Una Pasante en Apuros

Capítulo 8: El Viaje Inesperado y la Realidad Dolorosa

El resto de la mañana con Julián transcurrió sorprendentemente tranquilo. A diferencia de Maximilian, Julián era relajado y divertido. Me asignó tareas sencillas, como organizar documentos y hacer llamadas, y me contó anécdotas divertidas sobre su vida y su relación con su primo.

—Max es un poco... intenso —dijo Julián, con una sonrisa—. Pero es un buen tipo, en el fondo.

"En el fondo, muy en el fondo", pensé, recordando nuestros encuentros desastrosos.

Al mediodía, Julián me invitó a almorzar en la cafetería de la empresa. Mientras comíamos, me contó sobre un proyecto secreto en el que estaba trabajando Maximilian, un proyecto que ni siquiera la Señora Claudia conocía.

—Es algo grande —dijo Julián, con una mirada misteriosa—. Algo que podría cambiar el futuro de Radcliffe Beauté.

La curiosidad me picó. "¿Qué podría ser tan secreto?", me pregunté.

Después del almuerzo, Julián me pidió que lo acompañara a una reunión con el equipo de diseño. Al entrar en la sala de reuniones, me sorprendí al ver a Maximilian sentado a la cabeza de la mesa. Me tensé al instante, esperando otro encuentro incómodo.

La reunión transcurrió sin incidentes, aunque sentí la mirada de Maximilian sobre mí en varias ocasiones. Intenté concentrarme en las explicaciones de Julián, pero mi mente divagaba, preguntándome qué pensaría Maximilian de mi presencia allí.

Al final de la tarde logró que me relajará por primera vez en toda la semana.

—Te llevaré a casa —me dijo Julián al final de la jornada—. Te he tenido todo el día corriendo de un lado a otro, te lo mereces.

—Vivo al otro lado de la ciudad —le respondí, intentando disuadirlo.

—No hay problema —insistió Julián—. Además, quiero asegurarme de que llegues sana y salva.

Acepté, sintiendo una mezcla de alivio y curiosidad. En el vestíbulo, nos encontramos con Jeanet.

—¡Hola, Bendecida! —me saludó Jeanet, pero noté un tono frío en su voz.

"¿Qué le pasa?", pensé, pero no tuve tiempo de preguntar.

Mientras caminábamos hacia el estacionamiento, vi el coche de Julián: un deportivo azul eléctrico, llamativo y lujoso. A su lado, el coche negro y elegante de Maximilian parecía aún más imponente.
Justo cuando íbamos a subir al coche de Julián, Maximilian apareció. Su ceño se frunció al vernos juntos.

—Julián, ¿a dónde vas con Bendecida? —preguntó Maximilian, con su voz autoritaria. —No puedes hacerla trabajar fuera de su horario laboral —dijo Maximilian, con el ceño aún más fruncido—. Recursos Humanos nos enviaría un correo electrónico de queja.

Julián se echó a reír.

—Vamos, Max, no seas aguafiestas. Solo la llevo a casa.

Maximilian me miró con una expresión indescifrable, luego sujetó a Julián del brazo y lo apartó para hablar en privado. Aunque intenté no escuchar, algunas palabras llegaron a mis oídos.

—...pasante... no te metas... problemas...

Mi corazón se hundió. "Solo soy una pasante", pensé, sintiéndome insignificante.
Julián regresó con una sonrisa tranquilizadora.

—No te preocupes, Bendecida. Max solo está siendo sobreprotector.

Subimos al coche de Julián y nos alejamos de la empresa. Durante el camino, Julián intentó animarme con chistes y anécdotas, pero yo estaba demasiado absorta en mis pensamientos.

"¿Por qué me menosprecia tanto?", me pregunté, sintiendo una mezcla de rabia y tristeza. Pero en el fondo, sabía que Maximilian tenía razón. Yo era solo una pasante, un peón en su mundo de poder y riqueza. ¿Cómo podría siquiera soñar con algo más?



#2004 en Novela romántica

En el texto hay: pasante, amor celos

Editado: 12.04.2025

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