Su madre salió de la habitación y en su mente al ver a su madre se plasmó una nueva idea.
Para las tres de la tarde tenía los duplicados de las fotos, había ido a renovar sus papeles del seguro de vida e inscrito como donante de órganos. Esta última se la guardó para sí mismo y ni siquiera con Valentina quiso compartirlo.
En medio de tantas vueltas por culminar, en ese ajetreado día, sintió un dolor muy fuerte de cabeza y continuó a eso tuvo un sangrado nasal, su rostro era pánico total. Nicolás no era idiota y era consciente lo que una señal de ese tipo representaba en su vida. La doctora torres siempre fue su oncologa de cabecera y tiempo atras cuando encontraron un pequeño tumor fue la encargada de evitar se expandiera hasta convertirse en algo maligno.
Cuando finalizó el día había culminado todos sus pendientes e incluso tuvo una instancia en el hospital donde la oncóloga le otorgó total prioridad ya que lo distinguía desde que era un niño. Allí le tomó una biopsia y era cuestión de tiempo para que llegaran los resultados, sin embargo Nicolás no se percató que en su espalda reposaban algunos moretones por los cuales las implicaciones que el cáncer hubiese regresado eran altas. ¿Como decirle a la mujer que amas y que tiene la oportunidad de su vida que estás nuevamente enfermo?. El no estaba dispuesto a generar otra prórroga en la vida de Valentina, el la amaba y quería verla realizada en cada etapa y esta era esa etapa tan valiosa que definiría parte del resto de su estancia en la tierra. Quizás ella se enojaria si los exámenes daban positivos, sin embargo tomó la decisión de callar por el bien de su novia y de la oportunidad que estaba a días de hacerle realidad.
Valentina se encontraba en casa, leyendo un libro de literatura clásica regalo de su madre días atrás, él principito. Había llorado con él cuando niña, pero no le importo y en la comodidad de su habitación se encontraba leyendo nuevamente. Una música la cual reconoció al instante inundó el lugar, bajo su libro y un radiante Nicolás se encontraba con una caja musical como la que su amiga le obsequio años atrás y que había tenido ese percance, aquel percance por el cual hoy se encontraba feliz y enamorada.
-Mi cielo- dijo emocionada por el detalle en sus manos- ¿Es para mí? - preguntó.
-Todo lo mejor para la princesa- le dijo orgulloso de su regalo.
Días atrás se había topado con esa caja en un rincón de la habitación de su novia y decidio llevarsela y mandar a diseñar no unas bailarinas sino réplicas miniaturas de los padres y hermano de ella, él, ashlye y su princesa. Por primera vez la vio llorar pero no de tristeza sino de la emoción y alegría más grande, pidió su mano y giró la manija de la caja musical mientras ellos con su melodía bailaban en aquel lugar.
- Eres un hombre maravilloso, la vida ha sido tan buena conmigo que no se como agradecerle tanto amor de parte de ella - los ojos de Nicolás se empañaron, el la amaba y no existía duda alguna en aquel sentimiento tan puro que juntos construyeron esos años en medio de las dificultades que por momentos parecían querer alejarlos.
- Te ame, te amo y te amare hasta que la vida me lo permita princesa, eres la luz que me mantuvo cuando el camino se nublo y la oscuridad lo obstruía. Siempre tú con tu infinito amor, bondad y paciencia. Nunca existira mejor mujer para mi, sin importar donde nos lleve la vida - sus palabras contenían doble sentido, no obstante Valentina estaba tan concentrada en el rostro y en el amor que no lo capto.
- ¿Una o mil vidas a tu lado mi amor? -Le pregunto ella.
- Una eternidad sería mejor princesa - un beso selló esta promesa.