Una Obra Sin Título

Una Vida no es Suficiente

 

El día de ayer, veintitrés de enero, estaba de camino a mi trabajo, como a eso de las ocho y quince. Iba llegando un poco tarde, pero no tenía prisa; por quedarme editando el capítulo anterior, me acosté tarde y me quedé dormido. Pero no importa mucho, pues las mañanas suelen ser algo tranquilas hasta las nueve o diez, que es cuando llegan la mayoría de los clientes. Además, mi jefe es chévere.

En fin.

Mientras caminaba durante esa mañana algo nublada y fresca, como siempre ocurre, mi mente empezó a divagar por su cuenta; y en mis desvaríos, por alguna razón, me puse a pensar sobre las cosas que he querido hacer, o las que quiero hacer, y que no pude o no podré hacer por alguna u otra razón.

El tema me llamó la atención, y hasta me sacó una sonrisa. Pese a lo aleatoria y arbitraria que puede llegar a ser mi cabeza al ponerse a pensar en temas sin sentido (pues a veces pienso que mi mente tiene vida propia), me dio un tema que en verdad me hizo reflexionar el resto del camino hasta mi trabajo; sobre por qué no pude, y sobre si algún día podré.

Vamos…

Yo siempre quise ser piloto de aviones de combate; volar ha sido mi sueño desde niño. Pero pese a cumplir los requisitos básicos según la preinscripción en línea, dudo mucho haber pasado el examen físico y de salud. Además, no tenía el dinero tampoco para ir a la academia, pues está en Carabobo, casi al otro lado del país.

A pesar de que le temo a las alturas, cosa ridícula si tu sueño de infancia es ser piloto y surcar los cielos, siempre he querido saltar en paracaídas, o usar un ala delta. Pero se necesita tenerlas bien puestas para poder hacer algo así, pues he visto videos y la verdad como que acobarda, en especial el ala delta.

También quise ser biólogo marino; mi promedio del bachillerato me daba para serlo, pero decidí ir por informática pues estaba más a la mano. De eso no tengo réplicas, pues adoro la informática y computación.

También me gustaría hacer kayak. He sentido curiosidad sobre esa experiencia. Una vez tuve una oportunidad, pero como mi madre siempre ha sido sobreprotectora, pues no me dejó participar porque era muy peligroso.

De joven, es decir en mi adolescencia, quería ser hacker. Y pese a que aprendí algunas “cosas”, la tecnología es algo que avanza día a día, y si te estancas como lo hice yo, te quedas atrás, botado. Lo que aprendí, con lo fuerte que está la cyberseguridad hoy en día, no me serviría ni siquiera para pasar desapercibido por los algoritmos y bots de la actualidad.

Siempre quise tener un romance escolar. Nunca fui popular con las chicas en la mayor parte de la juventud, pues ni era atractivo ni tampoco interesante. Actualmente, sigo sin ser muy popular con las chicas, o atractivo, o interesante. Pero tengo amigas que son generosas conmigo y muy cariñosas (algunas en ese sentido que sé que estás pensando, otras sólo amigas muy cercanas y de confianza) y que me quieren y me estiman, a las cuales yo aprecio mucho y haría lo que fuese por ellas, pues son como de mi familia.

Sí. Un romance escolar es una experiencia bonita que vale la pena apreciar, y que por desgracia la juventud de ahora solo lo ve como un juego; o quizás soy yo demasiado cursi y anticuado.

Siempre he sido alguien que se toma muy seriamente las experiencias. Las cosas que se viven, desde lo más simple hasta lo más complejo. Soy así. Pero no he pasado por tantas experiencias, al menos no experiencias buenas dignas de una juventud común. Pero entiendo que en parte es mi culpa por ser alguien muy tímido y cerrado la mayor parte de mi adolescencia, además de las dudas y el miedo que sentía a causa del rechazo social que recibía por ser alguien “diferente y raro”.

También he querido saber lo que se siente hacerlo con una chica virgen. Sí, sí, lo sé. Sonará vulgar, pero es algo personal. No lo sé. Es algo especial para mí.

Para la mayoría de los chicos, la virginidad, es decir, su primera vez, es algo efímero. Solo hacerlo y ya. Hasta para mí lo fue; la primera vez que lo hice me sentí utilizado por ella, la verdad.

Pero para una chica, es diferente. Para ellas, es algo más delicado y personal. Y sí, hasta temen hacerlo la primera vez; sienten miedo por razones obvias. Que una chica te entregue su virginidad es algo que debe apreciarse por parte de nosotros, porque significa que esa chica confía plenamente en uno. Que se siente cómoda con uno y con lo que uno es. Que está dispuesta a entregarse enteramente. Y no importa el tiempo que pase o los chicos con los que ella esté, uno siempre será su primera vez. Siempre. Y apuesto todo lo que quieras a que es más probable que una chica recuerde al primer chico con el que lo hizo, a que un chico recuerde cuál fue la primera chica con quien lo hizo.

Es una pena que, hoy en día, eso sea tomado como algo cursi y anticuado. O, como dije antes, quizás soy yo el que es demasiado cursi y anticuado.

Aunque ya a los veinticinco, momento en el que he escrito esto, dudo mucho que eso ocurra, hahaha.

Eso me recuerda que no he recibido un beso genuino de alguien a quien le gusto, alguien que me ame. He besado chicas, incluso besé a la chica que me gusta actualmente, pero cuando esa persona no siente lo mismo por ti, pues, no es lo mismo, no es igual. Se siente como algo más para quitarse las ganas. Sí, se siente bien, no lo negaré, pero como dije, no es lo mismo.




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