Una Obra Sin Título

Ser Sincero no es Fácil

Déjame hacer una pregunta, como lo he hecho en varias ocasiones antes en este peculiar libro.

¿Alguna vez ha sido plenamente sincero con alguien? O dicho de otra forma, ¿alguna vez has dicho algo a alguien sin miramientos ni mermas?

Muchos dicen que son capaces de decirle a cualquiera lo que sea, como reza la típica frase de “no tener pelos en la lengua” o “decirle sus cuatro verdades”. Pero eso no es ser plenamente sincero.

La plenitud de la sinceridad es algo complejo porque, si bien es fácil decirle sus cosas a un desconocido, no es el mismo caso con alguien con quien guardas relación; y entre más estrecha la relación, más complicado se vuelve. Y a su vez, dependiendo del tema, puede ser muy difícil hacerlo. Por ejemplo, sincerarte con algo personal con alguien, ya sea por un error, ya sea por señalar algo, ya sea por una confesión.

Pero iremos al caso más común, y sí, estoy seguro que sabes cuál ejemplo voy a usar hipotéticamente.

Imagínate esta situación: Tienes un amigo o una amiga, de esos que son uña y carne contigo. Hay algo que quieres decirle, algo que quieres confesarle. Algo que sabes que, de salir mal, las cosas ya no serán como antes. Algo que si lo dejas salir, no habrá vuelta atrás. Puede ser alguna cosa que hizo o hiciste, puede ser algo que querías señalar pero no pudiste por tal razón, o puede ser una confesión muy personal, ya sea de amor, ya sea de algún otro semblante diferente.

¿Te ha pasado?

Es incómodo, ¿verdad?

¿Cómo o qué harías en un caso así? ¿Decir las cosas “sin pelos en la lengua”? ¿Dejarlo de lado y no hacer o decir nada?

Yo, por mi parte… soy un cobarde.

Las veces que me ha tocado una situación como esa, no tengo el valor para enfrentar las cosas y decirlas. Porque tengo miedo a que todo cambie; cambie para mal. Porque tengo miedo de que ya nada sea igual. Que esa persona ya no me trate igual. Que al mirarnos, tengamos que apartar la mirada. Que al encontrarnos, tengamos que evitarnos el uno al otro. Me asusta eso. Porque sé que me lamentaré mucho si sale mal.

Hay que tener tacto para decir las cosas de manera adecuada, saber abordar el tema, saber desenvolverse con fluidez y sin tapujos. Evitar no meter la pata, si es que no la estás metiendo ya.

Pero si no afrontas las cosas, te quedarás con eso guardado en el pecho, en tu corazón. Es un hecho. Y dependiendo de lo que quieras decir, puede que te duela, puede que te incomode, puede que te agobie.

Seguramente estarás pensando que me refiero a algo en específico, y sí, es algo en particular. Pero arriesgarse por algo que sabes que saldrá mal, o que hay muchas probabilidades de que salga mal, en mi opinión es ser insensato.

Si quieres decirle algo a alguien, independientemente de lo que vayas a decir, se consciente y lúcido. Considera las cosas y piensa en detalle antes de lanzarte a hacer la apuesta, porque puedes perder más de lo que ganarías.

Aunque claro, si es algo que hay que señalar, si es algo que debes expresar, debes hacerlo, pero siempre teniendo en cuenta lo que dije solo unos párrafos atrás.

Y la sinceridad no se aplica únicamente hacia los demás, hacia un tercero.

La sinceridad también se aplica a uno mismo.

¿Has sido sincero contigo alguna vez?

En realidad, no sabría decir qué es más difícil: Si ser sincero con otros o ser sincero con uno mismo.

Pero sí sé que es más duro mirar a tu interior y afrontarte a ti mismo que mirar a otros y decirles lo que quieres o debes decir. Lo sé por experiencia propia.

El camino del autosinceramiento es empinado y escabroso. Ponerte frente a un espejo, y no fijarse en tu exterior, sino sumergirte en lo que hay dentro de ti, es complicado y llega a ser deprimente dependiendo del caso. Pero una vez que te sinceras contigo mismo, y eres capaz de verte y expresar sobre ti lo que realmente debes, te das cuenta de muchas cosas, y para bien o para mal, descubres finalmente ese semblante de ti que hasta para ti era desconocido, o que simplemente te daba miedo afrontar, miedo a conocer, miedo a aceptar.

Entendernos los unos a los otros es casi imposible cuando ni siquiera somos capaces de entendernos nosotros mismos.

Sin embargo, ya con esa dura etapa de autosinceramiento superada, eres o serás capaz de dar un paso finalmente a la autosuperación, a ser una mejor versión de ti.

O al menos, eso creo.

Ser sincero no es fácil.

La sinceridad es una virtud, claro que sí. Y no todos la poseen. Pero eso no significa que sea inalcanzable.

Hay que saber decir las cosas, no solo a los demás, sino a uno mismo, y actuar de manera adecuada y hacer las cosas de la forma correcta.

Estoy seguro que eres más que capaz de entender mis palabras, y hasta te pueden parecer redundantes y sin mucho valor. No obstante, no las digo por prepotencia o vanagloria.

Sólo es algo para considerar. O que vale la pena considerar.

Aprende a ser sincero con otros. Aprende a ser sincero contigo mismo.

Nota personal: Vaya, he vuelto después de tanto tiempo.




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