En la mañana Margarita había despertado sola, pero su perfume seguía en las sabanas eso no fue un sueño él durmió junto a ella, fue a la oficina sola porque seguía enojada con él. Frank no dijo nada simplemente fue a recoger a Cristina para que fueran al hospital.
-. Doctor, buenos días – dijo llegando a su consultorio - ¿cómo se encuentra mi esposo? – ni siquiera espero que este respondiera.
-. Como sospechábamos le habían inyectado diazepam y esto ocasiono que no respondiera como es debido, pero supongo que para hoy ay estará consiente y podrá hablar con usted – Cristina sonrió y siguió al doctor a la habitación de su esposo quien estaba sentado en su cama.
-. Jesús – él la miro y le dio una gran sonrisa.
-. Se lo dije – el doctor reviso algunas coas y se fue.
-. ¿Cómo estás? – él se aclaró la garganta ya que el doctor le había retirado el oxígeno durante la noche.
-. Mejor y un poco adolorido – su voz sonó rasposa.
-. Señora – Frank se quedó de piedra al verlo sentado – Señor – corrió y le dio un gran abrazo.
-. Estoy bien – le repetía Jesús porque sabía que esta vez sí lo había asustado.
-. ¿sucedió algo? – Frank se alejó con los ojos cristalizados.
-. En la otra habitación ha habido una lucha, ella no sobrevivió – Cristina salió corriendo y todo era un caos se notaba que ella había luchado con todas sus fuerzas; pero no fue suficiente.
-. Busca a su familia, organiza su funeral – Frank asintió y se retiró, Cristina derramo algunas lágrimas porque ella era bastante joven y sabía lo que le esperaba en esa profesión; peor no esperaba que ella viera su final… regresó con Jesús tratando de calmarse, sin embargo, al verlo soltó a llorar.
-. Ya pasó – Jesús la consolaba, ella simplemente se aferró a su pecho.
-. ¿Quién te quiere matar? – preguntó ya más tranquila.
-. No estoy seguro – soltó un suspiro mientras acariciaba su cabello – creí que mi padre me odiaba tanto que lo mejor era desaparecerme, pero ahora creo que él solo intenta a su manera protegerme.
-. Puedo decirte que al menos en cuanto al deseo de vernos separados la cabeza intelectual es una mujer – Jesús la miró sorprendido así que Cristina no le quedó más remedio que contarle lo de la cafetería.
-. No esperaba que descubrieras eso tan pronto – ella le devolvió la mirada – lo averigüé a los pocos meses de lo que pasó, no pude llegar a la cabeza; pero al menos pude conseguirlas pruebas que me exoneraban.
-. ¿Por qué no me lo dijiste? – él respiro profundamente.
-. Me quiero ir a casa ahí hablaremos - -Cristina lo miró mal, es decir porque no aclararlo ahora. Ella empezó a tramitar los papeles y llamó a Frank para que los llevase a casa cerca de la 1 de la tarde.
EN EL AUTO
-. Por favor necesito saber – ella le hizo un puchero, él deseaba reírse, ero le dolía.
-. De acuerdo – dijo divertido – en ese momento sabía que estaría decepcionada y que lo que menos querías era verme, cuando descubrí esa trampa y el chantaje que vino después preferí vivir mi infierno yo mismo y dejarte recuperar tu vida, porque si lejos de mí eras feliz yo era feliz por los dos a pesar de vivir a la oscuridad.
Cristina sin palabras lo abrazó y dejo escapar algunas lágrimas.
-. Eso no era justo era mi decisión – él asintió – pero probablemente en ese momento no te hubiera escuchado; sin embargo, no deja de ser egoísta de tu parte porque no tienes idea de lo que sufrí y el odio que te tenía.
-. Al menos ahora me odias menos – y al besó porque de verdad quería probar sus labios hace mucho y se arriesgaría a la cachetada que no llegó – pensé que me rechazarías.
-. Creo que es hora de juntar nuestros infiernos y superarlos – ella le dio un pico y miró a Frank porque ella estaba segura que había metido la pata con Margarita por eso estaba así.
Al llegar a casa Frank los ayudo y después fue a su casa.
CASA DE FRANK
Encontró a Margarita empacando sus cosas, y se quedó congelado en el umbral de la puerta.
-. Has venido a supervisar que solo me llevé mis cosas – él negó mientras lo que había escuchado en el auto se repetía e su cabeza.
-. Sabes que es lo que más temo en mi vida – Margarita se detuvo y lo miró.
-. No tengo la menor idea – dijo cruzando sus brazos.
-. No ser capaz de proteger a quienes amo – Margarita parpadeo un par de veces sin saber que decir – pedo soportar incluso perder mi vida, pero no la vida de aquellos que están aquí – llevo su mano a su corazón.
-. ¿A qué viene eso ahora? – ella ya no entendía lo que sucedía.
-. No quiero perderte, no sería capaz de vivir si tú estás lejos – Margarita lo miró a los ojos a pesar de que él le llevaba cerca de 30 centímetros de diferencia.
-. Entonces… - él no al dejo terminar, le dio un pico.
-. Estoy enamorado de ti y quiero intentarlo –Margarita sonrió – pero hay una condición – ella asintió – escuches lo que escuches de mí antes de tomar una decisión lo hablarás conmigo y nada de secretos.
-. Espero que sea reciproco – él asintió y se abrazaron.
-. Entonces no te irás ¿verdad? – ella negó – no sé qué hubiera pasado conmigo si te ibas hoy – ella rio - ¿Adónde pensaba sir? – ella se encogió de hombros.
-. A un hotel, supongo – él al miro con sorpresa y le dio un beso en la frente.
-. Así de decidida estabas – ella asintió – bien ya vi que eres muy enojona.
-. Ayer sentí que rechazabas – él negó y soltó un suspiro.
-. Nada de eso, he de confesar que me pusiste nervioso – la llevó a sentarse en la cama para estar más cómodos.
-. ¿Por qué? – él sonrió y se ruborizó un poco.
-. Porque estabas con una ropa diminuta, podía ver tu piel y sentir lo suave que era – djo un beso en su cuello y un gemido involuntario salió de ella – tienes idea de lo que me tuve que controlar para no tomarte en ese momento – olio su cuello.
-. Bueno tu no dejabas mucho a la imaginación – Frank se rio por la sinceridad y la espontaneidad de ella – pude verte casi completo y por eso casi tartamudeaba.