Una Obra Sin Título

¿Qué es ser un Hombre? ¿Qué es ser un Padre?

En una plaza, un padre y su hijo están sentados tranquilamente, disfrutando de la tarde. Esteban, el padre, es un hombre ocupado, mucho. Sus obligaciones en su trabajo debido a su cargo son descomunales. Suele estar todo el día fuera de casa, a veces los fines de semana. Pese a esto, el señor se las arregla para al menos tener un par de días a la semana para compartir tiempo de padre e hijo con Miguel, su único hijo. Sigue siendo un poco inocente el niño, pero es atento y avispado, y a veces algo inquieto es verdad, pero es un buen chico. Ambos, padre y madre, han sabido educarlo bien; su esposa es una mujer muy comprensiva y fiel que se hace cargo de todo cuando él no está.

Ese preciso día, un miércoles, Miguel cumplía sus diez años. Teniendo este gran compromiso en mente desde hace meses, el hombre consiguió el día libre para pasarla con su hijo.

Desde la mañana, el padre sacó a su hijo, quien ansioso esperaba este día. Fueron al parque de diversiones, fueron a comer a un par dulcerías, pasaron por una estación de juegos y maquinitas mientras paseaban por la ciudad, y para finalizar la tarde, una tranquila estancia en la pacífica plaza del enorme parque central, con abundantes árboles y lugares espaciosos. Siempre hay gente en ese lugar, y uno que otro músico demostrando su talento con su forro abierto a la espera de alguna cooperación económica.

Un día entero con su hijo, como lo había prometido. Pero un duro golpe a su bolsillo, cabe mencionar. “El día de pago está lejos”, piensa él sin ningún atisbo de impaciencia, más bien alegre y animado.

Sentados juntos, el niño disfruta felizmente de un jugo de frutas natural de un puesto cercano; finalmente algo saludable después de tantos dulces y comida chatarra para variar. Él, por su lado, bebe una cerveza enlatada que compró cerca de allí en una máquina expendedora.

Viendo a su hijo disfrutar y estar alegre, se siente más que satisfecho. Ha hecho feliz a su hijo, y eso es suficiente para él.

― ¿Papá?

― ¿Sí?

El niño voltea a mirarlo.

― ¿Puedo preguntarte algo?

Para el señor no es extraño responderle preguntas a su hijo. Es un chico curioso, y suele preguntar por todo lo que le llama la atención.

―Claro ―respondió―. ¿Qué quieres saber?

― ¿Qué es ser hombre? ¿Qué es ser papá? ―preguntó calmado.

El hombre se detiene a medio sorbo de la lata.

Vaya preguntas ha dicho Miguel. Demasiado serias y profundas para un niño de diez años. Esteban no se esperaba estas preguntas. Se esperaba algo como “¿Cómo hace ese músico para tocar bien?” o “¿Cómo meten esa cosa líquida dentro de esa lata?”.

Pensativo, el hombre fija su mirada en el cielo.

“¿Será el momento para hablar de esto con él?”, se pregunta. Todo padre ansía el día en que pueda hablar de esto con su hijo. Quizás este sea el momento. Pero, ¿podrá entender el significado de sus palabras?

―Hmm… ser un hombre… ―esbozó sin quitar la vista del cielo―. Hay muchas formas de definir a un hombre. No es algo fácil de responder, hasta para mí.

― ¿Pero no eres un hombre, papá?

Un duro comentario dicho por un muchacho curioso. Lejos de sentirse extrañado, se ríe casi con una carcajada.

―Por supuesto que lo soy ―dijo alegre―. Pero es algo que varía de cada hombre. Hay algunos que dicen que un verdadero hombre es aquél que tiene fuerza y carácter, que no tiene miedo a nada ni nadie. Hay otros que dicen que un hombre es aquél macho que está con varias mujeres, o que aprovecha sus oportunidades con ellas. Hay otros que dicen que es una combinación de estas dos, ¿entiendes?

Esteban no tiene tapujos al sacar esta clase de temas o palabras con su hijo. Se ha asegurado de enseñarle sobre esto desde temprano.

―Entiendo. Pero, ¿y qué piensas tú, papá?

―Hmm…

Otra pregunta que lo ha dejado pensativo, o que más bien no se lo esperaba. Otra vez su hijo lo ha agarrado con la guardia baja.

― ¿Que qué pienso yo? Bueno… ―sintiendo que ha dado con las palabras adecuadas, él hombre mira a su hijo, quien con expresión animada espera la respuesta de su padre―. Te diré lo que pienso.

Bebe el último sobro de la lata de cerveza y la deja caer en el bote de basura al lado del banco. Se prepara para hablar.

―Presta atención, porque no será corto. Un hombre es aquél que no se detiene cuando las cosas se tornan difíciles, o cuando los obstáculos se vuelven enervantes e imposibles. Que se levanta cada vez que se cae. Que tiene bien claras sus prioridades y fijo el curso que debe tomar. Que ayuda a quien necesita de él. Que perdona y es compasivo, pero sabe cuándo alguien no merece su consideración. Es justo, es firme, es decente, respeta y se da a respetar. Sabe hacer de todo un poco, desde poner un bombillo hasta barrer y lavar un plato. Que es fiel a su mujer y la respeta, la toma en cuenta y le da su lugar, teniendo en claro también cual es el suyo propio. Un hombre protege a su familia, a sus seres queridos, sin importar las dificultades, y lo hace hasta el día en que se muera. Es cierto que el carácter y la fuerza física son necesarias en todo hombre, y que debe tener presencia, cuidarse, y estar siempre presentable. Pero esas cualidades no lo son todo para ser un verdadero hombre. Honesto, honorable, humilde y honrado. Son las cuatro “H” de un hombre, como decía tu abuelo. Ser un hombre, hijo mío, es todo eso y más. Bueno… ―se rasca la cabeza y sonríe― al menos para mí lo es.




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