Cada noche, al poner tu cabeza en la almohada, comienzas a pensar en ese amor que pudo ser, en esa persona que jugó con tus sentimientos, en esa ilusión que hizo tan feliz a tu corazón pero a la vez le borró la sonrisa, porque sólo quedo en eso, una ilusión. Tratas de justificarte buscando tus propios errores, tratando de convencerte a ti misma que tu fuiste la que falló. Al recordar a esa persona, al recordar esos momentos tus lágrimas comienzan a salir, mojando tus ojos y tus recuerdos, opacando tus sueños. Esos sueños que junto a él planebas, esos sueños que soñabas toda una noche, imaginandote y viéndote a ti misma con esa meta cumplida. Hoy sólo son recuerdos, recuerdos que duelen, recuerdos que lastiman porque tu mente las trae nuevamente. Pero una luz aparece, una luz muy pequeña al principio, una persona, que quizás pasa desapercibida al principio pero de a poco te vas dando cuenta que esa persona te está mirando. Como? Con pequeños detalles, detalles que sólo lo vez si estas atenta. Y entonces tus ojos comienzan a mirar la vida de otra manera, y entonces tu corazón comienza a recuperar estabilidad, y entonces tu mente ya no trae más recuerdos, porque ahora está ocupada en la intriga que te genera esos detalles de esa persona que está logrando hacerte brillar nuevamente. Comienzas a sonreír, tu sonrisa, si tu sonrisa es preciosa... esa sonrisa, esa sonrisa que te nace desde más profundo de tu alma. Esa sonrisa que se refleja en tu mirada, mirada de Ángel, mirada de amor. Mirada de mujer soñadora con una nueva ilusión. Así es la vida, hay momentos tan feos, pero siempre nos vamos a cruzar que personas que sacarán lo mejor de nuestro corazón. Gracias a ello seguimos creyendo, seguimos soñando, seguimos besando, seguimos amando desde adentro hacia afuera. Te lo dice un corazón herido, un corazón soñador.