Prólogo

Desde ese día no he vuelto a salir de mi habitación, algo así no se olvida tan fácil, pueden pasar días, semanas y hasta meses y el dolor sigue latiendo con la misma intensidad. 

Si algo he aprendido a lo largo de este tiempo es que las personas dejan marcas en nuestras vidas, algunas son hasta más grandes que otras pero claro, eso no implica que el dolor deje de existir y que los recuerdos no te consuman hasta más no poder. Otra cosa que he aprendido es que por más que intentes olvidarte de algo - o alguien - es que siempre existirá una mínima cosa que te recuerde aquello que tratas de olvidar, y por más que trates de hacerlo siempre vuelves a ese círculo vicioso que te hace recordarlo una y otra, y otra vez.

Nunca podrás olvidar un recuerdo, un lugar, una canción, un beso, un abrazo o un amor, nada se escapa, nada se olvida y mucho menos, nada se borra de tus recuerdos.

No puedes huir del destinó y mucho menos del dolor que este cause en tu vida y en tu corazón.

-¿Cómo ha ido todo hasta ahora, Chiara? - preguntó aquella voz que ha acompañado desde hace ya un tiempo - ¿Decidiste seguir yendo a clases o estudiar desde casa? ¿Cómo..

Ella siguió haciendo sus preguntas, yo me dispuse a solo asentir levemente fingiendo escuchar todo lo que dice cuando realmente estoy prestándole atención a la manga de mi suéter que tenía pequeñas manchas.

No tenía ánimos de hablar o de escucharla hablar, no tenía ánimos de estar aquí sentada escuchando como repetía las mismas preguntas una y otra vez, o de oírla decir de que podía hablarle de como me he sentido y confiar plenamente en ella, ¿Ella sabía que todos me decían siempre lo mismo? ¿Tenía idea de cómo yo realmente me sentía? No lo creo, no creo que sepa con intensidad por lo que he pasado o de como me siento, no creo que sepa lo que es sentir que estás muriendo que en carne viva o de qué desearías estar en cualquier parte de mundo menos aquí.

No creó que sepa lo es que muera el amor de tu vida y que en gran parte sea tu culpa.