Capítulo 5:Noche de Teatro y Desastre Elegante

El viernes por la noche, me preparaba para una velada especial con mis padres, Ana y Carlos, ambos radiantes a sus cincuenta años. Para la ocasión, había optado por un vestido midi de seda color esmeralda, sencillo pero elegante, que realzaba mi figura. Mamá, siempre sofisticada, lucía un vestido de noche azul marino con encaje, complementado con un collar de perlas y pendientes a juego. Papá, por su parte, vestía un traje gris oscuro impecable, con una corbata de seda a rayas que le daba un toque distinguido.

Papá, un ingeniero civil, había conocido a un influyente empresario, al parecer es tio de Maximilian Radcliffe, durante un proyecto reciente.

Como muestra de agradecimiento, le había regalado entradas para una obra de teatro exclusiva en el prestigioso Teatro Real.

—¡Estoy tan emocionada, hija! —exclamó mamá, ajustándose el collar de perlas—. ¡Nunca he ido a un teatro tan elegante!

Papá, con una sonrisa orgullosa, mostró las entradas.

—Verás, Bendecida, este es el tipo de evento donde se codea la alta sociedad. ¡Quizás veamos a alguna celebridad!

Sonreí, sabiendo que con mis padres, la noche nunca sería aburrida.

Al llegar al teatro, el ambiente era de pura elegancia. Damas con vestidos de noche y caballeros con trajes impecables llenaban el vestíbulo. Mis padres y yo encontramos nuestros asientos en la primera fila del balcón, con una vista privilegiada del escenario.

Justo antes de que comenzara la obra, noté a Maximilian Radcliffe y a una mujer hermosa y elegante sentados en la fila de abajo. La mujer, con un vestido rojo deslumbrante de satén que resaltaba sus curvas, y un collar de diamantes, debía ser su novia, llamada Isabella. "Vaya, se ve que tienen una cita", pensé.

—¡Papá, mira! ¡Es el señor Radcliffe, mi jefe! —susurré, señalando hacia abajo.

Papá, con los ojos brillantes, se levantó de su asiento.

—¡Increíble! ¡Voy a saludarlo!

Antes de que pudiera detenerlo, papá se inclinó sobre la barandilla del balcón y gritó:

—¡Señor Radcliffe! ¡Carlos Mirabal! ¡Nos conocimos en la construcción del puente!

Maximilian, sorprendido, levantó la vista. Isabella, frunciendo el ceño, le dio un codazo.

—¡Carlos, por favor! —susurró mamá, tirando de la manga de su esposo.

Pero ya era demasiado tarde. Papá, emocionado, perdió el equilibrio y tropezó con la barandilla. Para mi horror, mi padre cayó sobre la fila de asientos de abajo, aterrizando directamente en el regazo de Maximilian.

—¡Dios mío! —exclamé, llevándome las manos a la boca.

Maximilian, con los ojos abiertos como platos, miró a papá, que se levantó rápidamente, avergonzado.

—¡Lo siento mucho, señor Radcliffe! ¡Fue un accidente! —balbuceó papá, tratando de quitarse el polvo de su traje.

Isabella, furiosa, se levantó de su asiento.

—¡Esto es inaceptable! ¡Llamaré a seguridad!
Mamá, tratando de calmar la situación, se acercó a la pareja.

—¡Por favor, disculpen a mi esposo! ¡Está un poco emocionado!

Sintiéndome culpable, me uní a mis padres.

—Señor Radcliffe, lo siento muchísimo. ¡Mi padre es un poco torpe!

Maximilian, con una mezcla de exasperación y resignación, suspiró.

—Está bien, señor Mirabal. Solo tenga más cuidado la próxima vez.

La obra comenzó, pero la tensión en el aire era palpable. Mis padres y yo nos sentamos en silencio, sintiéndonos avergonzados. Maximilian e Isabella, por otro lado, apenas prestaron atención al escenario, lanzando miradas furiosas hacia el balcón.

Durante el intermedio, intenté disculparme nuevamente con Maximilian.

—Señor Radcliffe, de verdad lo siento. Mi padre es un poco... entusiasta.

Maximilian me miró con una ceja levantada.

—Señorita Mirabal, parece que el caos me sigue a todas partes.

Suspiré. "Sí", pensé, "y esta noche no fue la excepción".