ANNE.
El centro comercial está menos lleno de lo que me imaginaba para ser un viernes por la mañana. Normalmente la gente va sin prisa, excepto algunos que corren con los cafés en la mano. La mayoría de la gente está desayunando en las mesas que tienen las cafeterías fuera o pasean y miran los escaparates.
Yo soy una de las que está sentada en las mesas junto a los ventanales de la segunda planta. Tomo con ambas manos el teléfono para que no se note que me tiemblan ligeramente de lo nerviosa que estoy, pero el movimiento involuntario de mi pierna me delata.
No he pegado ojo en toda la noche.
Cada vez que cerraba los ojos y parecía que el sueño al fin me vencía, sus palabras volvían a repetirse en mi mente, "Nunca la he amado". Y entonces volvía a desvelarme pensando en qué es lo que he hecho y por qué merezco esto, pero no encuentro respuesta.
Miro el reloj ansiosa porque Jessica debe estar por llegar en cualquier momento. Me cierro el abrigo y hago una seña al camarero para que me traiga un té.
Cuando el camarero se marcha, entonces la veo.
Camina directamente hacia mí, con el bolso colgando del hombro y un bonito traje negro entallado de pantalón que la hace verse toda una profesional. Me pongo de pie cuando se cerca, y nos damos un abrazo que me rompe por dentro.
—Hola, nena —dice en voz baja, acariciándome la espalda y me suelta solo para mirarme a los ojos—. ¿Estás bien? —Asiento, aunque las dos sabemos que es mentira. —¿Seguro?
—Sí. Seguro.
Nos sentamos y ella deja su bolso a un lado. Saca un cuaderno pequeño, el mismo de ayer, y lo deja sobre la mesa.
—Antes que nada —dice—, necesito saber algo. ¿Ya habéis ido a ver algún obstetra?
—No. —Niego con la cabeza.
—Tenemos cita la semana que viene. Jackson quería esperar hasta los tres meses. Dice que es mejor no decir nada hasta que estemos seguros de que todo está bien con el bebé.
—Eso es bueno. Muy bueno, de hecho. —asiente para mi sorpresa y sonríe enseñando todos sus dientes.
—¿Por qué? —cuestiono curiosa.
—Pues porque ayer, después de estar pensando casi toda la noche, pensé en algo que podría funcionar. Pero necesito que me escuches con atención y estes muy segura de querer hacer lo que vas a hacer.
—Te escucho siempre —respondo, sintiendo cómo se me acelera el corazón. —Y por supuesto que estoy segura de que quiero el divorcio. —Sonrie satisfecha al escucharme.
—Perfecto, porque tengo un plan.
—¿Un plan? —repito como si fuera boba. ¿Que plan?
—¿Recuerdas que alguna vez te ha hablado de mis tíos, Dave y Emma?
—Claro. Los que tienen un café en los Alpes italianos, ¿no? Coincidí con ellos en alguno de tus cumpleaños.
—Exacto, ellos. La cuestión es que me llamaron hace un par de meses, querían preguntarme si me gustaría hacerme cargo de su cafetería en Alleghe, ya que no tienen hijos y se quieren jubilar pronto. Cuando lo hagan quieren viajar y necesitan a alguien de confianza que se quede al cargo de todo. Yo decline su ofrecimiento, les dije la verdad, que pienso casarme pronto con Mark y estoy cerca de ser socia del bufete. Además me gusta la vida en la ciudad. Pero ahora estoy pensando que podría llamarles y ver si estarían dispuestos a darte esa oportunidad a ti. Ya para el mundo, tú todavía no estás embarazada por lo que no estás cometiendo ningún delito. Solo quieres alejarte y separarte de tu marido infiel.
La miro sin decir nada porque tardo un poco en procesar lo que me acaba de decir.
—¿Quieres que me vaya a los Alpes?
—Sí, eso quiero. Piénsalo bien, solo sería hasta que resolvamos todo esto con el estúpido de Jackson. Necesitas desaparecer, Anne. No puedes seguir en esa casa, bajo su control, ¿cuánto tiempo podrás aguantar callada y fingiendo ahora que sabes lo que planea? Allí estarás segura, es un pueblo pequeño, donde nadie te conoce y donde la familia Bonnet no tiene influencia. Podrías empezar de cero, trabajar, vivir tranquila, preparar el nacimiento de tu bebé sin tener que fingir todos los días. Y yo desde aquí me ocuparía de tramitar tu divorcio y que consigas recuperar tu empresa.
Me tapo la boca con una mano, conteniendo la emoción. Casi no puedo creer lo que estoy oyendo.
—¿Crees que ellos aceptarían? —Jessica sonríe, cálidamente.
—Por supuesto, saben que eres como una hermana para mí. Además, sería una ayuda mutua. Ellos necesitan a alguien de confianza y tú necesitas una salida. Son muy buenas personas y no les costará entender la situación, aunque no les contemos todos los detalles.
—Jess... —susurro, sintiendo caer las lágrimas por mis mejillas—. Es una idea estupenda. No sé cómo agradecerte.
—No tienes que agradecerme nada. Somos familia, Anne, lo somos desde los doce años. Cuando llegué nueva al instituto sin conocer a nadie y me defendiste de la abusiva de Verónica. Ahora yo te voy a ayudar a salir de esta pesadilla, del caradura de tu... del señor Bennet.
Respiro hondo. Me siento un poco más fuerte solo por tenerla como amiga.
—¿Sabes? Hay algo más —le digo, bajando un poco la voz—. He conseguido volver a tener acceso a mis cuentas.
—¿Cómo? —Sonríe.
—Anoche, cuando Jackson vino a casa... vino con sus padres. Querían hablar de las vacaciones. Planeaban todo con tanta normalidad que me entraban ganas de vomitar. Pero recordé tus palabras y fingí como la mejor. Les dije que iría hoy a la agencia de viajes, pero primero pasaría por el banco porque mi tarjeta tenía una restricción, tenías que haber visto la cara de Jackson, como palideció. Sé que él mismo puso el bloqueo, pero como le dije que hoy vendría aquí, y me informaría con los del banco, estoy segura de que la ha quitado.
—Le diste una razón para hacer justo lo que necesitabas. —Asiento.
—Voy a sacar todo lo que pueda antes de que vuelva a intentar algo. Necesito asegurarme de tener suficiente para poder empezar de nuevo, aunque sea por un tiempo. Para empezar retiraré de la cuenta todo lo que cuestan unas lujosas vacaciones en yate por la costa.
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Editado: 05.06.2025