"Si fuiste elegido para la batalla es porque puedes y tiene lo necesario para ganar"
Siempre, llega un punto donde tocamos fondo, pero que decides tú cuando llegas a lo más profundo; salir adelante o quedarte derrotado…
Pues mi fondo fue en ese tiempo de inicio en el bachillerato, donde no todos los días llega una persona con cicatrices en el cuerpo con la cual te puedes divertir (No junto a él, sino con él; saben a lo que me refiero), pues el día que comencé clases no solo fue el principio y el final de los comentarios como el anterior, más bien fue el abre boca.
En los primeros tres años fue una emboscada, de ataques tras ataques, sin saber que hacer solo fui guardando todo aquel dolor que sentía en dicho momento.
Había un grupo de jóvenes de diferentes edades y años de estudio que normalmente vivían tratando de hacerle la vida imposible a los demás, entre ellos yo (Se lo imaginaban cierto); eran un aproximado de 8 personas pero liderado por una cabeza macabra y retorcida que llevaba por nombre, Javier (Perdón por el drama pero imposible de olvidarlo), el cual fue el del comentario en primer día (era de esperarse).
Pues cada tanto que tenía la oportunidad de hacer sentir mal a una persona sin pensarlo lo hacía, y uno de sus favoritos era yo; (todo aquel que se cree superior a los demás, busca alguien débil para poder alimentar su ego y su orgullo) y toda persona que sufre del complejo de superioridad necesita otra persona con el complejo de inferioridad para poder sentirse bien consigo mismo.
Pues era así, a tal punto que un día sobre las 3 pm, en uno de los pasillos solitarios del complejo institucional, cuatro de ellos me rodearon, y con insultos como (No debes existir vestía; Eres una abominación; frankenstein … ) se acercaban cada vez mucho más, hasta el punto de estar frente a frete y sin esperarlo comenzaron a golpear por donde más atractivo le parecía, hasta que por un instante uno de ellos dice en voz alta – ya basta, es suficiente – y aunque estaba en el suelo tratando de cubrirme mire de reojo y en su vista se podía notar angustia y enojo, mientras que los otros tres restantes lo miraban fijamente sin decir palabra entre estos obviamente Javier; de pronto se escucha un ruido a lo profundo y como cobardes salen a esconderse; no sabría decir si fue el destino, casualidad, o la providencia de Dios pero quien se acercaba en pasos lentos con un libro en la mano era Isamar, quien al levantar la mirada y pausando su lectura me ve clavado en el suelo con lágrimas en los ojos y dolor en todo el cuerpo, los cuales a primera instancia no me importaban y lo que más me dolía era el ser mismo, el alma, el corazón como lo quieran llamar.
Con cara de preocupación me pregunta – Estas bien – creo que ella sabía lo que había pasado y con una sonrisa (la cual no sé de donde salió) le respondí.
- Tranquila que hierva mala nunca muere – con tanta ironía que pude notar en sus labios que se extendieron formando una pequeña sonrisa, más en cambio solo lo decía para que no me siguiera preguntando.
Cuando logre ponerme en pie, gracias a su ayuda, me mira con seriedad y dice – Quienes fueron – por un momento sentí que me lo exigía pero bajando la mirada y tomando mi mochila le respondí – Gracias por ayudar, hasta luego – y sin decir más le deje parada y comencé a caminar.
Días después pensando, pasaron por mi mente unas preguntas que en aquel momento me realice con toda franqueza: ¿por qué nací? ¿Para qué existir de esta manera? ¿Por qué Dios me hizo así? ¿Existe un Dios que puede dejar que le pase esto a un bebe y después sufra?. Tanto así que por un momento se suscitó el deseo que quitarme la vida, de acabar con aquel al lo yo llamaba “sufrimiento”, y pudiera pensar que ya; era el final pero había alguien que tenía otra visión para conmigo.
Fue entonces cuando mi vida se volvió de cabeza y no sabía qué hacer con la misma, donde refugiarme, o quedarme con lo que sentía, hasta que un día cualquiera (bueno no tan cualquiera) tome la decisión.