13
Durante el resto de la semana, tanto Laura como Andrés han estado bastante ocupados, ya que se acerca el final del semestre y deben dedicar la mayor parte de su tiempo a estudiar para los parciales y a terminar los trabajos escritos. Aun así, Andrés saca algo de tiempo para ir a visitar a Laura a su apartamento durante el par de días más que está incapacitada. Cuando Laura regresa a la universidad, apenas pueden verse a la hora del almuerzo.
La semana siguiente no comienza de forma menos ajetreada. Andrés no pudo descansar en absoluto el fin de semana, ya que tenía que entregar un extenso trabajo escrito para la clase de Administración de Proyectos el lunes a primera hora. Terminada la clase en cuestión, siente un pequeño alivio y, aun con la semana entera por delante, tiene un pequeño descanso en el que puede ver a Laura y pasar tiempo de calidad con ella. Andrés, como de costumbre, se dirige al quiosco por un café, que esta vez es más necesario que nunca dada la falta de sueño. Con el pequeño vaso en su mano, llega a la zona verde cerca del edificio de Psicología, se tumba en un banco y espera pacientemente a Laura, la cual aparece unos minutos después. Lleva unas sandalias y todavía tiene su pie vendado.
—¿Cómo va tu pie?
—Bien, la herida está cicatrizando bien, pero todavía tengo que seguir usando el vendaje unos días, más que nada por prevención.
Tras un poco más de charla, ambos deciden acostarse en el césped para relajarse. Hace mucho que no hacen esto y quieren pasar un rato agradable simplemente disfrutando de la presencia del otro en silencio. Cuando Laura le pone los frenos a la silla, Andrés se dispone a alzarla como de costumbre, pero ella lo detiene.
—Tengo algo que mostrarte —dice Laura, ante un confundido Andrés que simplemente la mira.
Laura toma su tobillo izquierdo con la mano y pasa su pie del reposapiés al suelo; luego hace lo mismo con el otro pie. Después, agarra con firmeza el marco de la silla y, como puede, empuja su cuerpo hacia adelante. Posteriormente, se gira un poco y coloca su mano derecha en el suelo a modo de apoyo, mientras que con la izquierda aún está sujetando el marco de la silla. Como aún no tiene demasiada destreza a la hora de transferirse, pide a Andrés que ponga un brazo en su espalda y el otro bajo sus muslos para acompañar el movimiento y evitar un aterrizaje aparatoso en el suelo. Una vez sentada en el suelo, toma sus piernas para estirarlas y se recuesta en el césped. Andrés hace lo mismo y se recuesta a su lado.
—¿Cómo te pareció eso? —Pregunta Laura.
—Estuvo genial. Me alegra que estés progresando con tu independencia.
—En la fisioterapia estoy aprendiendo a transferirme sola. Ya aprendí a transferirme de la silla de ruedas a la cama y al sofá; un día de estos te lo mostraré. De la silla al suelo es más difícil, como pudiste notar, pero estoy mejorando. Cami también me está dejando hacer más cosas por mi cuenta. Por supuesto que está ahí para ayudarme si lo necesito, pero sabe que no debe sobreprotegerme porque eso sería perjudicial para mi independencia.
Andrés gira su rostro en dirección a Laura con una sonrisa, la rodea con su brazo, la trae hacia él y le susurra al oído «Estoy orgulloso de ti». Laura abraza a Andrés en respuesta y ambos se quedan en silencio contemplando el firmamento. En medio del estrés con las cosas de la universidad, este momento abrazando a Laura y sintiendo el olor de su perfume y el calor de su cuerpo se siente increíblemente bien. Tras unos minutos, Laura se aparta un poco, pero no rompe el abrazo.
—¿Cómo vas con las cosas de la universidad? —pregunta Laura con genuina preocupación, seguramente habiendo notado el rostro cansado de Andrés.
—Aún con mucho trabajo por delante, pero ya casi acaba el semestre, así que vale la pena darlo todo en estos últimos días. Al menos ya entregué ese trabajo de Administración de Proyectos que me mantuvo ocupado todo el fin de semana.
—Yo igual. Al haber estado casi un año fuera de la universidad ya se me había olvidado cómo es el ritmo de trabajo, y a estas alturas ya me siento bastante cansada. Espero que acabe pronto el semestre porque tengo una propuesta para hacerte en vacaciones.
—¿De qué se trata? —Responde Andrés con curiosidad.
—En vacaciones iré a Villa de Leyva a visitar a mis padres y Cami me dijo que, si querías, podías venir con nosotras.
La propuesta coge a Andrés levemente con la guardia baja, pero el tener la oportunidad de viajar con Laura le entusiasma de tal manera que no tarda más de unos segundos en aceptar el ofrecimiento:
—Me encantaría. Tengo que hablar con mis padres, pero estoy casi seguro de que aceptarán. ¿Cuánto tiempo es el viaje?