La mañana siguiente en Radcliffe Beauté trajo consigo una sorpresa inesperada: la llegada del primo de Maximilian. Le llamaban Julián, un joven de ojos verdes y sonrisa pícara, mucho más relajado que su primo mayor. La abuela Radcliffe, al parecer, lo había enviado a trabajar a la empresa para que "aprendiera el negocio", y Julián había llegado sin previo aviso.
La Señora Claudia, siempre ansiosa por complacer a los miembros de la familia Radcliffe, se apresuró a recibirlo.
—Julián, qué sorpresa tan agradable —dijo la Señora Claudia, con una sonrisa forzada—. Tenemos varios pasantes a su disposición. Si necesita ayuda mientras encuentra una secretaria, puede elegir a cualquiera de ellos.
Nos pusieron a todos en fila, como si fuéramos caballos en una subasta. La Señora Claudia comenzó a elogiar a Jeanet, destacando su profesionalismo y eficiencia. Pero los ojos verdes de Julián se detuvieron en mí.
Mi peinado peculiar, dos moñas altas una a cada lado, y mis ojos verde dorado, parecían haberle llamado la atención. Sin pensarlo dos veces, me señaló.
—La elijo a ella —dijo Julián, con una sonrisa.
La Señora Claudia frunció el ceño.
—Julián, querido, elegir a Bendecida no es... la mejor idea. Es un desastre andante.
Julián se encogió de hombros, sin prestar atención a las advertencias de la Señora Claudia. Me hizo señas para que lo siguiera, y yo, con mi libreta y lápiz en mano, lo seguí, rogando a Dios que no cometiera ningún accidente.
Mientras tomaba notas sobre las instrucciones de Julián, caminando por el pasillo, no vi venir a Maximilian. ¡Choqué fuertemente con él! El impacto me dobló el pie, y Maximilian me sujetó con fuerza para evitar que cayera. Pero, en el proceso, ambos caímos de espaldas, ¡yo encima de él!
Mis ojos se encontraron con los suyos, y por un instante, vi algo en su mirada que no pude descifrar. Pero rápidamente, su expresión cambió a enojo. "¡Oh, no! ¡Otra vez!", pensé, sintiendo el pánico apoderarse de mí.
Para empeorar las cosas, su secretario y Julián aparecieron al instante, observando la escena con miradas de sorpresa y diversión. Julián, en particular, parecía disfrutar del espectáculo, lo cual no le gustó nada a Maximilian.
—Señor Radcliffe, lo siento muchísimo —balbuceé, tratando de levantarme—. Fue un accidente.
Maximilian se levantó rápidamente, ajustando su traje con una expresión de disgusto.
—Mirabal, parece que el caos la persigue —dijo, con su voz fría y autoritaria.
Me sentí diminuta bajo su mirada. "Sí, señor Radcliffe", pensé, "y hoy no es la excepción". Julián se acercó a nosotros, con una sonrisa burlona.
—Vaya, primo, parece que tienes problemas para mantener a tus pasantes en línea —dijo Julián, con un tono divertido.
Maximilian le lanzó una mirada furiosa, y Julián, riendo, se alejó. Yo, por mi parte, me sentí como si quisiera que me tragara la tierra.