“Luego de la tormenta, seguro que viene la calma”
La vida es un constante sube y baja, y por tener o ser lo que somos suelen presentarse situaciones que en muchas veces se salen de control hasta que tienes la madurez y fortaleza para darte cuenta de las cosas que te rodean, de las cosas que nos dañan y las cosas que nos hacen bien para nuestro propio crecimiento.
Cada situación, cada problema, cada alegría, cada momento conlleva a un forjamiento de las vida como tal; nadie tiene un manual de cómo vivir y que decisiones tomar; importante tambien que todo, absolutamente todo tiene una etapa de principio, desarrollo y fin (como un libro cualquiera).
Normalmente la mayoría de las personas, entre ellas un 90% suele decir que le bachillerato fue una de las mejores etapas y que jamás lo olvidaran, más en cambio yo difiero de dichos comentarios en totalidad (bueno, jamás lo olvidare), no porque no lo sea, sino que, mi experiencia no concuerda con este tipos de comentarios buenos (al menos eso creía yo).
Luego de ser un adolecente que no tenía amigos, que no sabía cómo entablar una conversación con otra persona sin que le temblara la voz o se quedase callado, para resumir tímido; estaba en medio de más de 200 jóvenes de mi misma edad, sin saber que hacer; con un nudo en la garganta miraba a mis alrededores esperando reaccionar, más me encontraba totalmente helado, estáticos en un solo sitio por un aproximado de 30 minutos (SI, mi primer día de bachillerato).
Personas a mi alrededor se saludaban con euforia, juegos, risas, iban y venían, mientras yo seguía estático sin saber qué hacer y deseando comenzar de inmediato la hora de clase para escapar de dicha situación, hasta que de pronto salió una persona, no sé de donde puesto que habían mucha gente alrededor y se paró a mi lado con una cara pálida, cabello castaño y no de muy alta estatura, con uniforme aun oliendo a nuevo y en su bolso se podía ver libretas sin estrenar y colores variados.
Se podía notar a leguas que ella también era nueva porque no sabía que hacer o a donde ir, y de pronto mirándome dice en voz baja y suave.
-Hola, ¿tú también eres nuevo? – (Con una cara de que no sé dónde estoy y que tengo que hacer y como tu estas igual pues te pregunto) De pronto sentí un frio desde mis pies hasta mi cabeza, por haber irrumpido mí no sé qué, en lo cual estaba muy concentrado, donde con cariño y voz temblorosa por el intenso frio que hacia cabe destacar le respondí, algo que me termino sorprendiendo a mí mismo.
- Si, me imagino que tú también, porque tu uniforme huele a nuevo. - Quedándome perplejo (moría de verguenza) por un momento y mirándola note que estaba sonrojada, y con sutileza le dije.
- Disculpa, me llamo Yoyber , y sí soy nuevo (Creando un espacio con mucha menos tención de lo que había hace un momento atrás) y de pronto pareció que por un momento todo estaba bien.
Hasta que por fin llegó la oportunidad que tanto esperaba para salir de allí “Sonó el timbre” y con pasos acelerados camine para donde caminaba todo el mundo y cuando alzo la mirada hacia atrás veo a la misma chica que antes me saludo caminado detrás de mí; de pronto me encontré con una multitud buscando su nombre en las listas de las nuevas secciones, comencé a leer la que decía en letras muy grandes (NUEVO INGRESO) y mi nombre estaba allí (Con dos errores por cierto); supuse que era yo puesto que no creo que existieran muchos Yoyber en esa preparatoria y mucho menos que tuvieran el mismo apellido aun con un error, ahora solo quedaba por saber en qué sección había quedado y leyendo en voz muy baja casi que mental decía (Sección B1, Aula 2).
Allí comenzó una nueva aventura totalmente; llegando al salón un joven en la puerta dice en voz alta - Los monstruos están llegando - y quedando sorprendido por ese comentario me pare frente a él y a un grupo de personas a su alrededor las cuales se reían (No sé de qué, si por la crueldad o la estupidez) de pronto alguien detrás de mí comenta en vos un poco alta, casi molesta:
- No le prestes atención, es un tonto – Y mirando hacia atrás veo a la misma chica de ante con un semblante diferente; en esta ocasión algo molesta, y erguida con un ímpetu fuerte y un poco amenazante, y sin perder tiempo me tomó del brazo como una mama a un niño y a jalones entramos al salón de clase donde nos sentamos sin decir palabras, y mirándome me dice con dulce voz (totalmente diferente a la anterior)