¿una o mil vidas a tu lado?

Capitulo 4

Las siguientes cuatro horas fueron tediosas para Valentina, pero sobre todo para su mano, dolía con el infierno mismo algo tan pequeño como su cortadura gracias a lo delicada de su piel. No obstante Nicolás no quiso irse del local y decidió darle pequeñas ayudas a ella para llevar los pedidos y evitar se esforzará, además era su cumpleaños.

Al culminar el día y con el local cerrado, espero que ella en compañía de sus padres salieran y los abordó.

-Señores buenas noches- saludo a los padres de Valentina.

-Buenas noches- soltó seco el padre de ella, mientras una sonrisa casi imperceptible rondaba los labios de la madre de ella.

Se paró lo más erguido que pudo y con su discurso, el cual practicó durante bastante tiempo. Dio inicio.

-Fue mi culpa que su regalo tuviera un gran daño, fue mi culpa su corte en la mano y peor aún, fue mi culpa que su jornada se hiciera más compleja siendo sus cumpleaños, por lo que me preguntaba si había alguna probabilidad de invitarlos a los tres a cenar en un delicioso restaurante mexicano a dos calles de aquí. Juro por mis padres no soy un psicópata y puedo mostrarles mi identificación- saco su billetera y entregó la licencia de la moto y su identificación personal.

Sus padres habían aprendido a reconocer en treinta años juntos y dos hijos cuando alguien traía buenas o malas intenciones y en este caso en particular ese joven les irradiaba tranquilidad, por lo que en una mirada de complicidad decidieron tomarle la palabra a el.

-Estaríamos encantados- dijo el padre de Valentina, una mirada de su esposa hizo que frenará en lo que iba a proseguir y le cedió la palabra a ella.

-Es cierto, estaríamos encantados. Pero estamos demasiado cansados con mi esposo así que preferiría que fueran ustedes dos. Con la condición que no la lleves muy tarde a la casa, apenas es jueves y no quiero verte a altas horas en la calle- esto último se lo dijo a su hija.

-Pero mamá- refuto Valentina.

-Pero nada, ve y diviértete, el fin de semana te hacemos algo con toda la familia- su madre le guiño un ojo y la abrazo, luego su padre le devolvió los documentos al muchacho, le dio un fuerte apretón lo suficiente como para dañar su mano y beso la mejilla de su princesa. Ambos adultos se marcharon dejándola a ella algo confundida por lo que acababa de suceder.

Aún en medio de su confusión su estómago rugía, agarro del brazo a Nicolás y se encaminaron a su destino.

Esa noche había sido como ninguna. Habia reído hasta generar ganas de ir al baño, sus mejillas dolían y no sentían pena alguna por hacer uno que otro ridículo.

Para cuando la acompañó a su casa, ya habían guardado el número del otro, informado sobre cómo encontrarse en sus redes sociales e invitado a la reunión del sábado con sus familiares.




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