Una nueva oportunidad

Epílogo

Port Townsend, Washington, octubre de 2017. 

 

Querido hermano: 

Me pediste que te escribiera una carta cuando me sintiera mejor y tuviera cosas buenas que contarte, ¿lo recuerdas? Querías que la escribiera y la leyera en voz alta para ti. 

Empezaré por contarte que ¡por fin conocí París! Ya han pasado tres meses desde entonces, pero a mí me parece que apenas fue ayer. Si tan solo hubieras visto la expresión de mi rostro, en el momento en el que bajé del avión y comencé con mi travesía... imagina la felicidad que sentí al caminar por donde nuestro abuelo lo hizo y encontrarme con el cielo que capturó en sus memorias. Ha sido simplemente maravilloso. El abuelo tenía razón, París es bello a todas horas del día.

Disfrutar de la vista desde la Torre Eiffel, caminar por los Campos Elíseos, estar en la Plaza de la Concordia justo antes del ocaso, admirar una y otra vez los detalles de la catedral de Notre Dame... tomarme un café en Montparnasse...

¡Dios mío, Chris! Son tantas cosas que, todavía, no puedo decidir cuál me agradó más. La inspiración volvió con tanta fuerza que me he permitido pintar algunos cuadros solo para mí.

¿Sabes? Hace justamente un año tú y yo nos despedimos para siempre. Me dijiste adiós, pero yo no estaba preparada para dejarte ir. No… yo seguía aferrada a que tú te quedaras a mi lado. 

¡Vaya drama! ¿Verdad?  

Pero no creo que esperaras menos de mí, siempre decías que era la «reina del drama», así que espero no haberte decepcionado. 

Mientras te escribía esta carta, reviví los días posteriores a tu partida y entonces caí en cuenta de que, a pesar de tu ausencia, te aseguraste de estar todo el tiempo cerca de mí. ¡Apenas puedo creer todo lo que hiciste sin que yo me diera por enterada!, creí que no teníamos secretos, Chris, ¡y resulta que tenías asuntos con todo el mundo!  

¿Eso fue lo que te enseñaron en la facultad de leyes? ¿O quizá todo lo aprendiste de Johann? 

Sí, sí… por fin le llamo Johann. Digo, sería raro llamarle Fletcher después de aceptar que lo amo con toda mi alma y que me gustaría pasar el resto de mi vida junto a él. 

Te estarás preguntando cómo pasó eso de pasar mi vida junto a él; pues, verás, su propuesta llegó en los días posteriores a nuestra estadía en París. Mientras yo trabajaba en la galería, haciendo pruebas de iluminación, él entró al lugar y me dijo que no soportaba el hecho de regresar a Washington y permanecer lejos de mí ¡se arrodilló justo al frente mío y me pidió que nos casáramos!, así sin más.  

Mamá gritó como loca al saber que Johann y yo uniremos nuestras vidas; papá, por otro lado, se puso a llorar; está feliz, claro, pero como él dice: está convertido en un «viejo sentimental». Daisy se ríe cada vez que él dice eso, pero lo anima, diciéndole que es un viejo demasiado apuesto. Ah, ¿y qué te digo sobre Kyle? Él de hecho está muy molesto, porque, escúchalo bien: ¡no desea que yo me case! Increíble; parece mentira, pero, después de todo, tengo un hermano celoso y protector que quiere espantar a mi novio. 

Ya lo sé, debes estar esperando a que termine con esto, no te preocupes, ya lo voy a hacer. 

Solo, quiero darte las gracias una vez más. Chris, agradezco con todo mi corazón lo que has hecho por mí, literalmente, todo… la casa, la galería, todos tus consejos y el amor que siempre me diste. 

Aun sin estar presente de manera física, me ofreciste una nueva oportunidad, una que yo creí que jamás tendría. 

¡Te amo mucho, Chris; y voy a amarte hasta el final de mis días! 

Descansa en paz, hermanito… Y por favor no te olvides de que, aunque te dejo ir, te llevaré en mi corazón por siempre. 

 

Elsie terminó de leer aquella carta. Las lágrimas corrían por sus mejillas, sin embargo, no eran lágrimas de tristeza, como todas aquellas que derramó en los meses pasados. Ese llanto era de la intensa alegría que su alma experimentaba. 

Finalmente había entendido que Christopher estaba en un maravilloso lugar, un sitio en donde no había más sufrimiento. Por fin sentía que su bella alma estaba en completa paz. 

—Elsie —le llamó Johann al verla sentada en la banca, mirando hacia el mar—… Hace frío aquí —recriminó él, colocándole una frazada por encima de los hombros. 

Elsie sonrió y contenta respondió: 

—Esta escena me parece familiar, hace seis meses te encontré en este mismo lugar, solo que era primavera y sin duda no hacía el frío que hace ahora. 

—Sí hacía un poco de frío, pero mi mente estaba ocupada con lo que quería decirte, así que el frío fue lo de menos —reconoció, rememorando aquel instante. 

—Ese día dijiste que me amabas —suspiró Elsie. 

—Fue un gran día, uno que jamás olvidaré. —Johann extendió su mano e invitó a Elsie a levantarse de su asiento—. ¿Ya leíste la carta para Chris? 

—Sí, ya lo hice. Sé que su ausencia me dolerá por siempre, pero soy consciente de que debo dejarlo ser feliz allá en donde está. 

—Sabia decisión —afirmó Johann sintiéndose contento—. Dime, ¿estás lista para la inauguración? —inquirió al tiempo que Elsie respondía con una negativa—. Pues tendrás que estarlo, porque mañana Port Townsend tendrá una nueva galería. 

—La verdad es que un trago de whisky y una velada motivadora me vendrían bien en estos momentos —señaló ella, esbozando una pícara sonrisa—. Dígame lord Fletcher, ¿qué hará usted al respecto? 

—Señorita Wilder, para mí sus deseos son órdenes —respondió Johann, acercándola hacia él—. Deje todo en mis manos, que yo sabré cómo hacerle sentirse lista para su gran día —añadió antes de besarla y dejarle claro lo mucho que le amaba. 

 

FIN 




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