Celine
Estoy por morir asfixiada.
Carlo, Lela y Pheope están sobre mi llorando y lamentándose.
—Soy la peor amiga, no me di cuenta a pesar de que todas las señales estaban frente a mis ojos.
—Fui tan egoísta al solo enfocarme en la graduación haciéndote a un lado, perdóname Celine.
Les confesé por lo que e estado pasando este último mes, como sufría de ataques donde me costaba respirar y no paraba de llorar sintiendo un gran vacío en mi pecho.
Caín y Raiden estaban en una esquina mirándome morir y no hacían nada, y una vez más mi padre intervino.
—Déjenla respirar un poco. — los chicos lo obedecieron y me soltaron. Mis pulmones volvieron a recibir aire y le agradecí mentalmente a mi padre.
—Cálmense chicos, no tienen la culpa de nada. Soy yo quien quería pasar por eso sola, pero Caín me descubrió y me acompaño durante un tiempo. —Lela miro a Caín y corrió hacia.
Golpe el pecho de Caín con los puños, pero el sostuvo sus brazos y ella sollozo.
—¿Por qué? Nosotros también teníamos derecho a saberlo. — pronuncio en un susurro.
—Celine me lo pidió. — me miro. —Yo respete su decisión, lo siento. —Lela cayo de rodillas.
—Mientras Celine sufría yo estaba de compras o en alguna fiesta… soy una horrible amiga.
—No, no lo eres. — contradije de inmediato sus palabras.
—Si lo somos Celine. — mire a Carlo. —Nosotros sabíamos que algo pasaba contigo, pero… — las lagrimas cayeron por su rostro y me acerque para limpiarlas.
—¡Escuchen! — me miraron. —Son los mejores amigos que la vida me pudo dar, sus lagrimas son la prueba de cuanto me aman y aprecian. — sonreí. —No les dije porque yo pensé que solo se trataba de algo pasajero, porque pensé que con el tiempo dejaría de sentirme así y ahora se lo equivocada que estaba.
—Pero nosotros…
—¡Shhh!… — calle a Pheope. —Ahora necesitare que me acompañen en el camino para mi recuperación. Porque quiero dejar de sentirme tan amargada, quiero volver a divertirme, quiero volver a hacer las cosas que me gusta y sobre todo quiero superar a Alex.
Se quedaron en silencio cuando mencione a mi ex, puedo imaginar cuanto lo están maldiciendo en sus mentes perversas, pero no me quejo. Es lo mismo para mí.
—¿Me acompañaran?
—¡Claro que sí! — Lela se levantó del suelo y todos volvieron a colgarse de mi cuello, por surte ya lo predecía y tome un gran bocado de aire.
—Chicos déjenla ya, mi padre viene en camino para hablar un poco con Celine.
Todos sabemos que el padre de Caín es un psicólogo muy bueno y voy a tener una charla con él donde tratare de abrirme y contarle como me siento para que así pueda decirme que hacer.
A los pocos minutos tocaron a la puerta y mi padre fue a abrir, saludamos al señor Rudler y se acercó a mí con una sonrisa. Quería que la charla fuera en un lugar privado y donde esté cómoda, así que subimos a mi habitación.
Y trate de abrir mi corazón.
—Bien Celine, ¿Cómo estás?
—Nerviosa. — conteste con una media sonrisa y con mis manos temblorosas. —Yo no sé, pero de la nada comienzo a temblar.
—Si, esta bien. Dime ¿Qué es lo que sientes? — miré un punto a la nada y pensé lo que he vivido este último mes.
—Sinceramente no lo sé, estoy bien y un segundo después me siento mal. Desde hace tiempo que perdí interés en mis hobbies y no me siento feliz. — el anoto todo en una libreta.
—Caín me comento que tuviste ataques. — asentí. —¿Qué era lo que sentías? — aclaré mi garganta y sentí mis ojos picar.
—Una gran tristeza, me sentía una fracasada que nunca lograra algo importante en su vida. Sentía como si el mundo estuviera en contra mía y tenia muchas ganas de gritar y quejarme. Mi cuerpo temblaba y tenia dificultad para respirar, algunas veces sudaba mucho y no podía parar de llorar. — cerré los ojos y las lagrimas resbalaron. —No quiero volver a sentirme así.
Charlamos un momento mas y cuando termino suspiro y me miro con una ligera sonrisa.
—Celine, el engaño de tu pareja, el alejamiento de Raiden en tu vida y el estrés que sufriste por los exámenes, son el factor principal de tu condición actual y el hecho de que lo guardaste todo, también lo es. — asentí. —Sufres de ansiedad, pero debido a mi ética, no podre ser tu doctor. — saco una pequeña tarjeta de su libreta y me la entrego. —Ella es una colega, es muy buena y puedo confiar en que te atenderá correctamente. Reservare una cita para ti, y le pasare tu información, pero ella volverá a preguntarte mas cosas y tienes que ser sincera.
—Si. — lamí mis labios y limpié unas cuantas lágrimas.
Volvimos a la parte de abajo, los chicos me abrazaron al ver mi rostro y llore un poco más. El señor Rudler le informo a mi padre y el le agradeció antes de acompañarlo a la puerta. Mire a Raiden y me acerque, cuando lo abrace y sentí su calor me calme poco a poco.
Al día siguiente fui con la doctora que nos recomendó el señor Rudler, me hizo muchas preguntas y me dio el mismo diagnóstico. Ya que no tengo mucho con esta condición, dijo que mi recuperación puede ser rápida si pongo todo de mi parte, así como ella lo hará.
Sinceramente me agrado mucho la doctora Miller, cuando no quise hablar ella me conto algunas historias y fue paciente hasta que estuviera lista. Entendía muy bien lo difícil que era para mí contarle a un desconocido mis problemas si apenas pude ser sincera con mi padre y amigos.
Cuando termínanos me sentí avergonzada, pero ella me animo dándome un dulce, como si fuera una niña. Tendré que ir a su consultorio dos veces por semana. Y la primera tarea que me encargo fue que cuando sienta que estoy pensando mucho en algo en especial, encontrara la manera de distraerme, como ver una película, salir a caminar, o llamar a un amigo por teléfono.
Y así comencé a dibujar el camino que me ayudara a seguir y volver a ser feliz.