Era domingo, el sol había amanecido con un color rojizo distintivo.
Se suponía que debíamos asistir a la iglesia pero por algún motivo se había pospuesto para la noche.
Desayunar con mamá era incómodo, más cuando Howie dormía horas extra únicamente por el privilegio de ser un niño de once años.
No era exactamente una mujer de carácter loable.
Era una extraña mezcla de instinto y carácter.
Tenía dudas respecto a Cory aún cuándo ya le había demostrado que sus intenciones iban más alla que un simple coqueto.
Nunca le di a entender nada respecto a Bill. De hecho creo que jamás había mencionado su nombre en casa o en su presencia.
De haberlo hecho mi vida se hubiera convertido en una pesadilla.
El divorcio se llevó la mayoría de su humor al igual que parte de su felicidad. Tenía tiempo para pretender encontrarse contenta con Howie pero conmigo su verdadero rostro salía a la luz, su máscara de madre se quebraba. Desde entonces me había sentido insegura con ella. Suena espantoso, decir que dudaba de ella dolía de una manera especial.
Odiaba verla revolotear alrededor de casa sin otra palabra, únicamente reproches. Papá se había marchado, desde entonces mi vida se había transformado en un cuento gris.
—Ayer saliste —comentó encendiendo la cafetera casi decepcionada
—Si, Cory y yo fuimos a Flo's —sonreí intentando calmarla pero únicamente me respondió con una aguda mirada, parecía examinar mi alma con sus ojos fulminantes
—¿Él se porta bien contigo?
—¿Que se supone que significa eso? Sabes que es mi mejor amigo, jamás haría algo para lastimarme —aseguré abriendo el refrigerador para tomar el jugo de naranja
—No he dicho que vaya a lastimarte, pregunté sí se porta bien contigo. Hay muchas maneras en las que alguien puede ser grosero o lastimarte sin ponerte una mano encima.
—Si, Cory es amable conmigo.
—¿Acaso ustedes son novios?
—Aún no. Creó que esperáremos, al menos hasta acabar la escuela.
—Mejor así, si empiezas una relación muy temprana acaba antes de lo que debía.
—¿Quieres huevos? —le pregunté algo apenada tomando la sartén
—Con el café es suficiente.
—Hablabamos de lo que queremos, ya sabes, para el futuro.
—¿A sí? ¿Y que quieres tú?
—No tengo nada asegurado. Me gustan muchas cosas.
—Pues deberías elegir pronto, no cursarás la escuela por siempre —suspiró sacando un cigarillo de su bolso
—Aún tengo tiempo. —respondí evadiendo la pregunta
—Tu tía Sue vendrá pronto a casa.
—Creí que vendría para tu cumpleaños.
—Este año no. —respondió secamente
Tia Sue no se salteaba fechas mucho menos se adelantaba y si se trataba de su hermana tenía la paciencia suficiente para tomar cartas en el asunto.
Que se adelantara era un hecho extraño. Tenía la idea fija que se trataba de una pequeña pelea entre hermanas.
—¿Acaso tú y ella...? —intenté preguntar revolviendo los huevos
—Sí, discutimos por teléfono el otro día pero... Sue siempre intentó manejar mi vida —rió ridículamente exhalando el humo del cigarillo
—¿Porqué discutieron esta vez?
—Hay cosas que son mi decisión, sólo mi decisión.
No quise preguntar los motivos porque dejaban una brecha que me protegía, además de mostrame cautelosa aunque no me importara en lo mínimo los asuntos íntimos de mi madre. Le había perdido afecto tanto o igual que a papá. Mi realidad se había convertido en un tire y puje desde ambos lados. Decidí que ya no me lastimarían ni interesarían los asuntos personales de ninguno de los dos porque en mi mente ninguno de los dos merecía mi atención.
Serví los huevos revueltos en un plato mientras intentaba olvidar el hecho de tener que soportarla.
—Gigi... Estoy saliendo con alguien. —susurró apagando el cigarillo contra el cenicero.
Realmente quise sorprenderme, alegrarme o sentir algo por la información pero lo único que sentí fue una total indiferencia únicamente sobresaltada por una sonrisa falsa
—¿De verdad? Vaya eso es... Maravilloso —respondí llevando mis manos a mi cabello
—¿Estas feliz?
—Claro, es una noticia increíble
—Fue por eso que Sue se enfadó. Ella piensa que no estoy lista para volver a tener una relación estable.
Tía Sue tenía toda la razón. Una mujer como mi madre ni siquiera podría mantener amistades cercanas, aún así tenía buenos amigos.
—Ya sabes lo que dicen, de los errores se aprenden. —comenté jugando con la comida, el hambre se esfumó junto con las ansías del día.
—Creo que sería lindo que conocieras a Jeff, estoy segura de que Howie lo va a adorar, es veterinario. —sonrió con una voz de niña pequeña
Vaya, que adorable. De todas las profesiones tuvo que tratarse de un veterinario. Lo irónico era que no teníamos ni una sola mascota en casa. No desde que el jerbo de Howie había fallecido a causa de una severa intoxicación por ingesta de donas.
Tuve que advertirle a mi hermano menor que no sería bueno para la salud del señor Pinkleberry, en fin, detalles.
—De seguro Howie se va a impresionar —intenté demostrar un gesto amistoso que no duró más de algunos segundos
—¿Sabés que se me ocurrió? Una salida en grupo. Yo, Jeff, tú y Cory.
—Wow ¿Qué? Te he dicho muchas veces que Cory no es mi novio, te lo dije esta mañana. Además ¿Dejar sólo a Howard? Si quieres que la casa sea un desastre tal vez.
—Obviamente tu hermano tiene un pequeño problema de comportamiento. Llamaré a una niñera, ¿Cindy seguirá cuidando niños?
—Mamá, Cindy se mudó ¿Lo recuerdas?
—Es verdad, entonces... ¿A Letty Pastranno?
Rodé mis ojos en disgusto mientras renegaba de mi propia realidad.
Tal vez este Jeff sería un patán pero tenía que reconocer que la tenía cómo a una adolescente embobada por su primer amor.
¿Estaría enamorada mi madre? Bueno, no es que me interesara del todo, únicamente por el bienestar de mi hermano pequeño. La última vez que nuestra madre había roto con un novio Howie se lo tomó muy mal. Creó que le agradaba ese oftalmólogo aun que yo lo odié.
Un nuevo inquilino, pensé. De otro modo ¿Porqué quisieras salir con una madre divorciada que trabaja cómo secretaria y debe hacerse cargo de dos hijos? No tenía el mínimo sentido, no para mi lógica.