Una nueva perspectiva

10. Introspección

Es sábado al mediodía y Andrés acaba de salir de su única clase del día. Se siente realmente hambriento, por lo que va al quiosco cercano a buscar algo de comer antes de abandonar el campus. Con un sándwich de pollo y una botella de jugo de naranja en sus manos, se dirige a un banco cercano para comer mientras aprovecha el día soleado.

El estar solo y relajado por un rato le hace pensar en los sucesos de los últimos días. Hace una semana le confesó sus sentimientos a Laura, a los cuales ella correspondió. En los días posteriores se han estado viendo como de costumbre, pero, siendo ya oficialmente novios, han hablado un poco más sobre temas personales; Laura en particular ha estado más abierta a hablar sobre su discapacidad y las implicaciones de la misma. Además, ha dejado de faltar a clases y poco a poco ha ido recuperando su semblante habitual; probablemente el hablar sobre el tema con una persona especial para ella le ayudó bastante a superar la crisis en la que cayó unos días atrás.

Una vez termina de comer, Andrés se queda sentado por unos minutos más, hasta que una figura inconfundible aparece recorriendo el sendero cercano. Es Laura, pero no está sola. Una chica del mismo tono de piel y que aparenta ser un poco mayor que ella está empujando su silla. Antes de que Andrés se levante del banco, Laura lo ve y ambas chicas se dirigen hacia él.

Tras el saludo, Laura toma la palabra:

—Te presento a mi hermana.

—¡Hola! Soy Andrés, un placer.

—Soy Camila, gusto en conocerte.

Camila dirige su mirada a Laura y luego prosigue:

—Entonces este es tu galán. Es un caballerito adorable, por lo que veo.

El cumplido coge a Andrés con la guardia baja y hace que se sonroje, lo cual hace que Camila suelte una pequeña risita. Ella parece ser más extrovertida que su hermana menor y Andrés tiene la sensación de que se llevarán bien. Teniendo en cuenta que Camila es la única persona con la que vive Laura, siendo casi como una figura materna para ella, Andrés siente un poco de alivio al saber que Camila se llevó una buena primera impresión de él.

—Estoy feliz y les deseo lo mejor, chicos.

Tras una leve sonrisa en señal de agradecimiento, Andrés continúa con la conversación.

—Entonces, ¿qué las trae por aquí hoy, chicas?

Laura toma la palabra:

—¿Recuerdas que te había dicho que la psicóloga me recomendó buscar algún deporte o actividad como parte de mi rehabilitación? Pues vamos a las oficinas de Bienestar Universitario para inscribirme en un club.

—¿Y en qué te vas a inscribir?

—Bueno, hay varias opciones. Hay tenis o básquet en silla de ruedas, pero físicamente no me siento preparada para ellos, ya que todavía no tengo tanta destreza con la silla. También hay esgrima, pero no me llama demasiado la atención. Creo que escogeré tiro con arco; es un deporte que me gusta y en el que creo que me adaptaré bien.

—Qué chévere, me alegra saber eso. Por cierto, hay algo que quería decirte: mis padres quieren invitarte a la casa para cenar un día de estos.

—Ah eem... ¿Para cuándo? —responde Laura dubitativa.

La invitación parece haber tomado a Laura por sorpresa. A pesar de que los padres de Andrés saben que Laura tiene discapacidad y lo han aceptado sin problemas, ella aún se siente nerviosa acerca de qué dirán al conocerla. El alejamiento de personas que ella consideraba sus amigos después de su accidente le generó una gran inseguridad al respecto. Laura varias veces le ha manifestado a Andrés su preocupación sobre este asunto, de manera que no es difícil para él intuir el motivo de su titubeo:

—Habíamos pensado que fuera el miércoles, si te parece bien. Estoy seguro de que les caerás bien, si eso es lo que te preocupa. Desde que les dije que estábamos saliendo han estado muy entusiastas al respecto.

—El miércoles está bien —responde Laura, aún sin mucha convicción.

Camila, que conoce muy bien a Laura, también parece intuir el motivo que la hace dudar, de modo que saca a relucir su rol de hermana mayor, hablándole con un tono motivador al mismo tiempo que cariñoso, pero sin llegar a ser condescendiente:

—Vamos, Lau —añade Camila—, yo mejor que nadie sé que eres una chica encantadora y que caes bien a donde vas. Quedarán dichosos cuando te conozcan.

Los intentos de ambos por persuadir a Laura parecen tener efecto y ella se muestra un poco más animada:

—Entonces así quedamos; el miércoles nos encontramos después de clase donde siempre.




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