ANNE.
Hoy me he levanto temprano. Mucho más temprano de lo habitual.
Me miro en el espejo del baño y no reconozco a la mujer que tengo delante. Estoy pálida, con ojeras, el estómago revuelto y muy nerviosa pensando en lo que voy a hacer hoy.
Jackson está en la cocina, lo sé porque me llega el olor a café recién hecho y a tostadas. Lástima que ahora en mi condición solo pueda tomar té.
Me voy acercando a la cocina y lo escucho tararear felizmente. Está tan tranquilo, como si realmente todo estuviera bien, y de hecho para él lo está, porque sus planes están saliendo a la perfección. Al fin ha dejado embarazada a la ingenua de su esposa, esa que desechará nada más de la luz.
Me duele solo pensarlo.
No se da cuenta, de que esto no es un juego. A este psicópata le da igual todo. Solo quiere conseguir a este bebé sin pensar que a mí, me va a destrozar la vida.Como podría asimilar perder a mis padres y luego a mí bebé. Me volvería loca.Tal vez eso es lo que quiere, pero no lo va a conseguir. Ahora el juego ha cambiado.
Tomo fuerzas de donde no tengo y entro a la cocina con la mejor sonrisa que me puedo permitir.
—Buenos días, mi amor —digo. Me sale una voz tan dulce que hasta yo me sorprendo. Me acerco y le doy un beso en la mejilla—. ¿Has dormido bien?
—Como un tronco —responde él, sin mirarme—. ¿Y tu cariño?
—También, perfectamente.
Él Miente y yo miento, ahora ambos jugamos al mismo juego, pero con objetivos diferentes
—¿Hoy tienes reuniones? —pregunto mientras sirvo un poco de té en mi taza. Me quemo la lengua, por la tensión, pero no me importa, disimulo.
—Sí, tengo dos por la mañana y una comida con unos nuevos inversores. No volveré hasta tarde. ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer?
—Iré al banco a ver si soluciona al final lo de la tarjeta.
—¿Vas al banco? ¿Ayer tuviste algún problema?
—No, la verdad es que no. —Pero eso él ya lo sabe, porque se ocupó de desbloquearlas para que no sospechase. —Pero tengo que hacer una transferencia antes de que se me olvide, para que se pague la membresía del club de verano. Me enviaron la carta de invitación hace unos días.
Asiente sin mucho interés, recoge su maletín y se cuelga el abrigo.
—Claro cariño, soluciónalo—dice. —Nos vemos luego. —Se acerca y me besa suavemente en los labios, como si nada.
—Te quiero —susurro, y él sonríe, pero no me responde.
La puerta se cierra y en cuanto oigo el ascensor, dejo caer los hombros y suspiro. Después tomo el móvil y le marco a Jessica.
—¿Jess?
—¿Sí?
—Ya está, ya se ha ido.
—Voy para el centro. Será rápido, en unos treinta minutos creó haber acabado. En cuanto esté todo listo te llamo para que me recojas aquí.
⌛⌛⌛⌛⌛⌛⌛
Efectivamente media hora después, vuelvo a estar en casa cerrando mi pequeña maleta al tiempo que llamo de nuevo a mi amiga, que responde al segundo tono.
—Anne, ¿Ya estás? —pregunta a media voz.
—Estoy lista.
—¿Lo has hecho?
—Sí. He retirado otra cantidad absurda de dinero. Y la he depositado en una cuenta que tenía con papá, internacional a la que él no tiene acceso. De las cuentas de empresa no puede tocar nada hasta el próximo año —Sonrío aunque no me vea. —Cuando vea el saldo que le he dejado en la cuenta, le dará un infarto. El director del banco casi me pregunta si me han extorsionado. Me miraba raro, no es normal que mueva tanto dinero en tan poco tiempo. Pero no ha sospechado nada.
—¿No? ¿Qué le has dicho?
—Le he sonreído. Y le he dicho que pronto es nuestro aniversario de bodas, cosa que es cierta, y que estoy pensando en comprarle a Jackson un precioso Yate. Que como todavía faltan algunas semanas y no quiero que se entere aún, no lo puedo pagar desde la cuenta conjunta o fastidiaría la sorpresa.
—¿En serio le has dicho eso?
—Tal cual. Y lo he rematado preguntándole que si por casualidad conoce a alguien que tenga una isla privada en Grecia, porque me gustaría celebrar mi primer aniversario de bodas en ese bonito país.
Jessica estalla en carcajadas al otro lado.
—¡Dios mío, Anne! ¡Eres una Genia! Eres mejor actriz de lo que creía.
—El pobre Jerry se ha quedado blanco. Pero me ha sonreído como si estuviera tratando con la esposa de Elon Musk. Me ha dicho “Si necesita cualquier cosa, señora, aquí estaré”.
—Le acabas de dar una historia para contarle a sus nietos.
—Con tal de que no me delate, puede contársela a quien le plazca.
—¿Estás lista? —dice recuperando la seriedad inicial.
—Sí. Más que nunca. También llevo mucho efectivo para pagarte y para que me lo vayas ingresando en la cuenta que abriré en los Alpes.
—Bien nena. Que a vosotros no os falte de nada.
Una hora después, estoy bajando las escaleras con mi pequeña maleta de mano y una mochila que lleva solo lo esencial como me pidió Jessica. Pasaporte, documentación médica, una copia con todos los poderes que le he firmado, algo de ropa, y una fotografía impresa de mis padres, que me recuerda por qué hago todo esto.
Jessica espera fuera, en su coche. Baja rápidamente con una sonrisa cuando me ve.
—¿Lista para cambiar de vida? —pregunta metiendo la maleta en la parte de atrás del coche.
—Sí. No quiero pensar más, merezco ser feliz y no sufrir por ese par de desagradecidos…
—Entonces, vamos. —Abre la puerta del copiloto para que suba.
Durante el trayecto al aeropuerto, Jessica me va contando los detalles de lo que ha preparado.
—He sacado dos billetes de avión. El primero, de Nueva York a Boston. A tu nombre. Ese vuelo despega a las 14:00. No lo vas a tomar.
—¿Y el segundo?
—Sale desde Queens, tres horas después ese te lleva directa a Bolzano. Allí te estarán esperando mis tíos, Dave y Emma. Les he contado que estás pasando por un momento difícil y que necesitas un respiro después de todo lo que has descubierto. No te preocupes, te van a recibir con los brazos abiertos.
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Editado: 06.06.2025