara y podría describirme (No exacto) como un joven alto, delgado, con cabello semiondulado y ojos oscuros, casi negros, y con un estilo poco común para los chicos de mi edad en la época que vivo, elocuente y expectante de la vida.
Hace algunos años (un aproximado de 7 u 8 no lo recuerdo específicamente) pero lo que si se es que ha sido una gran y sobrenatural aventura con inigualables enseñanzas.
Para que entiendan un poco, hace muchos años un accidente marco mi vida y la vida de los que me rodeaban puesto que no lo recuerdo porque fue a muy temprana edad, pero desde allí volví a nacer. Ese accidente fue a mis 9 meses de haber nacido (hace 20 años y dos menes) y tomando relatos de los más allegados; todo fue un día normal como cualquier otro día en casa de mi abuela materna, donde la cocina a horas del medio día estaba agitada (Como toda cocina normal de cualquier casa) y en la esquina de la misma una olla humeaba con fuerza ya a punto de hervir.
Dicha olla al parecer fue súper atractiva para mí (No sé si el resplandor del acero o el fuerte sonido de las burbujas); el caso es que en ese momento me encontraba jugando en la parte frontal de la casa (Con rejas recién pintadas de blanco y las paredes un tenue color salmón un poco desgastado por el sol) cual era mi distracción, (No lo sé) o al menos no lo recuerdo y escurriéndome entre la mesa y las sillas del comedor llegue a dicho (La cocina) y según me relata personas presente fue en cuestión de segundos, donde tome la olla por una orilla de la misma y reaccionando de inmediato la hale hacia mí, vertiéndome el agua en ebullición (Hirviendo) en mi cuerpo y de esta forma como era obvio generando quemaduras de tercer grado por toda la parte izquierda de mi cuerpo, a esto me refiero parte de la cabeza, brazo, torso y parte de la pierna.
Allí fue entonces cuando comenzó la verdadera lucha; en base a que mi cuerpo quedo traumado (Muchas cicatrices que necesitaban ser curadas) mas no desaparecerían fácilmente y mi vida dio un giro inesperado (al menos eso creía yo).
El sobrevivir a dicha experiencia ha de ser un milagro comentaban los médicos de guardia en emergencia del pediátrico del Hospital Antonio María Pineda de Barquisimeto donde transcurrí mis primeros años de vida sanando las heridas de antes mencionado accidente.
Para todos, el accidente cambio sus vidas o al menos los de mi familia más cercana donde debo resaltar la valentía de una mujer que salía adelante aunque lo que se esperaba era otra cosa. Arelis, mi madre quien nunca perdió la fe, y muchos años después me relata que; “Al ver ese pequeño bebe desde un vidrio, envuelto en mantas blancas de pies a cabeza y no poder tomarlo en brazos, abrazarlo y darle todo mi amor se me partía el alma en mil pedazos, más cuando notaba que aun estabas con nosotros gracias a las maquinas que te mantenían con vida y estable, solo me quedaba tener fe y confiar que tu podrías con eso y saldrías de allí”.
Si quieren saber, me recupere mas no del todo, posterior a eso surgieron 11 intervenciones quirúrgicas que actualmente no recuerdo con precisión de donde y cuando, pero lo que si recuerdo con mucho detalle es que mi caso era conocido en todo el hospital y hasta la ultima enfermera me conocía y yo a ellas.
Un proceso largo y de contante visitas al médico comenzó; de la casa al hospital y viceversa por lo que mi mama tomo la iniciativa a enseñarme lo básico de una escuela (Suma, resta, multiplicación, escribir y más) y para sorpresa de algunos mi nivel de atención era excelente teniendo en cuenta el trauma vivido.
Fue por entonces que mi crecimiento fue algo solitario y sin amigos (Solo primos) por lo tanto mi relación con las demás personas no era muy fácil o al menos no se me daba, en pocas palabras era o me convertí en un joven introvertido.