-. Ni Dios, ni Jesús lo quieren – Cristina llego de manera imponente, a pesar de que sus ojos reflejaban el cansancio y las lágrimas ella estaba ahí – en las carpetas que le están alcanzando – la secretaria se encargaba de repartir los fólderes mientras ella llegaba a la altura de su suegro.
-. ¿Con qué derecho te atrevas a entrar así? – el anciano no daba crédito a lo que veían sus ojos.
-. El derecho de ser la esposa legal de Jesús y me atrevo a recordarle que usted es quien está de más aquí – ella lo miro desafiante ya que era hora de que él recibiera un poco de su propio chocolate.
-. Eres una simple aparecida que nada tiene que ver aquí – le gritó y ella seguía firme.
-. Caballeros como verán en las carpetas están todos los documentos en los que mi esposo rompe lazos con su disque padre, y además deja estipulado que si algo le llegase a pasar yo tomaría su lugar – los accionistas revisaban los documentos y comprendían que Rogelio Soto no tenía nada que ver con Jesús y la empresa.
-. Señores… - uno de los accionistas más antiguos golpeó la mesa logrando un silencio general-
-. Señor Rogelio, temo que usted debe salir de aquí porque está más que claro que Jesús y usted ni siquiera comparten el mismo apellido – los demás asintieron.
-. Esta documentación es toda una farsa – Rogelio veía como su plan se desmoronaba como una colina de arena.
-. Señores en las últimas noticias tengo a mi esposo en casa con una enfermera y también este vídeo – Frank le había dado un video que Jesús había preparado hace un tiempo cuando estuvo en el hospital.
Todos volvieron a sus asientos prestando atención a la pantalla, en donde aparecía Jesús con ropa de hospital y algunos golpes dándole todo el poder y control a Cristina y remarcando que con el Señor Rogelio hacía ya tiempo que no tenía nada que ver.
-. Bien ¿Alguna duda? – Cristina tenía muy claro que ese anciano tenía mucho que ver en todo lo que había sucedido.
-. Ninguna Señora Santiesteban – repuso el accionista más antiguo – salga de inmediato antes que llame a seguridad – levanto al mano para callarlo – porque le recuerdo que usted tampoco cuenta con ninguna acción de esta empresa.
-. Debí deshacerme de ti en cuanto tuve la oportunidad – Cristina abrió demasiado los ojos al escucharlo y ver como se marchaba hecho una furia.
-. Bien señores lamento que hayan perdido su tiempo – Cristina debía mantener todo en calma – nuestros proyectos siguen en pie y sus ganancias tan seguras como siempre, ya que deberían saber que por más que una persona mayor pareciese confiable deberíamos mirar la historia completa.
-. Una disculpa a nombre de todos – ella les di una media sonrisa y uno a uno fueron abandonando la sala tranquilos y sonrientes.
-. La señora es magnífica – Cristina se dejó caer en la silla porque sentía sus piernas cómo gelatina.
-. Señora – tomo la palabra Frank – le presento a Margarita – Cristina vio como brillaban los ojos de Frank al mirar aquella chica de unos veinte años, con bonito cuerpo formadito, cabello lacio negro azabache recogido en un moño con tacones tipo estilete y un maquillaje muy natural.
-. Mucho gusto – le dio una sonrisa.
-. El gusto es mío señora y la admiro no se amilano cuando ese viejo la enfrentó – Cristina soltó una risita – lo siento.
-. No te disculpes ese señor es un completo desconocido.
-. Ella es una de las empleadas de confianza del señor – ella asintió ya que la chica le había caído muy bien.
-. Espero que tu lealtad no cambie – ella bien sabía que toda persona en este mundo tiene un precio.
-. Señora yo le debo mi vida al señor y a Frank – ella también se ponía muy nerviosa simplemente al nombrar a la mano derecha de su marido.
-. Tanto así – la chica asintió sin dudar – podrías contarme tu historia – ella se avergonzó un poco – solo silo deseas no te voy a obligar
-. No se trata de eso es solo que no estoy segura de que sea una buena historia – Cristina tenía mucha curiosidad.
-. Prometo estar en silencio y no interrumpirte ni juzgarte – levanto la mano derecha a manera de juramento.
-. De acuerdo – Cristina le mostro la silla cerca de ella para que tomara asiento y estuviera cómoda.
-. Espera – miro a Frank – tú también vas a escuchar, pero primero anda busca algo de desayuno para los 3 – este asintió y salió de inmediato.
-. Esta historia es de hace unos 4 o 5 años…
INICIO DE FLASHBACK
Yo tenía dieciséis años y me quede huérfana de madre por culpa de un cáncer de mama, mi padre era un borracho que tan solo le importaba su bebida y el juego; mi hermano mayor se casó y se mudó así que no tenía contacto con él.
Yo comía gracias a la bondad de una vecina, a veces le guardaba a mi padre por miedo a que me golpeará, y así pasaba los días así que ya me resigné a que mi vida sería así.
En uno de esos días llegó con algunos de sus amigos, y yo me escondí porque muchas veces sus amigos le pagaban para que vieran como él me golpeaba. Él me llamo un par de veces y decidí salir, aunque sea temblando porque si no después me iba a ir peor.
-. Ven acá – camine como una gelatina, y al acercarme me inundo un olor desagradable entre alcohol y cigarro. Mi padre me hizo girar mientras me aferraba a mi polo como si este pudiera protegerme.
-. Se ve bien – respondió el y sonreía de una manera muy siniestra.
-. Solo dame lo acordado y será tuya – intente hablar, pero el miedo no dejo que emitiera algún sonido; simplemente pude llorar porque no podía hacer nada.
-. De acuerdo – se puso de pie y saco un pequeño fajo de billetes que no podían ser más de mil soles, tomo mi mano y me llevo fuera, me resistía lo que podía; pero no tenía fuerza en comparación de ese hombre.
-. Por favor – decía entre sollozos y con poca fuerza en mi voz – se lo suplico, trabajare para devolverle el dinero que le ha dado a mi padre – el no respondía a mis ruegos simplemente me jalaba y yo me sentía perdida.