Una Promesa A La Luna

Capítulo 12

Celine.

 

Tres semanas se fueron volando.

Estoy muy nerviosa y mi cuerpo entero tiembla como gelatina mal hecha.

—¡Deja de moverte así! — exclamo Caín.

—¿Cres que es mi voluntad? Simplemente no puedo evitarlo.

Caín suspiro y Pheope se rio.

—¿No estas nerviosa? — le pregunte a la pelinegra.

—Un poco, pero no trato de enfocarme mucho en esto.

Estamos por llegar a la universidad donde presentaremos nuestro examen de ingreso.

Pheope presentara para Derecho y Leyes.

Caín presentara para Ingeniería en sistemas.

Y yo presentare para Comercio y Marketing.

Los tres nos detuvimos en la entrada y suspiramos nerviosos antes se seguir caminando. Dentro los profesores que laboral en la universidad, estaban dando indicaciones y nos acercamos para orientarnos.

De manera rápida una mujer nos explicó hacia donde tenemos que dirigirnos cada uno y antes de separarnos nos persignamos entre nosotros y rezamos 3 aves marías.

No es como si fuéramos creyentes, pero en situaciones como estas si sentimos la fe dentro en nuestro cuerpo.

—Suerte.

Cada quien camino por distinto camino y cuando llegue al salón donde presentare mi examen, tome asiento y espere con los nervios hasta riba.

Dos horas y media después, estaba esperando a mis amigos sentada en una banca y tirándole migajas de mi pan de sándwich a los palomos.

—Ya volví. — la primera en parecer fue Pheope quien suspiro cansada al sentarse a mi lado. —Creo que pasare, no estudie mucho, pero de algunas preguntas si supe la respuesta.

Le di un trozo de pan para que se lo arrojara a los palomos, pero ella se lo comió. Cuando estaba por quejarme llego Caín e hizo lo mismo que Pheope.

—¿Cómo te fue?

—Hum, creo que bien. Le tuve que pedir ayuda a dios unas cuantas veces, pero siento que si entrare.

—¿Cómo te fue a ti?

—Lo mismo. — asintió y también le di un trozo de pan.

Caín si se lo dio a los palomos y ahí Pheope se soltó riendo a carcajadas las cuales nos contagió. Los tres pasamos la tarde juntos y al anochecer nos despedimos.

Suspire con tranquilidad cuando entre a mi habitación y recargue mi espalda en la puerta. Cerré los ojos y levante la cabeza un poco, respire profundo y luego saque el aire lentamente.

Mis piernas y manos tiemblan, siento el estómago pesado y mi corazón late demasiado rápido.

—Cálmate, cálmate. — camine rápidamente hacia la ventana para poder ventilar la habitación, pero apenas la abrí me senté en el suelo y recargue mi espalda en la pared.

Con los ojos cerrados inhale y exhale calmadamente, mis manos tiemblan locamente y mi garganta pica.

¿Por qué? Hoy tuve un día maravilloso con la compañía de Caín y Pheope. ¿Por qué estoy pasando por esto a pesar de que ya presenté el examen?

Poco después de que perdí contacto con Raiden, comencé a tener ataques de este tipo. La primera vez paso cuando estaba estudiando, todo mi cuerpo comenzó a temblar y antes de darme cuenta ya estaba llorando y con un montón de pensamientos negativos.

Pensé que esto se debía al estrés por los exámenes finales y el examen de ingreso. Así que me dije que solo tenía que soportarlo por un tiempo y esto acabaría.

Además, mi día fue bueno, presente el examen y salí a divertirme después de mucho estudiar, me sentía realmente bien.

Pero solo entre a mi habitación y fui golpeada por mi realidad.

Las lágrimas resbalaron y un pequeño grito salió de mi boca. Lleve mis manos a la cabeza y agarre mi cabellera para apretar con fuerza.

Por surte mi padre aun no llega del trabajo, pero me preocupa que llegue a verme en este estado.

Todo este tiempo lo he podido llevar sola, y así quiero que continúe al menos hasta la graduación. Si después de la graduación sigo sintiéndome así, prometo buscar ayuda.

Mordí mi labio al sentir un dolor horrible en el pecho y golpe el piso con mi puño. El golpe fue fuerte, pero no sentía dolor físico. Todo era dolor emocional y mi cabeza se llenó con pensamientos negativos de nuevo.

—No aprobare el examen.

—No lograre graduarme.

—No seguiré a lado de mis amigos.

—No lograre cumplir las expectativas de mi padre.

Cada vez que pensaba en eso, me sentía desesperada. Las lágrimas no paran de salir y ahora golpe mi cabeza con la pared.

La ansiedad de imaginar que eso suceda me hace desear estar muerta. Prefiero morir antes de ver la mirada de decepción de mi padre.

Miré mis manos temblorosas y seguí llorando, traté de pensar en otra cosa, pero fue inútil.




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