LES DEJO UN EXTRA EN DONDE PODEMOS VER COMO VAN A COMENZAR LAS HISTORIAS DE LOS DESCENDIENTES.
SOLO ES UN ABREBOCAS.
ESPERO SUS REACIONES.
GRACIAS POR LEERME.
JEN <3<3<3
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SER MELLIZAS NO ES SIGNIFICADO DE ALMA GEMELA
(Londres – Inglaterra)
Viola House.
Mediados de mayo de 1820…
No todas las veces de dos almas bondadosas surge un ser con el mismo corazón.
Las almas gemelas nunca son por dentro idénticas.
Ni hablar de las mellizas.
Y eso lo tenía más que claro Lady Elsbeth MacGregor Baltodonado, la rubia de ojos bicolores hija de uno de los matrimonios mejor consolidados de Europa, correspondiente al ducado de Rothesay.
Esa pequeña rubia, que desde que tenía uso de razón había intentado por todos los medios hacer entrar en razón a su hermana Blair, la pelirroja de curvas de infarto y ojos idénticos a los de su progenitor. Sin embargo, su paciencia se evaporó cuando ante sus ojos apareció la mejor manera que encontró para pulverizarle el corazón.
¡Por Dios!
Podia esperar cualquier cosa de ella, pero por su mente no pasó algo tan ruin.
Eso era demasiado hasta para ella, el odio que le profesaba cada segundo del día.
Se hallaba en su propia cama enredada entre las sábanas con el que dentro de un par de horas se convertiría en su esposo, y lo peor del caso es que sabía que estaba ahí, porque con una sonrisa triunfante sin dejar de mirarle permitió que este la hiciera suya.
Que la abriera de piernas y se introdujera dentro de ella con una pasión que hizo que espesó el ambiente, llenándolo de un aroma a deseo que la asqueó.
Siendo la guinda del pastal, cuando gimió llena de regocijo al este estarla embistiendo sin darle tregua, en compas con los gruñidos guturales que salían de su garganta, al no estarla tratando precisamente con ternura, porque ese acto claramente se estaba llevando a cabo por el deseo más primario del ser humano.
Un espectáculo digno de ovaciones si se lo preguntaban, y le miraba el lado positivo, pero no podia cuando con la escena que presencia sin parpadear estaban matando lo poco de empatía que sentía en el corazón, destrozándole los sentimientos puros que le había enseñado su madre, pese a que en múltiples ocasiones fue igual de agredida, pero no con tanta potencia.
Excedió cualquier limite, y ya no estaba dispuesta a soportar los ataques recibidos con la banal excusa de la madre amorosa que les tocó.
Es tu hermana y debes de entenderla.
Su cabecita descarriada no le deja pensar con racionalidad.
Pero, bien que le dejaba abrir las piernas sin contención.
No obstante, aún le quedaba la suficiente dignidad en el cuerpo y por eso cuadrando los hombros, como le había enseñado su tía Lady Luisa Allard, con el mentón en alto se acercó a la cuerda que conectaba con el servicio tan sutil como un gato, y jaló de esta para acto continuo recostarse a la pared más cercana cruzada de brazos, dejando a la vista el majestuoso vestido deslumbrante con la cola descansando en la entrada al ser lo bastante larga y despampanante para obnubilar.
Pareciendo una reina.
Esa que intentaba calmar las ganas de llorar, y el dolor que se apoderaba de su pecho.
Como odiaba que le doliera cada gemido, y arremetida que este efectuaba en el cuerpo de su hermana.
Estaba tan cegado por el placer que ni siquiera se percató del aroma tan particular que la distinguía.
Era un cerdo.
Por lo menos se dio cuenta a tiempo.
Pero, como dolía no haberlo visto desde el inicio.
Cuando no se había internado en su pecho hasta el punto de hacerla soñar despierta.
¡Para, por favor!
Suplicaba en su mente, conteniendo el sollozo que amenazaba con salir de su garganta y ella como una campeona se lo tragaba.
Era hija de Duncan MacGregor.
El escoces más gallardo que había conocido, y como tal tenía que hacerle entender que ni eso la destrozaría pese a que el alma la tuviera hecha trizas.
El toque en la puerta alertó a la única persona que faltaba por verle.
Siendo solo protocolario al estar entreabierta.
—¿Qué ocurre mi niña? —ese fue el llamado que terminó con el momento lujurioso protagonizado por su hermana y prometido.
Ese que se quedó pálido aún dentro de su hermana sin saber cómo reaccionar mientras le ofrecía una sonrisa sínica, para acto continuo descruzar los brazos tomando la falda del vestido para con delicadeza alzarla, y acercarse a Honoria, que observaba todo sin parpadear, y tan pálida como un condenado a muerte.
Su nana siendo la primera el gemir ante lo que presenciaban sus ojos sin censura, mientras le entregaba la tiara que sostenía el velo del majestuoso vestido que engalanaba su pequeño a la par de formado cuerpo.
—Un cambio de planes, nana —besó su frente para que entendiera que no estaba tan afectada como para no dirigir la situación a su amaño —. El matrimonio sigue en pie, pero se cambia de novia.
—¡Elsbeth! —negó ante el llamado que le sacudió el cuerpo entero.
No podía hacerle eso cuando la había matado por dentro.
No tenía derecho ni siquiera a mirarla.
Su mero nombrar debería de serle prohibido.
Era un canalla.
Era el hombre que hasta hace un segundo estaba decidida a amar.
—Eso es algo en lo que no tienes derecho a tomar las decisiones —ridícula.
Sabía que era de pensamiento libre, al igual que de cuerpo ligero, pero eso no le daba derecho a burlarse de ella y salirse por la tan gente de esa manera.
Esta vez no estaba en sus planes dejarse pisotear sin consecuencias.
A hacer la de la vista gorda para dejarle ganar, cuando lo de compartir no era de sus mayores cualidades.
Prefería obsequiar, que compartir migajass, que a la final desecharía, y de igual manera lo iba a hacer con el que era prometido, aunque el sentimiento la mantuviese ahogada por quien sabe cuánto tiempo.
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Editado: 19.05.2025